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martes, 29 abril, 2025
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Juventud, poder y traición

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Siempre le apostaré a la lucha que tiene como fín, construir una mejor sociedad en la que las personas vivan armónicamente en este magnífico planeta lleno de abundancia, de energía, de luz y recursos naturales. Lo que contrasta, es la mala administración del capital natural que nos es común y, la histórica y permanente ambición de acaparar el mayor número de riquezas posibles, como si de eso dependiera la felicidad y la trascedencia humana. Estoy plenamente convencido de que como sociedad estamos hasta el hastío de la misma forma de hacer política, de las mismas artimañas usadas para ganar adeptos y continuar legalmente con la explotación de nuestros semejantes en aras del progreso, tal como se hacía en los sexenios priistas y panistas. Estoy cierto de que debemos edificar una nueva clase política que trabaje para la satisfacción de las legítimas aspiraciones de los pueblos, que promueva un equilibrio económico satisfactorio para dar empleo a cualquier persona, que garantice el respeto irrestricto a los derechos humanos fundamentales y que proteja el ambiente sin simulación. En principio, lamento que algunos jóvenes, afortunadamente los menos, intenten incursionar y trascender en la vida política adoptando conductas indeseables como la traición. Traicionar es una de las conductas más viles que podemos realizar como seres humanos pues violenta la amistad, la confianza y el aprecio entre las personas; lo peor de todo es que desde siempre, algunos viejos políticos de manera tácita o expresa, enseñan a las y los jóvenes a utilizar las mismas mañas que en su momento les sirvieron para lograr avances relativos en la política y el poder. Los jóvenes deben partir del hecho de que son agentes de cambio y no, cómplices de arcaicos esquemas que nos han conducido al caos social, económico y ambiental en el que nos encontramos inmersos. De tal suerte, la traición como conducta que posibilita llegar al poder, debe erradicarse entre los jóvenes que se incorporan a este difícil arte. Personalmente rechazo cualquiera posibilidad de formar jóvenes al más puro estilo maquiavelista, traducido en la teoría que justifica los medios necesarios para lograr un fin. Renuncio a cualquier posibilidad de contribuir a colocar en posiciones de poder a individuos que desde temprana edad, ya hacen de la mentira, el engaño y la traición, estrategias para lograr sus fines personales; estoy convencido de que quién traiciona una vez, continuará haciendo de la traición su estilo de vida. Para estos chicos, les tengo una mala noticia: precisamente la ciudadanía está hasta la madre de este tipo de políticos, por ello, en México existe una clara desconfianza en los políticos y algunas instituciones. Qué pena que todavía existan escuelas cáducas que enseñan a hacer mala política y tontos que las sigan, a sabiendas de que tarde o temprano caerán al vacío. Sin embargo, siempre prevalecerá la esperanza de que en mayor grado, otro tipo de jóvenes caminen por la senda de la lealtad, del esfuerzo y el servicio eficiente a favor del pueblo, de lo contrario, tendríamos que dar la espalda al progreso, a la unión y la paz. Los que tenemos el privilegio de incidir en la formación de la nueva generación de tomadores de decisiones, debemos poner énfasis en la necesidad de trabajar para los intereses de la Nación, de contribuir decididamente con su energía e inteligencia a buscar alternativas de progreso sustentados en la estructuración de políticas públicas que eviten el saqueo de la riqueza nacional y promuevan el abatimiento de la pobreza y marginación, de lo contrario, una clase política fundada sobre la base de la traición y el engaño, contribuirá a generar más caos y desigualdad, pues si permitimos que ese tipo de jóvenes lleguen al poder, ensancharán únicamente su economía familiar y personal, abonarán al incremento de la corrupción y llevarán a México a una inevitable conflagración social que rompa las instituciones y lo que queda del estado de derecho. Finalmente, deseo fervorosamente que la luz apague las tinieblas de la traición entre los muchachos, que se desvanezca el engaño entre las presentes generaciones de políticos, para que cuando asciendan al poder, conduzcan a México al éxito en todos los órdenes. Si no logramos edificar una mejor sociedad, es porque seguimos realizando las mismas conductas, Estimado ciudadano, si siembras peras no esperes cocechar nueces, si persistimos en formar a los mismos políticos, estaremos abonando al resquebrajamiento de nuestra Patria.

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Álvaro García Hernández

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