El Sindicato de Personal Académico de la UAZ, Spauaz, emplazó a huelga a la Universidad desde diciembre pasado. Sin mayores aspavientos solicita lo que ha venido solicitando desde siempre: el respeto al contrato colectivo firmado con la patronal. La estrategia que ha seguido para dialogar con la Rectoría ha sido la de la mejor de las buenas voluntades, permitiéndosele a la patronal fijar las fechas y los temas de discusión y cambiarlos a placer, así como dándose por no enterados los líderes sindicales que, en la respuesta que depositó el patrón en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Estado, niega haber incurrido en incumplimientos y mucho menos haber violado las cláusulas. Siendo en gran medida una respuesta llena de falacias, calumnias y mala fe, se decide pasarla por alto. Casi se diría que la respuesta es un reflejo por parte de los pensadores de la Rectoría, que sistemáticamente niegan todo aunque dicen estar dispuestos a conversar para que los dirigentes sindicales aprendan, por fin, a interpretar el contrato. Y los incumplimientos prosiguen: se adeuda la prima de antigüedad de diciembre, se adeudan los días adicionales, se adeuda el pago de la Seguridad Social y un largo etcétera. Se pagarán, por supuesto, pero no en las fechas indicadas por el contrato sino en las fechas que considere prudente la Rectoría hacerlo. Esas fechas son, sin duda, las más cercanas al plebiscito sumario de delegaciones en el que los agremiados al Spauaz decidirán si estalla la huelga o se dan por satisfechos. De esa manera, con el pago a destiempo de prestaciones que está en la obligación de pagar, el patrón juega el juego de la compra de votos, tratando de reducir la inherente complejidad de la situación al ofrecer a los miembros del Spauaz una opción fácil, no comprometida y que no implique el ejercicio del espíritu crítico.
Roger Bartra, en “Las redes imaginarias del poder político”, imaginó un modelo de producción de la marginalidad que legítima el ejercicio arbitrario del poder estatal mediante la transposición de los elementos contradictorios y antagónicos por un conjunto de contradicciones que se organizan alrededor del eje “normal-marginal”. Las contradicciones irreductiblemente antagónicas y hasta cierto punto peligrosas, se canjean por un conjunto de contradicciones, más bien insensatas e inocuas, en las que se construye un estereotipo de la normalidad antagónico a un estereotipo de la marginalidad. Así, reduciendo el modelo –con todos los bemoles que ello conlleva- a la situación presente de la UAZ, podemos notar que existe un estereotipo de universitario “normal”, de auténtico universitario que está interesado en sus clases, sus alumnos, los indicadores de Gobierno Federal y es hasta cierto punto ajeno a cosas como el sindicalismo y la lucha por prestaciones. Esta imagen ideológica producida por Gobierno Federal, y reproducida por sus aliados en la Universidad, se sostiene sobre la materialidad del tope salarial y la certeza de que conseguir un mejor salario es cosa de hacer puntajes, no de luchar por ello.
La figura antagónica es el “grillo”, el universitario estereotipado que no asiste a clases, que grita constantemente por sus “derechos”, que asiste más en el sindicato y con sus compañeros que con las autoridades y sus “pares” y que, quizás, no cumple con sus obligaciones a cabalidad. Es la figura de la marginalidad y sobre estas dos figuras y su constante oposición más o menos ridícula, se transpone la contradicción principal que atraviesa la Universidad: la lucha por un mejor nivel de vida basado en la valoración del trabajo por parte del sindicato, contra el interés inalienable del patrón de explotación intensiva del trabajo pagando bajos costos por ello. Es por esto que una estrategia de “buena voluntad” hacia el patrón no es errada, sino suicida, y ese camino, que ha venido transitando el Spauaz por las últimas fechas, lo único que logra es marginarlo más de la masa de agremiados, mientras que el patrón legítima su arbitrario ejercicio del presupuesto universitario –i.e. en cierta medida, del poder universitario- mostrando la manera en que controla al sindicato. Las acciones en lo inmediato para modificar ese rumbo y que no profundicemos la marginalidad del sindicato, es exigir respuestas expeditas y por escrito a la patronal, así como convocar de inmediato a paros escalonados y la suspensión de toda negociación hasta que se paguen todas las prestaciones vencidas. En el mediano plazo se debe educar a los agremiados para que reflexionen sobre sus situación y se descubran sí mismos como sujetos en lucha, y que sus intereses académicos no se contraponen a sus intereses sindicales, al contrario, lo que se opone a los intereses académicos de los docentes es la infame diferenciación entre academia y activismo político. ■