Uff, qué maldito mundo en realidad. Es como si cada día de los que tiene el año nos esforzáramos para dejarlo más jodido para las generaciones que vienen. Y miren que le echamos ganas. Por lo pronto tenemos dos malditas guerras que sin importar del lado del que estén se cuentan los miles de inocentes muertos, los niños que caen bajo los bombardeos, los tanques en las calles, los soldados matándose unos a otros porque es un duelo a muerte por lo mismo que se ha peleado durante miles de años: territorio, un estúpido pedazo de tierra, o lo que es aún peor, por una despreciable religión, que enseña a amar al prójimo mientras enseña, también, a clavarle el puñal por la espalda, que enseña la bondad, mientras enseña el odio, la envidia, lo miserables que realmente somos y que nos negamos a aceptar cuando la realidad es que tanto lo bueno como lo malo forman parte del ser humano y todavía no alcanzamos ningún tipo de equilibrio porque no hay quien haya estado en los dos bandos y pueda decir que eligió libremente. Y está, también, el poder de todo tipo, el religioso, el político, sobre todo, el que decide sobre las mayorías y el que saca ventaja de los más ignorantes para hacerse ricos con ese mismo poder, el que burla del pueblo y hace de la política un enorme negocio de amigos, compadres y familiares con los que reparten el poder y las ganancias a semejanza de la peor organización delincuencial, eso sigue ocurriendo en el país y solo los más ciegos son los que no lo ven, los fanáticos de personalidades mesiánicas políticas, los fanáticos perdonatodo de caricaturescas formas de gobernar un país que a estas alturas está hundido en el terror del narcotráfico en su más horrorosa y sangrienta expresión, de los desaparecidos, y para el presidente del país siempre están ligados a la delincuencia, siempre son consumidores de drogas, siempre están del lado del mal, y el mensaje entre líneas es que se lo merecían, eso: merecían la muerte por andar en malos pasos, que le digan eso a las madres, y a las familias, y a los hijos, por favor, señor presidente, mándeles un mensaje desde presidencia y, no sé, un cheque como de los tantos que dio en Acapulco para apoyar a los que usted señaló no habían sufrido tanto daño, de esos cheques, de los feminicidios, qué dolor y qué terrible vivir en un país donde es un peligro ser mujer, donde corres riesgo si sales de noche porque hasta tu ex pareja te puede asesinar y, ya se sabe, estamos en el país donde de existir hay un rey: la impunidad, 90% de los delitos quedan impunes, así que ahora mismo compra un arma por internet y la próxima vez que te molesten tus vecinos con ese volumen tan alto, sal de tu casa, toca a la puerta, no esperes ni el saludo, desenfunda el arma, dispara contra tu vecino, regresa a tu casa y pasa todo el día siguiente sentado en tu mejor sofá, leyendo algo de Dickens y bebiendo cervezas, despreocúpate, seguro alguien hará la denuncia (alguien ingenuo, sin duda), tal vez y hasta llegue la policía haciendo el mismo alarde que han visto en las series estadounidenses (no se pierden ningún capítulo de la “Ley y el Orden”) y te detendrán, pero saldrás libre luego de unos cuantos meses, y regresarás a ese mismo sofá, solo asegúrate de dejar cervezas en el refrigerador y de marcar muy bien la lectura de Dickens, no alcanzó a imaginar la sonrisa de los feminicidas cuando el señor presidente habla de investigaciones, no alcanzó a imaginar su satisfacción cuando dice que las estadísticas están mal y que todo es una treta de la oposición (esa oposición que es un colectivo imaginario propio de una persona con una enfermedad mental), y que su gobierno está mejor que nunca porque en la Ciudad de México han conseguido calles que se llaman “senderos seguros”, llenas de luces para que las mujeres puedan caminar de noche por ahí y se sientan seguras, ¿en serio?, ¿no es una broma, verdad?, ¿y a quien se le ocurrió la propuesta será la nueva Jefa de Gobierno, Clara Brugada?, ¿es uno de los recursos que tienen para combatir los feminicidios?, ¿esto es la izquierda?, por favor, claro que no, son los intereses de una clase política que se educó en lo más bajo de la derecha priísta, en el estercolero de lo que dejaban los chacales priístas, y que ahora hacen del país un enorme chiquero donde se revuelcan todos los que se provenían de una izquierda que terminó en un barranco, derrotada por los infiltrados del poder, humillada por los corruptos, esto es el país.
Podría continuar, pero es perder el tiempo y no lo merecen ustedes como lectores y detesto hablar de política a menos que sea a través de la narrativa, de un cuento, de una novela, así que quiero darles las gracias a todos ustedes, a los que me leen y me siguen, a los que me han escrito correos electrónicos para saludarme o para recomendarme alguna lectura, muchas gracias, gracias, gracias, es hermoso el vinculo que conseguimos de comunicación y créanme que siempre estoy al tanto de sus comentarios, de sus sugerencias. Es fin de año y yo al menos agradezco, y espero que ustedes también se tomen el tiempo para hacer tal ejercicio, pues de alguna manera nos ayuda a hacer un recuento de lo que hicimos o dejamos de hacer durante el año, a los que decidieron que no era la persona correcta, que no podía ser uno más de los buenos, como lo querían demostrar a toda costa ellos, y se esforzaban en parecerlo con tal de que no se les nombrara como se les tenía que nombrar: corruptos y vendidos; a los que me traicionaron y me demostraron que la amistad se demuestra cuando te encuentras en circunstancias adversas, cuando necesitas de alguien y no hay nadie, y estás solo, y desde ahí vuelves a nacer; al amor, siempre al amor, a la que intentó herirme, causarme daño (y lo hizo en dos ocasiones) y sin quererlo descubrió que fui capaz de ponerme de pie, incluso sin ella, sin la que pensé era el amor de mi vida, “vas a terminar odiándome”, me dijo, y vaya que tenía razón, vaya que la tenía, no era amor: éramos un mero y ordinario encuentro carnal sin emociones ni sentimientos y al menos me decía que escribía bonito; a los que no dudaron de mí, de mis capacidades intelectuales, y me dieron mucho trabajo, gracias, gracias, amigos y amigas; pero también a quienes me arrebataron el trabajo y lo hicieron de la peor manera, injustamente, sabiendo que con eso me aventaban a una jodida barranca, y claro que caí, y me fui hasta el fondo, y no encontré trabajo, pero salí, claro que salí, pésele a quien le pese, salí; a todos los huyeron de mi lado cuando supieron que el barco estaba por hundirse y que venía el peor de los naufragios: a las ratas (porque solo ellas brincan del barco), y entonces lloré mucho, cometí estupideces, pero luego saqué una novela, le fue muy bien, le va a ir muy bien, porque vienen más sorpresas, y ya trabajo en un proyecto más ambicioso con el ritmo de un maratonista olímpico, y sé que le va a ir mejor, eso lo puedo firmar desde ahora; a todos mis amigos y amigas que me cobijaron con sus palabras, con sus apoyos financieros (y no saben cuánto me ayudaron), con sus atenciones, con sus recupérate, Óscar, con su te invito a comer, Óscar, con su ya olvídate de eso, Óscar, ellos, cada uno sabe muy bien quienes, ni siquiera necesito mencionarlos, son mi tesoro, lo que se encuentra dentro de mi baúl de oro, lo único realmente valioso (y quisiera encontrar otro adjetivo aún más fuerte) que dejaré en mi testamento, ustedes, ustedes, mis amistades, una a una, gracias, gracias, gracias; a las que de una u otra manera intentaron hacerme daño y mintieron, y me señalaron y ellas sabían que estaban mintiendo, y lo hicieron incluso cuando me tenían de amigo, y me dieron la espalda, y ni siquiera supe por qué, a las que armaron historias con un pedazo de mi vida, a ellas también muchas gracias, me demostraron que no debo confiar tanto en la gente, en la que entra en mi vida, en la que me saluda con todo cariño por el messenger y en otro sitio habla mal de mí, gracias; a las que me volvieron a cobijar con el brillo incesante del amor, porque el amor fue lo que menos me faltó aun en los aciagos días, porque lo tuve y de sobra, porque gracias a ese amor soy lo que ahora soy; a los libros, a las lecturas, a los poderosos anclajes a la vida, a la incertidumbre de vivir y del mañana, pero también de leer con la curiosidad del niño y buscar en los libros respuestas, tranquilidad, un sitio seguro cuando el lobo al fin llegue y abra sus fauces; al médico que siempre me atiende, con el que bromeo respecto a mi salud, a quien le digo que un día, espero lejano, la suerte se me va a acabar y va a ser él quien me dé la mala noticia, esa que me lleve al fin de mis días, entonces llegará la hora de cerrar la cortina, ir a la cama, escuchar música, leer poesía y esperar el final, que seguramente será alegre, eso espero; sobre todo gracias a la belleza, a los instantes en que esa belleza consiguió multiplicarse a través del día y comprendiste que si consigues arrebatarle tres instantes de belleza a tu día a día puedes decir que realmente estás vivo, que vivir significa eso: encontrarse con la belleza, dar con ella, que vivir es dar con las pistas, seguirlas, llegar, repetir el ejercicio: encontrar tres momentos de excelsa belleza en tu día, de cualquier modo, en el vuelo de un pájaro, en la sonrisa de tu hija, en la mirada de tu pareja, en la forma de una nube, lo que tú elijas para esa belleza y considerar que la vida te sacude, que existes, porque a pesar de todas las exigencias del vivir tienes y sabes distinguir la belleza; a mi muy querida hermana y mi hermano, porque ellos me comprenden y me apoyan y han sido parte de mi formación profesional y personal, por ser consejeros en horas oscuras, por estar siempre conmigo, incluso cuando me paré al borde del precipicio no soltaron mis manos, al contrario, las apretaron más fuerte, me susurraron, no te vamos a dejar solo, me decían; en fin, queridos amigos, yo les deseo a ustedes todo lo mejor en el 2024, no voy mucho por eso de que sus sueños se cumplan, pero si los tienen, y si quieren alcanzarlos, hay una forma muy sencilla de hacerlo: pelear y pelear, y una vez que lo hagan otra vez: pelear, y si se caen, se levantan, y si se vuelven a caer, se vuelven a levantar, y sobre todo: amar y confiar en todo lo que hagan día con día y apasionarse, como aconseja Shakespeare, en cada una de sus acciones, poner alma y corazón antes que inteligencia en la contienda , les diría Don Quijote de la Mancha, gracias, gracias, gracias, y claro, a alguien sumamente importante, al Director de la Jornada Zacatecas, Raymundo Cárdenas Vargas, quien ha confiado en mis entregas a lo largo de todos (yo no llevo la cuenta, pero seguro que ya son muchos) estos años, muchas gracias, querido amigo, por el apoyo cada semana para llegar a los lectores de la Jornada Zacatecas, y a todos, todos, todos, tengan buen 2024, y felices fiestas, y los leo: [email protected]