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viernes, 29 marzo, 2024
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Calaverita a México (México en una calaverita)

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Por: La Jornada Zacatecas •

Autor: Javier Villegas Flores
Residencia: Iztapalapa, Ciudad de México, México

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México en una calaverita
De sismos, huracanes y temblores
se han llenado mis panteones.
Hoy vi las calles llenas de voluntarios,
unos medio vivos y otros medio muertos.

Por primera vez, los muertos ni aayyyy dijeron,
al ver salir a los voluntarios de entre escombros y tumbas.
Una vez más, los vivos salieron a las calles
y los muertos se quedaron entre los escombros.

¡Ay, México, en mis recuerdos, ya no se en dónde estás!
Estarás entre las ruinas y desolación o vas a emerger de entre las cenizas.
México, si estás entre ruinas,
recuerda a ese glorioso México que sólo se ha escrito una vez.

Mi México querido, si piensas seguir entre ruinas,
pide más sismos, pide más huracanes y temblores;
pide más muerte y desolación.

Piensa que hoy, más que nunca, tu tierra te reclama
como una madre insatisfecha de los hijos salidos de sus entrañas,
y con estruendoso movimiento nos muestra toda la desilusión que la embarga.
México, en tu letargo, tu tumba se adornará
con calaveritas de azúcar, flor de cempasúchil y
la resignación callada de tus hijos.

Si tu necia creencia de que “aquí no pasa nada” persiste,
adornaré tu tamba con dulce de calabaza, flores de muerto
y un futuro de derrotas y fracasos.

Piensa que tu porvenir no se escribe en las tumbas de los panteones
para que tus hijos, al verte postrada, te vengan a llorar.
Ya no quiero pensar en ese México que vi pasar.
Si vamos a llorar la derrota venida de la indiferencia,
recuerda que las tumbas y panteones están hechos para los llorones.

Por eso, si ahora México es un panteón,
que la tierra me reclame con sismos y temblores
mi indiferencia y mis tenues esfuerzos por hacer una patria mejor.

En tu pena y tristeza, dame un pequeño espacio
para poner ahí mi tumba, si no consigo
hacer de ti la patria que las ansias me reclaman.
y que mi deber me exige.

No dormiré entre flores de resignación y adornos de tristeza
hasta no darte madre mía el lugar que tu grandeza me pide.
Con cada aliento, con cada esfuerzo te daré mi mejor regalo.
Ya no veras más a tu hijo servir a los que a la muerte te entregan
con el disimulado un gesto de buenas esperanzas.

Te prometo que verás llenar tus altares con adornos de triunfos
salidos de lo mejor de tus hijos, sin robarle nada a nadie,
y con el sabor del trabajo y del esfuerzo.

Patria, madre mía, júzgame y dame el premio o castigo
que mis esfuerzos alcanzan.

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