Tras dos años de gestión al frente del Comité Ejecutivo del Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ), la Dra. Jenny González Arenas, junto a su grupo político, se encuentra en una encrucijada. Por un lado, su intento de reforma estatutaria fracasó, la huelga de febrero de 2025 no logró nada y la aventura de lanzarse a la rectoría, como “estrategia de lucha”, concluyó en el desastre. Por otro lado, junto a todas esas derrotas acumuladas, se obtiene, de mera consolación, la rescisión del contrato del malquerido Dr. Rubén Ibarra Reyes. Esto es importante, pues ante el nuevo rector, el Dr. Ángel Román Gutiérrez, prevén la posibilidad de algún tipo de acuerdo. ¿Por qué esa “esperanza”? por la natural reorganización de las fuerzas cuyo núcleo conector fue Ibarra Reyes. O eso creen los asesores de la malograda candidata a rectoría Dra. González Arenas. Sin embargo, no hay garantía de la veracidad de tal creencia, pues el “golpe” dado contra el grupo de Ibarra Reyes el viernes previo a las votaciones en el semiescolarizado de la UAZ no desorganizó la alianza tejida por el ex rector, que ganó con cómodos 14 puntos de ventaja. Al contrario, la derrota bien puede fragmentar a la agrupación que perdió ante Román Gutiérrez, pues su “hilo conductor” era ganar la rectoría para imponer un modelo cuasi fascista de conducción, muy al estilo de administraciones recientes, así como una administración patrimonialista, del tipo que se instaló en el SPAUAZ. No pudieron, el voto no los favoreció. Así que carecen de rumbo, pues las acciones realizadas durante los dos años de supuesta conducción del SPAUAZ tenían por objetivo ganar la rectoría. No hubo ni hay más. Les quedan dos rutas. La primera se abre ante la posibilidad de una concertación con la nueva administración, que ya niega cualquier relación con Ibarra Reyes (“Ángel Román Gutiérrez se deslinda del exrector Rubén Ibarra en la UAZ” El Sol de Zacatecas, 25/05/25). Si pueden mantener cierta unidad para darle credibilidad a la perpetua amenaza de la parálisis permanente podría resultar una vía de salida del trauma sufrido. Por tanto, lo que se puede esperar en el año restante de González Arenas, es un recrudecimiento de la política de “paros locos”, como instrumento de intimidación y chantaje a Román Gutiérrez con el fin de lograr posiciones en la rectoría, o cierto nivel de “concesiones”. Si es así, si la administración entrante permite la ilegalidad como forma de negociación se estará ante una demostración de debilidad. Por el contrario, lo que se debe imponer en la visión del universitario común, el que sufre las iniquidades de un sindicato cuya única política real es el chantaje, es que la ley se debe cumplir. Esto no ocurrió durante el proceso de negociaciones del Rector Dr. Armando Flores de la Torre con la facción juvenil del grupo Plural-Universidad, pues se les permitieron acciones ilegales bajo el paraguas discursivo de un “derecho a la manifestación”. Lo que es, de nuevo, un dislate retórico de tantos, pues nadie les impide manifestarse, pero la Ley Orgánica es muy clara ante los paros ilegales, que son causal de responsabilidad. Se debe recordar que un exrector, Dr. Antonio Guzmán Fernández, sí tuvo por política rescindir la contratación de quienes promovían paros del Campus UAZ Siglo XXI, aunque por en fechas recientes decidió que fue un error. ¿También lo será si Román Gutiérrez negocia con la ley en la mano? Difícilmente, pues ganó por un amplio margen que le ofrece legitimidad. Otra posibilidad de nuevo norte para el alicaído movimiento del grupo Plural-Universidad es volver a ganar el SPAUAZ. Para ello cuentan con amplia experiencia en los fraudes y una alianza coyuntural que podría mantenerse hasta el año 2026. En resumen, tres años perdidos para el sindicalismo universitario. Pero se confirmó que el sindicato no es una buena plataforma para lanzarse a la rectoría. Los anteriores desaguisados de Benjamín Romo Moreno y José Francisco Román Gutiérrez, junto al descalabro de González Arenas debería desanimar a futuros secretarios generales. No será así, por supuesto. Por lo pronto lo que más conviene a los sindicalizados es arrebatarle la dirección del comité ejecutivo al grupo que la secuestro desde 2023. Es inaceptable que el deterioro de las condiciones laborales se profundice para financiar candidatos a la rectoría y comprar edificios viejos sin planes claros de qué hacer con estos. Si bien el sindicato poco puede hacer para mejorar la vida de sus agremiados bajo el neoliberalismo “suave”, sí puede hacer mucho para empeorarlas, como lo demostró la gestión de González Arenas. Si acaso hay un “informe de labores” del comité ejecutivo, que debería informar de acuerdo a lo estatuido y no en actos protocolarios donde se entregan “informes” que después desmiente, sólo podrá enunciar que: “se logró estallar una huelga que dejó casi un mes sin clase a los futuros profesionistas de Zacatecas para conseguir nada, y después, se dejó tirado todo el asunto para ir a “luchar” de otra manera por los derechos. Después de la derrota comparezco para declarar que no hubo errores, y todo está bien”. La autocrítica a años luz.
El SPAUAZ en su laberinto. La autocrítica ausente
