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jueves, 4 julio, 2024
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¿Qué Poder Judicial queremos?

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Por: RUBÉN FLORES MÁRQUEZ •

No cabe duda de que durante el periodo neoliberal las instituciones públicas marcaron su distancia con el pueblo, no solo las denominadas “instituciones autónomas” las cuales solo son autónomas con la sociedad, sino también las que constituyen un poder público como las relacionadas con impartir justicia. 

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Durante los gobiernos de derecha la impunidad y la falta de justicia se normalizó, acceder a la defensa jurídica para el pueblo es casi imposible bajo un modelo que privilegia a unos cuantos por contar con poder económico o influyentísmo. Lo anterior no puede entenderse sin hacer un diagnóstico general del Poder Judicial, encargado de la impartición de justicia, pero también de la impunidad y la falta de justicia, su distanciamiento con el pueblo y su cercanía con los poderes fácticos, más allá de generar contrapesos, generan desigualdades. 

Aún cuando algunos conservadores, miopes, comodinos, derechistas, convenencieros o hijos de la mentira y la manipulación piensen que la inseguridad y la violencia se creó por espontaneidad hace 6 años en el país o hace 3 en Zacatecas, la verdad es que llevamos décadas sin una verdadera impartición de justicia, un problema estructural que debe reformarse, recordemos: “La paz sólo puede ser producto de la justicia”. 

La reforma judicial que presentó el presidente Andrés Manuel López Obrador toca puntos medulares para erradicar lo ya enunciado anteriormente, entre los objetivos más relevantes de la reforma están:

  • Una nueva integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 
  • Elección popular de Ministros, Magistrados y Jueces. 
  • Sustitución del Consejo de la Judicatura Federal. 
  • Nuevas reglas procesales.

A titulo personal, considero que la piedra angular de dicha reforma está en la democratización del Poder Judicial, hay una poderosa razón, a mi parecer de proponer el voto directo para la elección de las autoridades judiciales y es generar un vinculo entre el pueblo y el actuar de quienes imparten justicia, como pasa en cualquier otro cargo público de elección popular. 

El escrutinio de la gente es necesario para generar una barrera entre los poderes fácticos y el poder público, tomando cada día más fuerza la frase: “Solo el pueblo organizado puede salvar al pueblo”. Y la reforma judicial es precisamente eso, un pueblo cada día más consciente de su responsabilidad pública y una clase política cada día más vigilada. 

No hay duda de que esta reforma pretende romper con la inercia de los acuerdos cupulares y la complicidad de ministros, magistrados y jueces con interés personales y de grupos fácticos. Pero si aún había dudas de la legitimidad de dicha reforma habremos de recordar la encuesta que mandó hacer nuestra presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, donde se demostró el gran interés que hay del pueblo con una reforma profunda al Poder Judicial. 

La encuesta arrojó que el 80% de la población encuestada está de acuerdo con una reforma al Poder Judicial, lo que nos dice la gran legitimidad que hay entre el pueblo de hacer la reforma y ni mencionar la legitimidad que tiene la doctora con los casi 36 millones de votos que obtuvo el pasado 2 de junio. 

Dentro de la misma encuesta se hicieron más preguntas que son importantes mencionar, una de ellas versaba sobre ¿qué tanta corrupción existe en el Poder Judicial?

“La mayoría son corruptos” fue la respuesta con mayor porcentaje con un promedio del 40%, Importante detenernos en este dato, la eliminación de la corrupción es y seguirá siendo la bandera de nuestro movimiento, el de la Cuarta Transformación, el único que ha entendido para que es el poder y como se convierte en virtud cuando se pone al servicio del pueblo. 

Hasta donde yo visualizo, un acto de congruencia dentro del obradorismo es impulsar cualquier acción que nos lleve a la eliminación de los viejos vicios de la política: la corrupción, el nepotismo, las cuotas de poder, el privilegio de unos cuantos, la mentira, el robo y la traición. Y para el caso del Poder Judicial esta reforma es el antídoto para eliminar de sus entrañas todas esas malas prácticas, que las hay, las vivimos y las padecemos todo mexicano ajeno al poder oligarca. 

Tenemos que seguir abonando al debate público, vivimos tiempos de mayor consciencia política, debemos aprovechar y llamar, como ya es costumbre de nuestro movimiento, a tomar las plazas públicas para convertirlas en auditorios populares de ideas, debate e información ahí donde nos podamos cuestionar ¿Qué Poder Judicial queremos?

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