La Gualdra 670 / Festival de Cannes 2025
[Premio Especial del Jurado en Cannes 2025]
La esperada última película del virtuosista Bi Gan ha resultado ser, ante todo, un canto de amor al cine. En sólo dos largometrajes, el director chino ha logrado crear una enorme expectativa entre el público más cinéfilo.
Su innegable pericia tiene como principal herramienta el uso de interminables planos secuencia, haciendo de la puesta en escena un arte coreográfico. El realismo bruto de su primer trabajo, Kaili blues, derivó luego hacia un homenaje a la atmósfera del cine negro más venenoso en El largo viaje hacia la noche, quizá la experiencia cinematográfica más fascinante a la que un servidor haya asistido en Cannes.
El gran sueño
Resurrection agudiza el formalismo de El largo viaje hacia la noche concibiendo un objeto que tiene en su corazón la celebración de la experiencia cinematográfica. Los carteles que abren la película, a la manera del cine mudo, anuncian una historia de ciencia ficción. En una época futura, los “ladrones de sueño” han adquirido una semi inmortalidad, abandonando la realidad para vivir en un mundo de sueños, mientras unos cazadores intentan capturarlos. Este mundo de ilusiones está relacionado explícitamente con el cine, e incluso con el cinematógrafo, el dispositivo de rodaje y proyección originario de los hermanos Lumière.

Se insiste varias veces en la película sobre la distinta percepción del tiempo. Lo que supone unos pocos minutos para la cazadora, se convierte en varias décadas para los soñadores. Bi Gan celebra el cine como dispositivo para contar historias y, literalmente, evadirse de la realidad. Y también su capacidad para proyectarse en cualquier época y cristalizar el tiempo. La película empieza con la captura de uno de los soñadores. La cazadora le concede una última dosis de ilusión insertando unos rollos de celuloide en su cuerpo, dando pie a cuatro historias.
El regador regado
En su homenaje, Resurrection empieza pasticheando los orígenes del cine: la linterna mágica, los seriales del mudo y el expresionismo alemán, para representar la caza del ladrón de sueños. Después, las cuatro historias están filmadas en estilos distintos, que combinan el homenaje a los géneros cinematográficos con relatos inspirados por leyendas sobrenaturales. En ellos se pone a prueba la orfebrería visual del director chino, incluyendo otro virtuoso plano secuencia en el último relato.
Sin embargo, esta vez la magia no opera completamente, porque el virtuosismo formal fagocita la tenue narración. En el último relato, la fotografía está intensamente marcada por un filtro rojo. Al protagonista se le escapa un disparo, que hace estallar el imaginario foco encarnado, restableciendo una luz natural. Un guiño que demuestra quizá la propia conciencia de la artificialidad de su puesta en escena. Más que a las películas de los Lumière, caracterizadas por su transparencia y apego a lo real, el cine de Bi Gan se aproxima más que nunca al de Méliès, con el riesgo que el conjunto se quede en un espectacular trucaje.
Resurrection, de Bi Gan, fue ganadora del Premio Especial del Jurado este 2025.