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miércoles, 26 junio, 2024
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En el campo zacatecano, “vivimos de milagro”, afirma José Juárez, agricultor

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Por: RAQUEL OLLAQUINDIA •

■ Granizada registrada hace 15 días acabó con 80 de las 104 hectáreas de cultivos de chile

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En sus manos manchadas de tierra sostiene un puñado de chiles pequeños, descoloridos, en los que se aprecian las marcas dejadas por el granizo que cayó hace 15 días; en suma, entre sus dedos, sujeta un alimento podrido e inservible para la venta.

“Estos los abandonaron”, comenta José Juárez, delegado y agricultor de la comunidad de San Salvador del Bajío en Trancoso, al tiempo que recoge del suelo el cultivo que se dañó dos semanas atrás y que se tradujo en pérdidas económicas inmediatas; aunque también trajo consigo incertidumbre para el futuro de los 26 productores de esta localidad, ya que no obtendrán los ingresos esperados con sus cosechas.

De las 104 hectáreas que poseen entre todos los miembros de la sociedad agrícola de San Salvador, aproximadamente 80 han sido consideradas como pérdida total.

“Tuvimos un siniestro a causa de granizadas que nos dejó en la ruina”, lamenta José, quien mantiene su vista en los campos devastados por las lluvias, y agrega: “Económicamente nosotros perdimos más o menos como 30 mil pesos por hectárea y cada uno sembramos cuatro”.

Estos campos dañados forman parte de las más de mil 500 hectáreas que en toda la entidad se han visto afectadas en la temporada de lluvias; mientras que este zacatecano de 54 años se incluye en la lista de los 16 millones 700 mil mexicanos que se encuentran en situación de pobreza en las áreas rurales de todo el país, y que después de este desastre todavía sufrirá una merma mayor en sus capacidades económicas.

Esta cifra se desprende del informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sobre la medición de la pobreza en México y en cada entidad federativa en el periodo 2010-2012, en el que se expone además que 61.6 por ciento de la población pobre en el país vive en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes.

Los datos publicados este lunes son desconocidos para José, pero coinciden exactamente con la situación que viven él y su familia, así como algunos vecinos de la comunidad de San Salvador.

Sobre todo, sus historias se relacionan con el índice del Coneval que se refiere al número de personas que tienen un ingreso inferior al costo de la canasta básica y que en Zacatecas son 466 mil 300, una cifra superior a la de hace tres años.
Como un reflejo fiel de este indicador, los integrantes de la familia Juárez Trejo, aunque gasten todo su dinero en alimentos, no logran una nutrición adecuada.

“No nos alcanza ni para la comida”, dice José, al precisar que por una jornada de trabajo en el campo le pagan 120 pesos. Aunque, como no se trata de un empleo formal en el que las labores y, por lo tanto los ingresos, sean diarios y constantes, “a veces los 120 pesos son para dos o tres días”.

El salario de poco más de 100 pesos diarios es el mismo para todos los hombres de la comunidad y una vecina de San Salvador, Leticia Rodríguez, ejemplifica la escasez de esta paga asegurando: “Como quien dice día trabajado, día comido. Para unos zapatos no nos alcanza”.

Pero si con las ganancias que obtiene José no pueden ni siquiera igualar el costo de la canasta básica, menos posibilidades tienen todavía para cubrir otro tipo de necesidades como, por ejemplo, los estudios de su hija Ana Janeth Juárez Trejo, de 18 años.

“De mis hijos uno trabaja en Guadalupe y la muchacha está estudiando. Terminó en el colegio de bachilleres aquí en Trancoso y va a estudiar a Guadalupe”, explica José, aún con los chiles pequeños y descoloridos en las manos, y agrega: “Va a continuar estudiando y ya se puso uno a pensar porque también son gastos aquí para uno y ahorita pues a ver, sólo a ver que Dios dispone”.

Solamente queda esperar que haya más jornadas de trabajo y que se pueda aprovechar parte de los cultivos que no se perdieron totalmente con el granizo porque “los ahorros son los que quedan de aquí, los pocos que quedan de aquí”, comenta el agricultor señalando las hectáreas de chile y frijol que quedaron afectadas.

A escasos kilómetros de San Savador, en dirección a la cabecera municipal de Trancoso, se encuentra la comunidad de San José del Carmen. Las calles sin pavimentar, las casas de adobe y los techos de lámina predominan en esta población que no supera los mil habitantes.

En una de las viviendas, al fondo de un gran patio de tierra, tres mujeres permanecen sentadas sobre unas rocas grandes, que hacen las veces de sillas, apoyadas sobre el muro de lo que hace algún tiempo fue la cocina de la casa.

Se trata de Juana Juárez, María de Jesús Cordero y la joven Juana María Cordero, de 19 años, quien sostiene sobre las rodillas a su pequeño hijo de tan sólo cuatro meses de edad.

Debido a la crisis en el campo, a la falta de empleo y también a causa de que en su familia ya no hay hombres que trabajen, su historia es un ejemplo más de la escasez de recursos que tienen muchos hogares zacatecanos para poder acceder a los productos de la canasta básica.

“Para comprar frijol no hay; de que tienen, compran maíz y lo muelen y tortean y, de que no, pues ahí andan consiguiendo la tortilla unas con otras”, asegura doña Juana, la abuela de la familia.

No obstante, hay un dato principal emitido por el Coneval que no coincide con la situación narrada por ninguna de las familias de Trancoso, ni en El Carmen ni en San Salvador, y que es la reducción entre 2010 y 2012 de seis puntos porcentuales del número de zacatecanos que están en pobreza, pasando del 60.2 al 54.2 por ciento de la población del estado.

Y es que la percepción de Juana Juárez por ejemplo es que, por el contrario, la situación se ha ido deteriorando desde hace unos años, en vez de mejorar, y comenta que “a veces va para peor, hay ratos que no hayas ni qué hacer para comer”.

La misma opinión tienen, en San Salvador, tanto Leticia Rodríguez como Ana María Trejo, quien es la esposa de José, el delegado y agricultor de la comunidad. Ambas aseguran que no cambió nada. “Está igual, como quien dice, este ranchito de aquí lo tienen en el olvido”, precisa Leticia.

Por su parte, José explica que en relación a sus cultivos la situación cada vez empeora más porque con la sequía de los años pasados había menos cosecha plantada y, por lo tanto, las pérdidas fueron menores; pero en esta ocasión ya habían invertido todo y con la granizada no podrán ni siquiera recuperar los recursos que gastaron en sus tierras: “Ahorita estábamos muy gustosos porque estaba lloviendo e iba muy bonito, se había puesto así bonito, entonces llegó el siniestro y nos acabó”, expone.

Conforme este zacatecano pisa la tierra, ahora seca, de sus campos va levantando pequeñas nubes de polvo que se quedan a ras de suelo, rodeando sus zapatillas blancas. A ambos costados del camino, los estragos de la granizada son visibles, pero la sonrisa permanece inmutable en el rostro de José mientras dice: “Vivimos aquí, como decimos, de milagro”.

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