La buena nueva ha dado la vuelta al mundo: el enemigo público número uno ha sido aprehendido, y puesto a buen recaudo espera ser llevado a juicio. Las altas autoridades reciben parabienes y un probo impartidor de justicia se dispone a descargar sobre los platillos de la balanza los pros y los contras puestos a su consideración, y así a la luz esclarecedora de la Ciencia Jurídica formular un irreprochable veredicto, emitido el cual serán cumplidos la letra y el espíritu de la Ley; empero lo mejor de todo es la certeza de que una vez que aparezca el sucesor, activo desde ahora, del reo cuyo arresto festinamos, y a la cabeza del cártel respectivo haya durante varios años extorsionado, violado, torturado, secuestrado, asesinado y un atroz etcétera; a condición de que sus víctimas intenten defenderse, y en consecuencia algunas de las mismas terminen asesinadas o encarceladas, y resulte además oportuno, aunque no necesariamente en ese orden; habrá llegado la hora de que el sucesor antedicho sea también capturado, y puesto a disposición de la justicia; con lo que habrán de resplandecer, una vez más, el Estado de Derecho y el Imperio de la Ley.
***
“…hemos comprendido cuando los empresarios han estado en situaciones difíciles porque no somos enemigos”.
“Bendita sea nuestra bandera. Nosotros pasamos a rendirle pleitesía a la estatura de Fidel Velázquez (sic), quien seguirá siendo ejemplo que nos marque el rumbo. En la CTM vivimos con nuestros muertos, no los olvidamos y sabemos lo que les debemos”.
Enfundado en un traje azul marino de Brooks Brothers, de los de doce mil dolarillos, entre otras enjundiosas frases pronunció el líder vitalicio de la benemérita CTM, don Joaquín Gamboa Pascoe, tras develar la estatua de sí mismo, en el sitio previamente ocupado por la de su discursivamente venerado Fidel.
Ni decirse tiene que acontecimientos como éste, nos devuelven la fe en la Humanidad. ■