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jueves, 28 marzo, 2024
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¿El feminismo está en cuarentena?

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Por: Nahui Hinojosa •

Siempre he creído que el patriarcado muta de muchas maneras, y, que algunas de ellas son muy perversas. Es un virus que se propaga de generación en generación, de familia en familia. Un virus que nos contagian inclusive desde antes de nacer, cuando en el ultrasonido se observa caracteres sexuales femeninos. Desde ahí empieza una realidad construida colectivamente. Pintan el cuarto de rosa, perforan tus orejas cuando eres recién nacida y te enseñan a vivir en silencio, para complacer a El Otro.

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El día de hoy, el mundo está viviendo una crisis, derivada de un extraño virus que se propaga en el aire. Una experiencia algo desalentadora, hay gente muriendo, infectada, falta de recurso públicos para el sector salud (En realidad, para todos los sectores) y un Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud muy simpático que nos pide quedarnos en casa mientras este virus se aleja, para así poder deshacernos de este problema pronto. El sentido común, la paranoia colectiva y los privilegios de clase han hecho que, quienes podemos, atendamos el llamado que se hace y mantengamos una sana distancia. A final de cuentas ¿A quién no le conviene que esto acabe pronto? Lo que pasa con esta situación, entre otras cosas, es que poco a poco se ha ido visibilizando la desigualdad social en la que vivimos. ¿Con que cara le pides al comerciante, al obrero, a la mujer que vive al día que se queden en su casa? Si podemos realizar el confinamiento mientras todo pasa y no tenemos miedo de quedarnos sin comer, quiere decir que somos afortunadas. Pero, la desigualdad económica no es el único problema al que nos estamos enfrentando, allá afuera, además de coronavirus, hay misoginia, machismo y patriarcado.

Lo más letal de este virus es que no se aleja estando en casa, que la sana distancia con el exterior no salva a la niña de tres años abusada sexualmente por su abuelo, su hermano o su padre. Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil con 5.4 millones de casos por año. De los cuales, la mayoría de las víctimas son niñas, un hecho que no debe sorprendernos (pero si indignarnos) debido al orden social estructural del mundo, que, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, ha mantenido. Pues la explotación, abuso, cosificación y violencia que se vive por ser mujer parece ser un problema tan normalizado y a veces, olvidado e invisibilizado. Tanto, que ya estamos acostumbradas a caminar por las calles con miedo a ser acosadas.

Hay afirmaciones que me cuesta trabajo hacer:

*Las mujeres abortan en cuarentena.

*Las mujeres son violadas en cuarentena.*Las mujeres sufren violencia machista en cuarentena.

Hace algunas semanas, miles de nosotras, las mujeres, salíamos a las calles de todo el mundo a exigir justicia para todas las que ya no están, para pedir la regulación de nuestros derechos reproductivos y, en general, para visibilizar la problemática histórica que nos pone como ciudadanas de segunda. Gritábamos contentas y rabiosas, con la esperanza de ser escuchadas. El día de hoy, existe una pandemia que nos obliga a quedarnos en casa, pero debemos mantenernos siempre atentas, pues hay pandemias muy viejas, con comportamientos aprendidos, que han logrado reinventarse y mantenerse vigentes.

Simone de Beauvoir nos dice:
“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

El derecho a decidir fue conquistado en Estados Unidas, gracias a la segunda ola del feminismo, en la década de los setenta. Años después, a consecuencia de un gabinete conservador, este derecho fue puesto en duda. Incluso, afuera de los hospitales que realizan este tipo de procedimientos, hay personas tratando de persuadir la decisión y autonomía de las mujeres con rezos y chantajes emocionales. El peligro de querer erradicar la violencia machista con leyes es que mientras las estructuras internas no cambien de raíz, los esfuerzos (o simulación) del Estado y de las corrientes liberales dentro de la lucha de las mujeres, serán totalmente en vano.

Como sucede con las pandemias, que se esparcen por el aire inevitablemente y, que se contagian si no tomamos las medidas adecuadas, lo mismo pasa con las enfermedades sociales. Han sido siglos de historia, de mujeres afectadas y contagiadas, la sana distancia que tenemos que hacer es, también, con la reproducción y normalización de las conductas que propagan lo que deja un saldo de mujeres asesinadas en las manos de hombres, que, no están enfermos, mas bien, son el mas sano resultado de todas estas ideas, son hijos sanos del patriarcado. Porque, creer ingenuamente que los 10 feminicidas que este país tiene diario, son la excepción a una regla, que ellos son el virus y no el resultado de lo que pasa cuando permitimos que se propague, es simplemente, falta de conciencia, de magnificación y realismo de la guerra que se ha vivido en contra de las mujeres.

El coronavirus terminará. La pandemia pasará. Claro, si tomamos las medidas adecuadas. ¿Hasta cuándo habrá un despertar para tomar las medidas necesarias en contra de otras pandemias que llevan siglos de historia? No permitamos nunca más que esta lucha colectiva quede enterrada. Que nuestra historia quede borrada.

Por eso compañeras, las invito a estar mas atentas que nunca sobre lo que pasa a nuestro alrededor, porque cuando la cuarentena acabe, el patriarcado seguirá allá afuera.

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