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viernes, 19 abril, 2024
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Alba de Papel ¿Cómo sobrevivirán esta contingencia los artistas populares?

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Sin seguridad social y económica, los músicos, intérpretes, mariachis, actores, ejecutantes, conjuntos, pintores, escritores y artesanos –casi siempre en crisis-, al postergarse o quedarse sin empleo a causa de la pandemia del Covid-19, hoy enfrentan una dura situación de sobrevivencia, en espera de que el gobierno los respalde con préstamos, o incluso con apoyos a fondo perdido.

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La propuesta no constituye una exageración, por el contrario intenta corresponder con responsabilidad a la instrumentación de una política pública urgente para estos grupos, históricamente marginados como es el caso de artesanos de origen indígena, dulceros y músicos populares que en su mayoría, en un marco de informalidad, realmente están careciendo del dinero necesario para el sustento diario de sus familias.

Una sombra pesarosa se cierne sobre este país, humillado muchas veces, por la incapacidad gubernamental, falta de empatía y sensibilidad, sin la menor idea de poner en práctica la política de la generosidad, para discernir con humildad y sentir con veracidad, lo que fuera del poder en sí mismo, necesitan los demás, los desposeídos, parias y pobres.

Frente a una realidad prevaleciente que pareciera atrofiada, no sólo paralizada para aquellos que tienen la posibilidad de gestionar y crear con pertinencia, los cambios inminentes que requiere el país, para aleccionar y apoyar a los marginados, se observa con espanto, que el ahora y el aquí está sometido a una política unidireccional que no admite el debate ni la contradicción, porque toda oposición será entendida como “enemiga”.

Con un deficiente sistema nacional de información cultural, a la par de las otras modalidades similares en los estados de la República, los padrones son absolutamente inexactos, pero por establecer un dato del INEGI del 2012, se estimaban entonces 13 millones de artesanos, donde más del 60 por ciento tienen raíces indígenas; los intérpretes y músicos populares se cuentan por miles en la geografía nacional, sin datos duros sobre los que son, pero que siguen vigentes, a pesar de la inseguridad y la violencia que los amedrenta diariamente.

En la Encuesta Nacional de Consumo Cultural (ENCCUM) también de 2012, el estudio arrojó que los artesanos mexicanos generaron ventas por 157 mil 654 millones de pesos, lo que representa un soporte estratégico de la actividad cultural y turística para generar riqueza económica. Asimismo, los músicos y colectivos populares forman parte significativa de lo que la actividad cultural genera para el PIB, que si no crece es debido a la falta de presupuesto y de gestión del patrimonio.

¿Por qué entonces permanecen invisibles y relegados de la política pública de los tres niveles de gobierno, en estos duros momentos para ellos?… Los cancioneros, trovadores, mariachis, teatreros, pintores y demás grupos con el carácter subalterno y grosero de lo popular, ¿Cómo transcurrirán esta emergencia que les ha cortado la voz, la nota, la interacción con su público, y el dinero?… Ellos también comen y pagan servicios básicos.

Las expectativas que había con el nuevo gobierno federal – que se suponía de verdadera izquierda, progresista y libertario-, lamentablemente han venido cayendo una a una, mostrando un paulatino deterioro de sus instituciones que pareciera, cumplen el requisito de acatamiento como misión cumplida y condición reglamentaria para permanecer dentro del grupo de poder que los incluyó.

La indiferencia por la cultura continuará la espiral de una nación agotada por la insensibilidad egocéntrica de las autoridades, de un pueblo sin formación, sin suficiente educación para exigir, y de una comunidad artística dividida, sin oficio político para fortalecer las demandas a las que tiene derecho.

Al interior de la República, las noticias llegan respecto a las quejas e inconformidades del gremio artístico por la discrecionalidad y falta de apoyo: desde editorialistas, escritores y cuentacuentos del programa “Contigo en la distancia” que la Secretaría de Cultura diseñó para paliar los reclamos de este grupo, hasta la temeridad provocada por el anuncio de la desaparición de sus fideicomisos por instrucción presidencial, donde destacan los que sostienen al Centro Nacional de las Artes, Fidecine, Foprocine, Educal, Cineteca Nacional y el FONCA (este último fundamental para estimular el trabajo de los creadores mexicanos).

Pese a lo que se diga, no hay ninguna información oficial que clarifique este desorden y mitigue la preocupación que lastima y que genera angustia social, a causa de la inseguridad provocada por estas decisiones desafortunadas, donde la cultura como parte fundamental de un proyecto, está ausente y por lo tanto, no es relevante para las autoridades ni para la sociedad mexicana.

Con estos anuncios en los informativos y en las redes sociales, ¿Qué esperar de los gobiernos, de las cámaras de diputados y senadores para acompañar a estos colectivos que resguardan la memoria, el arte, la tradición y la identidad de lo que somos como pueblo?…

Con el lastre de la pandemia que atemoriza a todos y la catastrófica paralización de la actividad comercial, cultural y turística a la que ha llegado porque se asume como necesaria, ante los reclamos de auxilio en distintos niveles, vuelve al centro la urgencia de organización, de planificación múltiple y de humildad para construir cadenas de solidaridad que correspondan a la grandeza de este país, uno que sigue caracterizado por gente buena, creativa, emprendedora y fraterna.

En este tiempo difícil para todos – tal como lo escribió Mario Benedetti- que el pesimismo y la cultura de la pobreza, no nos hagan desmayar, por el contrario, que se conviertan en denuncia, estímulo, propuesta y esperanza de un mañana mejor para todos y con todos.

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