En el mismo territorio ejercen mando tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal. Los tres ejercen estrategias e implementación de programas de forma simultánea sobre la misma población. Los programas de gobierno tienen similitudes y duplicaciones: al interior y entre los niveles de gobierno. Por ejemplo, en un análisis que organizó el gobierno del estado, verificó que en 115 programas se identificaron similitudes en 73. Programas que persiguen mismos objetivos aun con diferencias en sus estrategias de intervención. Pero al actuar dispersos, pulverizan recursos y disminuyen la posibilidad de conseguir resultados efectivos en la solución de los problemas del estado. Pues bien, ante el escenario donde los programas de gobierno han resultado ineficaces en la obtención de resultados positivos, es esencial que pueda existir sinergia entre los programas similares: unidad de programación, acción y recursos.
De hecho, la Lay obliga a planear sobre la base del Presupuesto en base a Resultados (PbR), lo cual implica que la evaluación de los programas se convierte en base de decisión para asignación del presupuesto. La evaluación de resultados puede englobar a programas similares en los diferentes niveles de gobierno. En ganadería, becas para estudiantes, apoyo a la vivienda, promoción del deporte y la difusión de la cultura, turismo, etcétera. La hipótesis del análisis comparativo de los programas estatales es que 115 programas pueden sintetizarse en 47. ¿Cuántos pueden reducirse si se juntan los programas federales? Falta hacer ese análisis. Pero como el marco legal es diferente: las respectivas leyes orgánicas de la administración pública por orden de gobierno; entonces, la única manera de lograr avanzar en este camino es una íntima e intensa coordinación entre los responsables del gobierno federal con el estado y los municipios. Pero esa coordinación supone tener claro los fines, propósitos, hipótesis causales y formas de implementación de los programas y, así, empatarlas. Voluntad política y habilidades técnicas.
Sin embargo, parece muy poco probable que esto ocurra si la delegación de gobierno federal no tiene el perfil político y técnico para hacerlo posible. En términos políticos se necesita habilidad para hacer acercamientos y altísima capacidad negociadora. En cuanto a las habilidades técnicas, debe saber de planeación a niveles sutiles. A la persona designada en el importante puesto de la ‘super-delegación’ se le ha visto poca acción. En su paso por la 63 legislatura, especialmente en la glosa del informe del gobernador, observamos con detenimiento sus intervenciones, esperando que mostrara el conocimiento de la realidad del estado de Zacatecas y las habilidades políticas y técnicas que mencionamos. Y el resultado de esa observación es contundente: no hay nada. Estamos ante un escandaloso vacío de capacidades políticas, técnicas y conocimiento del estado que representa, por lo que no podemos tener ninguna esperanza en ese tema. Si en todos los estados de la república hay esta misma realidad, tenemos motivos para estar preocupados. Ahora, la forma de gobernar exige altas capacidades relacionales para construir sinergias en los actos de gobierno. Así las cosas: en Zacatecas estamos marchitos.
