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martes, 23 abril, 2024
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El plan de desarrollo de Centroamérica es una iniciativa trascendente

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Las caravanas de migrantes centroaméricanos que hemos visto ingresar y cruzar por nuestro país hacia la frontera con Estados Unidos las semanas recientes, nos deben recordar que hace ocho décadas 30 mil hombres y mujeres, ancianos y niños, acosados por la violencia, la persecución, el hambre y el desamparo se vieron de golpe forzados a emigrar, dejar sus casas, sus pueblos, sus querencias y familias, buscar en otras tierras la esperanza de forjar vidas nuevas. Aquellos venían de la España golpeada por la dictadura franquista, a bordo de embarcaciones que cruzaron el oceano Atlántico y fueron recibidas en el puerto de Veracruz con los brazos abiertos por el gobierno del General Lázaro Cárdenas. El estudio de la experiencia de la integración de los exiliados españoles en la sociedad mexicana conduce, sin lugar a dudas, a reconocer que los que llegaron y los que aquí vivían, sumados, lograron resultados mucho más potentes, creativos y pertinentes. Con esa convicción deberíamos valorar el esforzado y sufrido éxodo de miles de centroamericanos en busca del sueño americano
Como lo señala Alicia Bárcena, es justo y oportuno recordar que Centroamérica tiene el proceso de integración regional más antiguo de América Latina, guiado por la Carta de la Organización de Estados centroamericanos (ODECA) y la firma en 1960 del Tratado General de la Integración Económica que creó el Mercado Común Centroamericano. La Cepal conoce bien este recorrido, pues le tocó ser gestora y promotora de ese proceso que ha permitido construir bienes públicos regionales sobre los cuales resulta más provechosa la acción conjunta, con nociones tan preclaras como el establecimiento de una unión aduanera, la liberalización del comercio intrarregional, y el desarrollo industrial basado en un mercado común centroamericano y la sustitución de importaciones. La Cepal trabajó también en el desarrollo de infraestructura regional, en el establecimiento de industrias claves.

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En la actualidad y frente a las tensiones que experimenta el proceso de globalización, es más urgente que nunca avanzar hacia un gran impulso ambiental para la igualdad y la sostenibilidad, sustentado en políticas públicas coordinadas que desvinculen el desarrollo económico de externalidades ambientales y mejoren la calidad de vida de la población con empleos dignos y bienes y servicios públicos de calidad y amplia cobertura. Centroamérica vive este cambio de época con el agravante de sus problemas específicos en materia de desarrollo económico y social y su alta vulnerabilidad climática y ambiental.

Sería muy afortunado que la respuesta de México y Centroamérica a la crisis de la globalización contenida en el plan de desarrollo regional firmado en Palacio Nacional por los presidentes de la región reunidos con motivo del toma de posesión de AMLO como nuevo presidente, esté guiada por tres principios: la búsqueda de la igualdad, una mayor eficiencia productiva y el reforzamiento de la integración. Todo ello en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. La igualdad debe estar al centro de la estrategia, ya que la subregión presenta niveles extremos de desigualdad derivados de la cultura del privilegio enraizada en sus países y en el orden internacional. La primera es la asimetría respecto al mundo desarrollado; la segunda es entre países; y la tercera, entre territorios y entre grupos sociales y étnicos dentro de cada país.

Avanzar en la reducción de esas desigualdades implica realizar acciones a nivel internacional, pero, sobre todo, a nivel subregional y nacional. Si bien puede haber avances considerables mediante imprescindibles medidas de alcance redistributivo, la productividad de la actividad económica en la subregión debe incrementarse aceleradamente para generar recursos que permitan reducir las disparidades de manera sostenible. La baja productividad de grandes sectores de campesinos minifundistas debe ser superada, lo que supondrá una mayor presión sobre los empleos no agrícolas. Dado el alto grado de informalidad del empleo urbano, en particular en los servicios, aumentar la inversión, la productividad y la competitividad es crucial para generar empleos dignos y así reducir las presiones hacia la emigración.

Pese a ello se debe resaltar que, al tiempo que Centroamérica enfrenta grandes desafíos en materia de pobreza, desigualdad, productividad y violencia interpersonal, también cuenta con un fuerte potencial, que se manifiesta en la gran biodiversidad, las profundas raíces culturales y una geografía privilegiada así como el más avanzado proceso de integración de nuestra región particularmente en el ámbito energético, la unión aduanera y la institucionalización de espacios de concertación de políticas subregionales. En este marco es oportuno plantear la profundización de la integración económica y social.

Al parecer, el plan de desarrollo para Centroamérica, procura atender las causas estructurales de la emigración que se origina en Guatemala, El Salvado y Honduras y humanizar su tránsito migratorio por México con un enfoque de derechos humanos a partir de programas de desarrollo y eventualmente de retorno eficaz a sus lugares de origen y con ello romper el ciclo migratorio. Ese documento puede ser la clave para la construcción de un acuerdo de Estados Unidos, Canadá y México para su financiamiento. ■

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