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martes, 19 marzo, 2024
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Renovarse o morir: las bibliotecas en juego

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 347 /  Promoción de la lectura

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Una de las problemáticas más constantes en muchas bibliotecas públicas del país es dar con el secreto de la atracción de usuarios. Además de una preocupación, debe considerarse una ocupación constante y un reto permanente. Ya he mencionado que la vorágine tecnológica nos tomó por sorpresa y que estas bibliotecas no han sido capaces de ofrecer alternativas atractivas a la población. Los factores de lo anterior son multicausales, endógenos y exógenos. Las autoridades y el personal bibliotecario deben diseñar estrategias que incidan positivamente en el incremento de la concurrencia a estos recintos.

Por principio, deben tener claro que los usuarios no llegarán ni por los mismos motivos, ni en la misma cantidad, ni bajo las mismas condiciones que hace treinta años. Seguir con las mismas prácticas es condenar la biblioteca al destierro. Esto lo hemos visto cuando se cierran o mudan bibliotecas y la comunidad permanece ajena. Por el contrario, cuando la biblioteca cumple su función social, la propia sociedad demandará su permanencia, e incluso, se involucrará positivamente en su conservación, en el mantenimiento de su infraestructura y en el enriquecimiento de sus acervos.

Una buena lectura del entorno permite identificar con cuáles instituciones se pueden establecer convenios de colaboración. Existen varios programas que ofrecen becas a estudiantes de nivel Medio Superior y Superior, los cuales podrían realizar su servicio social o estancia en las propias bibliotecas, engrosando con ello la oferta de servicios (asesoría de tareas), como de capacitaciones y talleres (de literatura, apreciación del arte, de investigación, divulgación científica, etc.), es decir, en una dinámica donde todos “ganen”: becarios, instituciones que otorgan la beca, bibliotecas y comunidad. Con ello también se invierte la noción de que la biblioteca es proveedora y la comunidad destinataria. Hacerlo al revés también funciona.

Las actividades de fomento a la lectura deben estar coordinadas por personas que lean. No basta poner en práctica los talleres que diseña el personal de la Dirección General de Bibliotecas porque, la experiencia así lo muestra, se privilegia el juego, la manualidad a la lectura o escritura. En muchas ocasiones esto propicia que se despoje a la lectura de su placer, del esfuerzo intelectual propio en la construcción de sentidos y significados. Buscar formar lectores desde la mera contemplación y conducción lleva a otros sitios, menos al puerto que se proponía. En resumen: es jugar al tío Lolo.

Finalmente debe explotarse todo aquello que la sociedad demanda y está en las posibilidades de las bibliotecas: museos efímeros, archivos sonoros, tradiciones y costumbres, cine clubs, conciertos didácticos, capacitaciones para la vida cotidiana, etc. Imponer concepciones, ideologías, paradigmas desde la comodidad del escritorio no resulta económico, eficaz, ni eficiente. Por el contrario, con ello se pone en riesgo la diversidad, el sentido crítico y propositivo, la inclusión queda sólo en el discurso y las bibliotecas seguirán, como aquella novela de González de Alba, siendo solas.

 

 

 

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