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viernes, 19 abril, 2024
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Una reliquia para re-leer

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Por: J. JUAN ESPINOSA ZÚÑIGA •

La Gualdra 329 / Libros

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Poseer un libro “raro” es un sueño recurrente de bibliófilos y lectores, otro es escribirlos. Pero detengámonos en lo primero. Un libro puede denominarse “raro” en función al material que fue utilizado en su elaboración, por el taller en donde fue impreso, por el número de ejemplares que conforman una edición e incluso a partir de su propia historia como objeto. Es decir, quién se negaría a otorgarle un espacio en su biblioteca a un libro que sobrevivió a un naufragio o a un incendio, a un codiciado Cromberger, a los libros de caballería de Miguel de Cervantes o a la primera edición en español de los Reyes Taumaturgos de Marc Bloch.

Con la fortuna de los que madrugan, acaba de llegar a mis manos un pequeño libro, flaquito y amarillo, que me ha hecho el día. Se trata de la Constitución Política de la República 1895. Aparte de mí, sólo otras 99 personas pueden presumir de poseerlo. Si poníamos atención a nuestras clases de historia recordaremos que durante el gobierno de Porfirio Díaz ningún Congreso Constituyente hizo de la suyas. En esencia lo que he adquirido es una reedición de la constitución juarista de 1857, con más exactitud, una edición que en 1895 se imprimió en Zacatecas bajo la tutela de Mariano Mariscal, destacado prócer de la imprenta decimonónica en el Estado.

Edgar A. G. Encina y Marco A. Flores Zavala, ambos universitarios y bibliófilos de cepa, son los encargados de redondear el excelente trabajo de la editorial Policromía, otorgando al lector escenarios en clave histórica y filológica acerca de esta joya centenaria. En sus estudios introductorios nos presentan el escenario zacatecano hacia fines de siglo, la figura de quienes estuvieron al cargo del cuidado e impresión de la Constitución —El Círculo de Estudiantes y el propio Mariscal—, los objetivos políticos que probablemente motivaron la aparición del texto, la naturaleza filológica que posee el impreso, desde los tipos hasta el papel utilizado y, desdeluego, la exploración del comercio librero en la región.

Conociendo a Edgar y a Marco, la publicación de este libro en específico no es un asunto baladí. Tampoco lo es que sea en este momento, sin duda, es una invitación a la reflexión. Las leyes juaristas siguen representando un pilar del Estado laico en el que hoy intentamos vivir, construcción que ha venido socavándose en el país con notable ilegalidad. Respetar el valor histórico es un asunto de civilidad que a poco debemos ir rescatando. En este tenor, felicito a Marco, Edgar y Yolanda Alonso —junto con todo su equipo—, por hacer memoria.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-329

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