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jueves, 18 abril, 2024
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Tiempo de pagar la deuda histórica con los pueblos originarios

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Por: La Jornada Zacatecas •

Mucho se discute si la llegada de los españoles a América fue un descubrimiento o un despojo. Lo cierto es que se estableció un sistema colonial donde todas las posesiones fueron arrebatadas a sus antiguos dueños. La sola llegada de los españoles diezmó la población india por causa de distintos virus contra los cuales los indígenas estaban indefensos. La metrópoli se dedicó a saquear materias preciosas que generaron riquezas fabulosas, lo que constituyó el equivalente a la llamada acumulación originaria en el inicio mismo del capitalismo en el mundo. En toda esta historia el indio fue negado. Aun así, la mezcla no se pudo evitar, y el mestizaje fue intenso, al grado que el grueso de la población de la Nueva España fue cada vez más de carácter mestiza. En contraste con la población de las colonias británicas en el norte de América, donde la separación entre razas y pueblos llevó a la casi extinción de esos pueblos originarios.

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En México, la situación de los pueblos ha sido por demás difícil. A pocos años de conseguida la independencia, por efecto de las reformas en la Constitución de 1857, el pensamiento y gobierno liberal los veía como una corporación, al igual que las iglesias; así que se dedicó a desmembrarlos. Es curioso que Juárez, de origen indio, fue parte de esta cruzada contra ‘las corporaciones indias’. Sus tierras eran declaradas baldías y confiscadas para darse en propiedad privada a ricos hacendados. Muerto Juárez, llegó al poder Porfirio Diaz, otro presidente oaxaqueño con algo de sangre india en sus venas, pero que arremetió contra los pueblos indios de manera salvaje. Recordamos la guerra contra los Yaquis y su casi exterminio por parte de las tropas del gobierno mexicano. La capacidad de sobrevivencia de todos esos pueblos es, realmente, sorprendente.

El México moderno no los ha tratado mejor. Siempre la consigna ha sido negarlos. En el presente histórico, en 1994 vivimos un levantamiento indígena inspirado en la lucha de Zapata en el periodo revolucionario. En un principio asistimos a la conmoción, y se puso en la agenda nacional el problema de la altísima marginación de los pueblos indios. Pero en poco tiempo la clase política conspiró para negarles la principal demanda que tenían en aquellas leyes sobre Derechos y Cultura Indígena: la autonomía. Sin embargo, por la vía de los hechos la han ejercido y con enorme dignidad. Ahora decidieron, desde el Congreso Nacional Indígena, lanzar una candidata a la Presidencia de la República. Deberán superar las altas bardas que imponen las reglas del Instituto Nacional Electoral. Y en este tramo seguimos observando racismo en muchos de los políticos y población de México: descalifican a Marichuy por su origen y su género juntos. Se revela a este país como racista de closet. La lucha que emprenden ahora mismo los pueblos originarios, tendrá que cambiar muchos de nuestros valores y sentido común con el que actuamos, para que, por fin, los pueblos originarios lleguen a tener la justicia que merecen y que se les ha negado. Buena suerte a Marichuy y todo lo que representa. ¡Vivan los pueblos indios!

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