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viernes, 19 abril, 2024
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La película Silencio: misiones jesuitas y ausencia de Dios

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

El cristianismo nace con la idea de ser enviado a transformar la tierra, de que se nace con una misión, la cual se descubre a través de una vocación. Eso es válido para toda persona. Pero hay algunos que son llamados a la misión heroica, que consiste en ir a lugares desconocidos y peligrosos. Y como sabemos, a expediciones que terminan en martirio. Toda misión, en general, tiene el riesgo de exclusión, cárcel, hostilidad o hasta la muerte, porque hacer crecer el reinado de Dios implica, tarde o temprano, el enfrentamiento con los poderes establecidos. Sin embargo, hay algunas misiones que son especialmente riesgosas, donde las posibilidades de muerte son más altas que las de salir vivo. Y la pregunta es, ¿cómo había jóvenes con la disposición de ir, con alta probabilidad, a la muerte? ¿Qué se requiere para que esto sea así? A los hombres actuales de la ética del jardín suena muy extraño que en lugar de buscar la seguridad, se buscase el alto riesgo.

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La Compañía de Jesús es una orden religiosa creada a la mitad del siglo XVI, y en pocos años tenía miembros misionando por todo el mundo. La película ‘Silencio’ refiere a una misión fracasada del siglo XVII al Japón, pero que pone de manifiesto una serie de eventos que son motivos para el pensamiento. Es el tiempo que en América está el (aun) jesuita Carlos de Siguenza y Góngora que le tocará vivir de cerca la producción literaria de Sor Juana, mientras él mismo compone su grande Libra Astronómica y Filosófica; y al tiempo que otro jesuita, el padre Quino, explora las californias y la actual Sonora.

Las misiones jesuitas son muy diversas e innovadoras: van creando modelos en el camino misional. Una cuestión fundamental genera los debates en la época sobre los modelos misionales: cuál es la relación de la evangelización con las culturas diversas en las que actúan los misioneros, es decir, ¿se debe promover la cultura europea junto con el evangelio o deben ir separadas? Parece ser una cuestión sencilla, pero fue muy peliaguda. Los jesuitas se fueron por el camino de la inculturación, lo cual significaba que el misionero debía sufrir cierta conversión cultural de los pueblos a los que llagaban, para hacer posible (después) la conversión religiosa de las personas de esos pueblos. Hacerse biculturales. Basados en el consejo de “la escucha del otro” de Francisco Xavier: escuchar a los otros es penetrar en su comprensión, y eso es imposible si no se comparte algo de la cultura de ese ‘otro’. Y el célebre consejo de Ignacio de Loyola: “tomar el modelo de ellos, con ellos, entrando con él, salimos con nosotros”, que significa algo así como ‘entrar con las de ellos y salir con las nuestras’. De esta manera se explica la práctica del famoso Mateo Ricci en China y de Roberto Nobili en la India. En sus retratos aparecen como un sabio confuciano el primero, y como un místico hindú el segundo. En China, la entrada fue con ayuda de las ciencias: matemáticas, astronomía y cartografía. Por ello, a muchos jesuitas de esta generación les llamaron ‘los matemáticos’, por su fuerte preparación en este terreno. Ricci tradujo a Euclides al chino y se hizo indispensable al emperador para la reforma de su calendario. Así, lograron esos ‘astrónomos jesuitas’ proteger su actividad misional evangélica.

Otra experiencia esencial es en América, pero lejos de la ola imperial de la conquista colonial. Me refiero a las conocidas Reducciones del Paraguay. Entre el siglo XVII y XVIII lograron crear una misión que fue ejemplo para los socialistas europeos: un cogobierno con los indígenas, con una economía basada en el trabajo colectivo sin propiedad privada y sin pobres, ya que los campos comunitarios los usaban para mantener a viudas, ancianos o familias en desgracia. Una educación basada en las artes (sobre todo la música) y una conversión sin prisas, donde no obligaban a los indígenas a hacerse cristianos, sino los iban seduciendo poco a poco. Con enormes sacrificios, los jesuitas consiguieron mostrar que otro mundo es posible.

Pero viene lo que muestra la película: parece que en los esfuerzos por la instauración del evangelio Dios guarda silencio. Las reducciones del Paraguay fueron destruidas por poderes imperiales portugueses y jesuitas portugueses junto a cristianos japoneses conversos terminan en un rio da sangre. ¿Y Dios dónde está? Se percibe su silencio. En todos los actos misionales el martirio equivale al cruel silencio de Dios. El propio Jesús dijo “¿Por qué me has abandonado? El silencio equivale a la ausencia de Dios. El mal parece efecto de una situación de abandono. Y este último es el factor del fracaso de la misión. La mayor paradoja es que la presencia de dios está justo en esos enviados a transformar la tierra, los cuales resultan liquidados. El caso de los sobrevivientes es a cambio del sometimiento al emperador. Pero ante el silencio, parece signo de sensatez: negarse al sacrificio estéril y optar por vivir. Conclusión: la presencia de dios no es sensata, o dicho de otra manera: toda misión tiene mucho de absurdo, de apuesta al aire. Como la propia creación lo es. Todo es vano (dice el Eclesiastés) y sin embargo el eco de una voz se escucha bajo la tierra. n

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