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martes, 23 abril, 2024
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¿Que para qué sirve el arte?

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Por: FERNANDO TREJO* •

La Gualdra 277 / Radio / Arte

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De niño recibí la carta de Jartum. De adolescente conocí a Yucatán a Go-Go en convivencia y hasta nadé con ellos en el hotel Safari, gracias a la gestión de Ray. Ya de joven escuché Radiombligo. Mi hijo se emociona cuando escucha «El coccodrillo come fa», o cuando alguna vez Zopilote le mandó un saludo al aire antes de entrar a su día de clases. Mi hijo conoció en el vestíbulo del Teatro de la Ciudad, las pinturas que Ray, tan atrevido y creativo realiza de un lápiz, una mesa, una lámpara de gas.

Es triste lo que sucede en el país. Es triste que nos quedemos callados. Es triste que los niños prioricen los juegos con armas -virtuales o de agua- que acercarse a las posibilidades inmensas que otorga un libro de Maurice Sendak, de Anthony Browne, conocer a Max, a Willy. De escuchar Radiombligo, por ejemplo. De asistir a conciertos, de ver El viaje de Chihiro, o Kiki, o Mi vecino Totoro del gran Hayao Miyazaki.

Comprendo que la vida es un instante. Que nos la pasamos buscando proveer. «Dios proveerá» decían las antiguas abuelas. Recuerdo que un ex jefe me dijo que hasta los 60 años, un hombre podía voltear a ver su vida y decir «Ah, vaya, que por fin puedo disfrutar a mi familia». Claro, porque se ha jubilado, porque obtiene una pensión, porque tiene todo el tiempo del mundo. Sin embargo, sus hijos han crecido, quizá disfrute a los nietos. Pero la sociedad, toda, se está perdiendo en la «inmediatez» de las cosas. Hoy todo está al alcance de un click. Disparar o no, es asunto de un click.

Y qué tristeza, amigos, amigas, familia, que los que iniciábamos a vernos otro ombligo en la sombra del niño que fuimos (que todavía somos), tengamos que sufrir porque a los grandes genios que crean ese cosmos desde el cerro del rebote, tengan que sufrir también, (como dijera Garrik «reír llorando»), al hacer algo que tanto aman, para que niños y padres comprendan que una hora en la mañana no es suficiente para entender que los oídos se enamoran de la vida y salgan a vivir, gracias a Radiombligo de los Conejos.

¿Que para qué sirve el arte? Para enamorarnos, para vivir, para entender que la vida es diferente si te enamoras de un personaje, si te emociona ser como Willy el mago, si te entusiasma plasmar en una servilleta un corazón deforme con un palillo remojado en café, si te recuerda al niño que fuiste una canción de Chico Che (como es mi caso).

¿Que para qué sirve el arte? Ya lo decía Keating, el profe de literatura de La sociedad de los poetas muertos, al referirse a la poesía: «No leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, los negocios y la ingeniería son carreras nobles y necesarias para la vida. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor… son las cosas que nos mantienen vivos».

¿Que para qué sirve el arte? Para sensibilizarnos ante situaciones que nos rebasan, para ser críticos, para ser creativos, para darnos a entender, para comunicarnos, para atrevernos a decir cosas que no decimos nunca, para abrazarnos, para constituirnos como seres nobles y humanos, para comprendernos, para ser libres, para amar, para perdonar, para volar fuera de los límites que nos permite lo terrenal, para comprender que volar no es tan solo una metáfora.

Ya lo decía Antonio Flores: «Puedo correr sobre las olas del mar. Puedo viajar sin moverme del sofá». Y eso nos permite el arte. Y el arte se aprende jugando, el arte es un juego, y el juego es Radiombligo, y el arte entonces lo aprenden los niños y los padres que escuchamos Radiombligo.

Los niños son los artistas que nos enseñan a ser niños a los que somos grandes. Y cómo? jugando, creyendo, escuchando, pensando que somos infinitos océanos, gigantes dinosaurios, inmensas tormentas, garras devoradoras de dulces, labios trituradores de besos, y también seres ínfimos como una partícula de silencio invisible, o la uña mal oliente de un zombie. Porque ya lo decía Picasso: «Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer».

Mi abrazo solidario a todos los niños que somos los padres de pequeños artistas. Escuchemos Radiombligo a pesar de la adversidad del sistema que prefiere enmudecer que mirarnos a la cara. Mi abrazo a Zopilote y a Gaviota y a todo el equipo, porque por ustedes, los miles de pequeños artistas que nacieron escuchándolos, la única arma que conocerán, será la que esté, como escribiera Gabriel Celaya, cargada de futuro.

*Desde Chapu, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-277

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