I

Hace poco veía en televisión a un otrora indómito y rebelde rockero que, ciertamente, vivió y soportó las vicisitudes y adversidades a las que estuvo sometido el rock desde mediados de los pasados 70, hasta finales de los 80, pero que hoy casi se cuelga el molcajete, lo que a mí me parece totalmente respetable, sobre todo por tratarse de una figura de tal magnitud. No obstante, no es esto precisamente lo que me llevó a escribir las presentes líneas; en todo caso, lo que me movió a la reflexión, tras ver esa presentación televisiva, fue la relación que hay o puede haber entre religión y rock, y si ésta es posible.

Todas las religiones del mundo, a las cuales respeto, tienen elementos que les son comunes, y que parten de la creencia en una Divinidad que lo trasciende todo, incluida nuestra arrogante e insignificante capacidad de raciocinio. Sin embargo -y es algo que puede ser entendido, mas no siempre aceptado- todas también se asumen como la única verdadera, algo que suele resultar complicado, ya que eso nos coloca ante la puerta de la intolerancia. Todos nos hemos dado cuenta de los crímenes (incluso de lesa humanidad) y las guerras que se desarrollan y se han desarrollado por cuestiones religiosas en muchas regiones del mundo. Son temas delicados pero no secretos.

A eso hay que agregar las severas posturas que adoptan algunos cultos ante movimientos, expresiones y organizaciones sociales que les pueden llegar a resultar riesgosos, tales como el arte, la literatura, la filosofía y algunas manifestaciones musicales o egregios músicos como el propio Paganini. Respecto al rock, nadie puede negar que durante bastantes años, algunas instituciones religiosas lo condenaron enérgicamente, así como a los “anti-valores” que promueve, a grado tal que muchos jóvenes se vieron relegados e incluso expulsados, no sólo de sus círculos sociales, sino de sus propios recintos familiares, por ser adeptos o simpatizar con el género musical, y digo lo menos, ya que fue bien sabido que en otros puntos del orbe, y por qué no decirlo, en algunos lugares de México, se tomaron medidas más drásticas. Todo ello, motivado por el afán de mantener alejado al maligno; ¿será que cuando se asume el dogma, se olvida el diálogo? Es pregunta.

Aún recuerdo, todavía en la preparatoria, expresiones como “esa música es del diablo” o “esas canciones son de mariguanos”, por mencionar tan sólo algunos comentarios. No niego que incluso a mí me llegaron a marginar de algunos círculos sociales por ser un apasionado del rock (aunque, con honestidad, para lo que me preocupó). Esas posturas lógicamente no surgieron de la nada, son a todas luces inducidas, promovidas por sectores muy conservadores que no quieren ver ni oír más allá de lo que se les tenga permitido; lamentablemente, afectan en mayor o menor medida a los jóvenes que, movidos por el rock, buscan pensar por sí mismos o entablar diálogos que vayan más allá de lo frívolo o lo superfluo.

Empero, ¿qué actitud ha tomado el rock ante esto? No niego que en muchos casos ha asumido una postura de enérgica protesta, que ha llegado a derivar en actitudes que no están a la altura; sin embargo, esos movimientos, afortunadamente, son los menos. Por lo regular, la cultura del rock, para variar, ha asumido a las religiones, de allí que sea común encontrar agrupaciones de todos los subgéneros y estilos con mensajes religiosos; de entrada se me vienen a la mente los grupos norteamericanos Petra, Believer o P. O. D., y en nuestro país, Puño de Hierro o Exousia, por mencionar algunos. Los ejemplos abundan, y no únicamente de grupos cristianos o católicos, sino de otras creencias religiosas; recordemos también My sweet Lord, de George Harrison, o Hare Krishna, de Galt MacDermot.

http://www.youtube.com/watch?v=JKBB8JzEcc4

http://www.youtube.com/watch?v=TEItHWhqQFU

http://www.youtube.com/watch?v=LqBHpKHCy3Y

http://www.youtube.com/watch?v=5WpCCUpJyd8

http://www.youtube.com/watch?v=_kBTNoeqo2k

http://www.youtube.com/watch?v=9qdKZBXMX5E

Lo anterior responde a la naturaleza del rock. Insisto, no todo en él es miel sobre hojuelas, ni sus protagonistas son una blancas palomitas, pero si hay que reconocer que una de sus principales características es la tolerancia, valor que merece tenerse siempre presente y, sobre todo, practicarse. Esa también es otra de las cualidades que admiro de este género musical que derivó en una cultura capaz de llegar a casi todos los rincones del planeta. El rock se apoya en aquellas características comunes a la mayoría de los seres humanos y las promueve en un ambiente de respeto y convivencia; busca estar más allá de cualquier ideología, postura religiosa o política y promueve el diálogo y la reflexión sin la intención de ideologizar; asimismo, invita a conocer más sobre la otredad, por medio de la música. El rock nunca ha propiciado una separación tajante entre sus escuchas y seguidores; si bien, hay estilos con los que no estemos de acuerdo, eso no nos lleva a tomar una postura en contra, simplemente nos volteamos y optamos por otro.

En el rock las religiones importan y no. En primer lugar, porque no debemos tener una postura religiosa o ideológica para poderlo escuchar y disfrutar, todos lo podemos hacer independientemente de nuestra creencia o no en un Ser Superior; y segundo, porque al rock, cuando cree, tampoco le es ajena la espiritualidad, entendida así, como esa convicción o necesidad de creer que hay una Divinidad que mantiene el orden universal (inconmensurable o con el nombre o símbolo que cada quien le quiera dar), dándose la oportunidad de expresar sus sentimientos al respecto, y está en plena libertad de hacerlo o no, al igual que puede manifestarlo en un sentido contrario, en caso de no creer. Así pues, mientras algunas religiones quisieron marginar al rock, éste las asumió en el mejor de los términos.