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miércoles, 26 junio, 2024
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Pensiones: evaporación de las expectativas de una vejez digna

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Estamos en problemas serios: la mayor parte de la población seremos dentro de poco adultos maduros o mayores, y por ello, estaremos haciendo presión para tener una pensión, y no hay algo preparado para eso. Si la ley modificó la edad para jubilación a 65 años cumplidos y el nivel de vida está alrededor de los 77 años, significa que el sistema de ahorro nos debe dar para vivir para 12 años sin trabajar. Y si lo queremos hacer con cierta dignidad, significa que debemos ejercerlo con un mínimo de 70 por ciento del monto del último salario. Sin embargo, la realidad es cruel, negra y fría. En primer lugar, 6 de cada 10 mexicanos están fuera o excluidos de cualquier sistema de pensión posible, debido a que el derecho a este tipo de jubilación está ligado al trabajo formal. Y como el mercado de trabajo es heterogéneo, sólo 40 porciento podrá aspirar a recursos para cierta tranquilidad de la vida en vejez. Pero no es todo, de este último porcentaje citado, la mayor parte del mismo está en riesgo de retirarse con 35 por ciento del monto de su último salario, lo cual es insuficiente para vivir. Estamos en verdaderos aprietos.

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A pesar de que el sistema de pensiones en México se modificó desde hace 18 años, pensaríamos que ya se habrían visto los ajustes para evitar los riesgos aquí descritos, pero no es así. Ahora nos dicen que no basta que hayamos migrado del sistema solidario al de cuentas individuales, y que hayamos pasado de 10 a 25 años de aportación, sino que el monto de aportación deberá subir paulatinamente de 6 a 15 por ciento del salario, si se desea una pensión que permita sobrevivir. ¿Y el ahorro público? En el caso de los sistemas de ISSSTE (y similares) no está programado sólo para ahorro privado y personal, sino que el Estado debe ahorrar e invertir dichos ahorros para que las utilidades permitan desahogar la preocupación de los trabajadores al momento de su retiro. Sin embargo, ahí la cosa no marcha bien. El ahorro y la inversión pública son deficientes y opacos. Los bienes y las formas de hacer crecer el capital de los trabajadores no son claros. Se proponen ventas de bienes que son rentables y no se ofrecen justificaciones razonables para hacerlo. Lo cual despierta sospechas de uso inapropiado de esa riqueza. Y como el tema es muy delicado debería ser tratado con máxima publicidad y transparencia.

Deberíamos estar observando la transición hacia un sistema de pensión universal que no dependa del puesto específico que guardemos en el mercado de trabajo. De tal manera que todo mexicano por el hecho de serlo, tenga asegurado el derecho a una vejez digna sin trabajar. Además, que podamos migrar de un trabajo a otro y portar nuestro patrimonio sin temor a perderlo. Pero no vemos nada de esto. Seguimos con un sistema fragmentado, desigual e injusto. Hay un largo túnel por delante, y la luz del final es una utopía.

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