■ Don Tomás narra que aprendió la actividad junto con su hermano hace 30 años
■ Ahora la gente compra su vestimenta en las tiendas que las fabrican en serie, lamenta
“Muchos jóvenes ya no saben qué es una sastrería, ni lo que se confecciona o de qué se trata”, a pesar de que algunos las visitan para que les “entuben” sus pantalones. Es un oficio que se encuentra en peligro de extinción, lamenta Tomás Lumbreras, uno de los dos hermanos que atienden la sastrería que lleva su apellido.
“Algunos jóvenes vienen pero también mandan a sus mamás. Quieren los pantalones de mezclilla muy entubados y se los dejamos como quieran”, agrega.
El oficio lo aprendieron hace más de 30 años gracias a la instrucción de don Pancho de la Torre Alatorre, quien tenía su taller en la avenida Hidalgo. Su hermano fue el primero y pronto vieron la oportunidad de que Tomás también se iniciara en esta práctica, pues el trabajo de la construcción le parecía muy pesado.
30 años después continúan “levantando” bastillas, poniendo cierres, botones y realizando uno que otro arreglo a las prendas que aún les llevan a su localito ubicado en la avenida Hidalgo, poco antes de llegar a la calle Juan de Tolosa.
En aquel tiempo, recuerda, casi no hacían trabajo de compostura, sino confeccionaban trajes, pantalones, faldas y chalecos. Ahora la gente compra su vestimenta en las tiendas que las fabrican en serie. Los pocos clientes que aún llevan sus prendas les permiten obtener ganancias para mantener a su esposa y a su hijo de 18 años de edad.
Sentado frente a la máquina de coser, en un espacio de aproximadamente dos metros cuadrados, Tomás arregla un short playero al que le falta un cierre mientras narra que ese pequeño local que rentan desde hace 13 años, es el área en que trabajan por la mañana y su hermano por la tarde.
Su especialidad es el traje de hombre: pantalón, chaleco y saco, piezas por la que cobran 2 mil pesos y entrega en 3 días, así como trajes sastre para mujer, sin embargo hace casi 10 años empezó a disminuir la solicitud de este tipo de prendas, así como de los ingresos, pues en promedio gana 200 pesos por día.
“Por poner un cierre cobro 40 pesos, por entubar un pantalón 40 o 50 pesos, si regatean 40. Si tengo trabajo les cobro 40, con eso nos conformamos. Hay semanas que no nos damos abasto, pero otras no hay trabajo aunque nunca estamos de oquis”, agrega.
Ese pequeño espacio en que trabajan los dos hermanos Lumbreras almacena decenas de bolsas negras acomodadas en dos repisas. Al interior de éstas se resguardan prendas que esperan por sus dueños. Algunas de ellas ya tienen hasta 10 años, pero don Tomás se niega a desecharlas, “no vaya a ser que los dueños vengan a reclamarlas y no las tengamos, qué tal que nos demanda o algo”, bromea.
Los hombres ya no quieren ser sastres
Este oficio, dice don Tomás de 50 años de edad, está desapareciendo en los hombres. Ahora son las mujeres quienes se interesan en aprender sobre el diseño y confección de prendas. Ni su influencia ni la de su hermano han podido crear algo de interés por este oficio en su hijo.
Sin embargo sus esfuerzos se enfocan en mantener vivo este oficio. Don Tomás es integrante de la Federación Mexicana de Sastres que realizó en Zacatecas su reunión nacional en 2009 y entre las actividades en esta organización, los sastres son capacitados en la confección de prendas para mujer, en ese afán de mantenerse vigentes.
“No queremos que este oficio caiga, porque sí ha ido cayendo. Los hombres ya no se ve que quieran aprender, mujeres sí, sobre todo jovencitas. A mi hijo nunca le ha gustado, nunca ha querido”, lamenta.
De 15 sastres que la integraban la asociación en el estado cuando ésta inició en 2004, sólo quedan siete, de los cuales dos son mujeres. A pesar de ello se reúnen cada viernes a las 8 horas para capacitarse y convivir con la intención de salvar al oficio.
El 13 de noviembre celebran con misa y comida el Día del Sastre y a su patrón, San Homobono, un santo que para don Tomás era desconocido hasta que conformaron la asociación, pero la convivencia entre los sastres que aún quedan en el estado y sus familias es unos de los objetivos principales.
Además la participación de los sastres en la peregrinación del 5 de septiembre al cerro de La Bufa, como parte de las celebraciones del Día de la virgen del Patrocinio, es una oportunidad más de darse a conocer.
“Va a llegar el momento en que este oficio va a desaparecer aunque siempre habrá quien necesite una bastillita, pero ahora será un oficio de mujeres. Se está viendo que el oficio va a cambiar”, lamenta don Tomás mientras se dispone a continuar con la reparación de la vestimenta playera.