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domingo, 20 abril, 2025
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Estereotipos de Género y la Protección de la Familia

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Siempre y en casi todos los aspectos de mi vida recurro a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en dónde los Derechos Humanos Fundamentales nos marcan la pauta para exigirlos al estado y defenderlos como sociedad; así el Artículo 4° establece importantes garantías vinculadas con lo más preciado que tenemos como colectividad: la igualdad que debe prevalecer entre el hombre y la mujer en primer lugar, después la protección de la familia por parte de la Ley y la igualdad sustantiva de la mujer como derecho que debe ejercerse bajo la tutela estatal. En tan solo el primer párrafo, la Constitución Política Federal describe trascendentales derechos que dan fortaleza a instituciones como la familia sin la cual, no puede entenderse a la sociedad, pues desde mi perspectiva, es ahí donde inicia el origen del propio estado y, posiblemente, su fin. Es la familia el espacio en el que los individuos encuentran el sosiego, la formación inicial y la más importante, es el lugar en el que encontramos identidad y sentido de pertenencia hacia la nación. En la familia tenemos la estructura que nos formará como ciudadanos responsables ante la colectividad. Por el contrario, una familia desarticulada o con alto grado de violencia impregnada de sustancias tóxicas, alcohol o con actividades ilícitas como modus vivendi, generará individuos nocivos para ellos mismos y para la sociedad; emergiendo como potenciales generadores de violencia que actuarán sin escrúpulos contra quien sea, con tal de lograr sus oscuros fines. Por otra parte, para poder entender el tema de los estereotipos de género, debemos recordar que el sexo es una diferenciación natural que distingue a los machos y a las hembras, a las mujeres de los hombres, por su parte, el género es una condición social que reconoce roles, comportamientos y características aceptadas y respetadas por un determinado grupo; así las cosas, una familia bien educada y estructurada, podrá tener la apertura a una igualdad efectiva entre el hombre y la mujer, generando el respeto hacia sus mismos integrantes, reconocerá sus diferencias y gustos y, pese a esas diferencias, seguirán presentes en la unión familiar, pero además, tendrán la posibilidad de admitir y defender los nuevos estereotipos que ejercen un determinado grupo o individuos e, incluso, aceptar que la propia familia va evolucionando en su integración y funcionamiento. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha dispuesto que un estereotipo de género es una visión generalizada o una idea preconcebida sobre los atributos, las características, o los papeles que poseen o deberían poseer o desempeñar las mujeres y los hombres, según la ONU, estereotipo de género es perjudicial cuando limita la capacidad de las mujeres y los hombres para desarrollar sus capacidades personales, seguir sus carreras profesionales y/o tomar decisiones sobre sus vidas, ya sean abiertamente hostiles o aparentemente benignos, los estereotipos perjudiciales perpetúan las desigualdades. De acuerdo con la ONU, los estereotipos de género agravados y cruzados con otros estereotipos, tienen un impacto negativo desproporcionado en ciertos grupos de mujeres, como las de grupos minoritarios o indígenas, con discapacidades, las de grupos de castas inferiores o con un estatus económico más bajo, las mujeres migrantes, etc. Los estereotipos de género se refieren a la práctica de atribuir a un individuo, mujer u hombre, características o roles específicos por la sola razón de su pertenencia al grupo social de mujeres u hombres. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas sentencia que los estereotipos de género son ilícitos cuando dan lugar a una o varias violaciones de los derechos humanos y las libertades fundamentales, por ello, los estereotipos de género erróneos son una causa frecuente de discriminación contra las mujeres y constituyen un factor que promueve la violación de un amplio abanico de derechos, como el derecho a la salud, a un nivel de vida adecuado, a la educación, al matrimonio y a las relaciones familiares, al trabajo, a la libertad de expresión, a la libertad de movimiento, a la participación y representación políticas, a un recurso efectivo y a no sufrir violencia de género. Así las cosas, una familia bien integrada y con valores, evitará en la práctica algunas conductas que se orienten a promover la discriminación, la violencia y las falsas ideas que no contribuyen a la igualdad entre las personas ni en nuestra comunidad. Finalmente, considero que del tipo y estructura de la familia dependerán el presente y el futuro del propio estado.

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Álvaro García Hernández

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