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martes, 27 mayo, 2025
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Una y otra vez

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Mi hijo Ángel cumple 25 años, motivo de muchas batallas y declaraciones de luchas y ofensivas y estudios y de amores que se pusieron en el camino para ser más que un buen hijo y, además, el despliegue de países y ciudades y escuelas y las muchas experiencias con un nivel de protección y alucine que siempre esperé en el camino de la vida. 

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Trato de llevar una bitácora emocional de nuestra vida y sin alterarme, recuerdo a mis padres, mis abuelos maternos y paternos, mis bisabuelos , las tatas, los ancestros, la lógica esa de acumular experiencias aunque uno no quiera, desistir  de ser adorador infame de una leyenda que se fue haciendo en los caminos de la vida llena de revoluciones, migraciones y hasta desgracias, siempre la precariedad y ante todo, la ventura de ser del pueblo gitano autosuficiente y sin engañar a nadie, ni esquilmar, ni convencer, solo toparse en el camino.

Me sorprende que mi hijo sea ateo abiertamente. Sergio Espinoza Proa estaría completamente feliz al verme acorralado ante tal disyuntiva, le dije a mi pedazo de alma: siempre agradece a Dios o a una fuerza superior -quizás el destino manifiesto-a tu manera, con dignidad, con fe, con agradecimiento, a su madre fallecida prematuramente, a sus abuelas que tanto lo quisieron, a mis amigos y amigas y hasta amores que siempre lo han considerado como un ente milagrero, sencillo, sin vicios, enamorado, amiguero y muy divertido, que sepa agradecer, guiarse por el camino correcto, ser solidario, muy musical, sin fronteras, hacer hijos, tocar música en la noche inmensa.

¿Por qué cuento esto? ¨ 

La jornada zacatecas siempre defiende nuestros derechos, desde hace 13  o  14 años en que escribo en este diario prestigioso, he sentido la absoluta libertad de replegarme en los sentimientos y la intuición, víspera del fervor por un periodismo de altura y repleto de la historia patria y de las vivencias colectivas de un país que está por cambiar al mundo entero, por ello, el hecho de escribir evoca y disloca, atrae y conjura, dice: este es mi estipendio, mi principal meta, mi coordinación para avanzar en la vida y por ello me guio por la intuición, ir a la zona de la quemada o los sacramentales de Jerez o Villanueva, sus archivos energéticos, la compilación exacerbada de su historia de más de cuatro siglos muy bien ordenados en la injuria, el trabajo, la sublevación, la edad del porvenir.

Beneficio mío y de mucha gente que nos congregan a que este diario sea tan abierto y movilizador de noticias, columnas, separatas, suplementos, editoriales y documentales fotográficos de gran altura que nos siguen moviendo, estremeciendo, enalteciendo la libertad de palabra y de la alegría de seguir en la ruta de ser como somos, mi hijo tan querido y añorado es mi ente sufragante de episodios y de aventuras que siempre he de proteger y de adelantar como una guía milagrosa en nuestras vidas y luchas para todos, sindicales, de paisanos, de gremios, de partidos y escuelas de amaneceres conjuntados.

Con Ángel la argentina fue más fácil, más venturosa, llena de tareas y de gente que se apareció en nuestra vida como entes milagrosos, escuelas, maestras, educadoras y colectivos, trenes y diseños de alta gama, provincias y rutas poderosas muy musicales, de mucha longevidad, de espectacularidad y de bravía esperanza, mítines, fiestas religiosas, abuelos de la esperanza entre nosotros y las montañas.

Al mismo tiempo el pueblo argentino se maravilló que dos mexicanos de tan lejos lugares fuera a sus barrios y les leyera de su suerte y su destino y lo glorioso de su historia verdadera, tiros de minas y grandes océanos de peces increíbles y pescas que le daban competencia a los grandes episodios entre dos pueblos que se querían desde antes que nacieran, de ahí que la luna fuera la misma y al mismo tiempo la buena suerte para entender todito y desde muy lejos ambos quereres fueran camperos y gauchos y campiranos demostrando el amor verdadero.

Ángel Praga Aguilar Vaquero, 25 años, y su novia y su suegra la doctora, y los quereres por todos lados, la libertad, la alegría, las tías, las grandes primas cantoras, luego, las ciudades milagrosas de Zacatecas y San Luis y de José C. Paz, el gran buen aire que nos protegió y lo será para siempre.

Un cuarto de siglo, venimos desde muy lejos para decirles cuanto los queremos, aquí estamos escribiendo y demostrando que el cariño va más allá de la lucha popular y del periodismo gitano que alumbra y en el claro del monte les dice que a todos los queremos, pueblo en la montaña, razón de ser y caloría y desmadre bien organizado.

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