Fue un político y periodista mexicano. Nació en San Antonio Eloxochitlán, Distrito de Teotitlán del Camino, del estado de Oaxaca el 16 de septiembre de 1873. Había tenido dos hermanos, Jesús que nació en San Simón el 6 de agosto de 1872 y Enrique en Teotitilán del Camino el 13 de abril de 1877. Sus padres fueron Teodoro Flores, indígena de pura raza y Margarita Magón, mestiza.
Su padre luchó con las armas en la mano, contra las tropas norteamericanas en la guerra de 1847 y, siendo liberal se unió a Juárez durante la Guerra de Reforma y durante la intervención francesa y el Segundo Imperio, alcanzando el grado de coronel en las tropas republicanas. Muere en 1893 y su madre, cuando sus tres hijos se encontraban presos.
Ricardo Flores Magón se arranca del viejo y fecundo tronco liberal, en el congreso histórico convocado por el ingeniero Camilo Arriaga, para manifestar que no es el clero el único causante de los males del pueblo, sino el régimen oprobioso, semiasiático, que sobre las bayonetas de un ejército de forzados, se mantiene en forzado equilibrio.
Desde entonces la voz de Ricardo Flores Magón, la voz de todos los que lo siguen, la llama vigorosa de sus proclamas y de sus llamamientos acompañará, se adelantará muchas veces, será como la conciencia de las masas oscuras de peones, de obreros, de todos aquellos para los cuales “no había un puesto bajo el sol”.
El 7 de agosto de 1900, se publicó el primer número del semanario “Regeneración” que fundó junto con su hermano Jesús. Aquel puñado de hojas, se convirtió en la antorcha gigantesca que prendió el fuego de nuestra Revolución. Unos cuantos hombres se reúnen y mediante sacrificios enormes, en medio de una persecución feroz de los gobiernos de México y de los Estados Unidos, editan constantemente el periódico.
“Regeneración” es un periódico modesto. No posee rotativas, ni servicios cablegráficos ni de fotógrafos. Quienes llenan sus páginas no poseen prestigios sólidos en el periodismo ni en la literatura; pronto, sí, se les mencionará en las actas de los juzgados y en las órdenes de detención de la policía.
No merecen el favor, ni siquiera la benevolencia oficial, ni disfrutan de una publicidad jugosa. Por el contrario, desde que nace “Regeneración”, es puesto en el índice y quienes lo redactan, lo imprimen y lo distribuyen, son objeto de persecuciones y torturas. Y hecho maravilloso: aquellas hojas de magras columnas, impresas “hoy aquí y mañana allá”, redactadas muchas veces en las sombrías galeras de la cárcel; sin recursos, sin publicidad, lleva a cabo su tarea con honor.
Los atropellos que sufren los peones; las matanzas de indios yakis y mayas; las espantosas exacciones manchadas de sangre como las de Papantla; las heroicas luchas de los campesinos que en Acayucan dan cara a los esbirros porfiristas, encuentran en “Regeneración” no sólo nueva vida, sino difusión, aliento, son elevados a la categoría de ejemplo, de enseñanza, que el curso rápido de unos cuantos años, madurará en luchas cada vez más poderosas.
Pero “Regeneración” no es solo el agitador colectivo, es también el organizador de las primeras grandes acciones de masas de los trabajadores mexicanos. A manera de crisol, “Regeneración” va depurando, orientando, precisando, los objetivos que los obreros y los peones deben asignarse en la lucha sangrienta contra el porfirismo. La conciencia larvada apenas, grana merced al aliento y a la difusión que irradia “Regeneración”. La siembra comienza a dar sus frutos.
Un grupo selecto de mineros de Cananea, hombres conscientes y decididos, fundaron el 16 de enero de 1906, a iniciativa de Manuel M. Diéguez y Esteban B. Calderón, en el campo minero de Buenavista, sobre la sierra, la “Unión Liberal Humanidad”. Tal organización era de carácter secreto, conectada directamente con la “Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano”. A ella solamente ingresaban elementos probados. Naturalmente que tal tipo de organización, no bastaba para un trabajo de masas. Calderón y Diéguez se proponían constituir una agrupación nacional sindical.
En los días en que la huelga de Cananea era rota y sus dirigentes sepultados en San Juan de Ulúa, el fuego renace en Veracruz, un grupo de trabajadores textiles de Orizaba, encabezados por Manuel Ávila, tejedor, y secundado por los hermanos Genaro y Atanasio Guerrero y José Neira, promueven la fundación de una organización obrera. Después de ardua discusión acuerdan formar el “Gran Círculo de Obreros Libres”.
Cinco cláusulas lo constituyen:
1.- Mesa Directiva, formada: Presidente, Ricardo Flores Magón. Vicepresidente, Juan Sarabia. Secretario, Antonio I. Villarreal. Tesorero, Enrique Flores Magón. Primer vocal, Librado Rivera. Segundo vocal, Manuel Sarabia. Tercer vocal, Rosalío Bustamante.
II.- Los trabajadores que estén der acuerdo con esta organización, constituirán en sus poblaciones residentes sucursales dependientes der esta matriz.
III.-Enviarán una cuota mensual que se invertirá en gastos que requieren el cumplimiento de la siguiente cláusula.
IV.- La Junta distribuirá recursos a los luchadores sociales y sostendrá a los presos por la dictadura. Además, fomentará publicaciones opositoras.
V.- La Mesa Directiva guardará en absoluto secreto, los nombres de los firmantes de este Círculo.