Se acabó, el primer sexenio de un gobierno de izquierda llega a su fin, este 30 de agosto el presidente Andrés Manuel López Obrador pasará la estafeta a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, retirándose de la política de forma definitiva según sus propias palabras.
El cierre del sexenio no podía ser de otra forma; la oposición desconociendo sus logros y acusándolo de ser un dictador y los obradoristas señalando los cambiaos alcanzados, pero sin reconocer los errores cometidos.
Más allá de los logros o desatinos del actual gobierno hay que reconocer dos cosas de este sexenio; primero, la politización de la sociedad, muchos ciudadanos que antes no manifestaban sus preferencias políticas, en este sexenio lo han hecho y aunque nos queda mucho como sociedad, para saber informarnos de fuentes confiables y no caer en tanta desinformación, es un gran paso de cara al futuro de nuestra democracia; segundo, la pluralidad de opiniones expresadas en medios.
En ningún otro sexenio que recuerde, la oposición había tenido tanta oportunidad para manifestar su descontento; la cantidad de horas dedicadas a contrarrestar lo expresado por el gobierno no tiene precedente en nuestra democracia, en gran parte porque los principales medios de comunicación son más cercanos a la derecha mexicana que a la izquierda.
Así pues, la venezolización de nuestro país nunca llegó como pregonaban los líderes de la derecha de nuestro país. López Obrador entrega el mando del Poder Ejecutivo, y si bien el gobierno entrante es la continuidad del actual, no hay nada que indique que quiera perpetuar su figura dentro de la vida pública, nuestra democracia está viva, aunque nos falta una oposición de calidad y eso no es responsabilidad de AMLO.
Así como no llegó la catástrofe, hay que reconocer que no llegó el cambio que esperábamos muchos. Los ricos siguen sin pagar los impuestos que deberían para disminuir la desigualdad, el sistema de salud aún está lejos de ser el que los mexicanos necesitamos y el problema de seguridad sigue siendo un tema importante que afecta al desarrollo de nuestra sociedad, tan lejos de Venezuela como de Dinamarca.
AMLO se va enfrentado a los miembros del Poder Judicial por su reforma, lo que podría alimentar un deseo de la derecha de impulsar una revancha política desde ese poder en contra del aun presidente, una vez que este deje el poder.
El uso del poder judicial en contra de un expresidente de izquierda no es nuevo en la región y ha sido empleado por la derecha en múltiples ocasiones, lo que debería prender las alarmas, Lula, Evo, Kirchner, Correa, todos han sido acusados de algún delito al término de sus gobiernos ¿será el turno de AMLO?
Veremos si la derecha está a la altura de la democracia que merecemos o continúa haciendo un uso faccioso del poder judicial para su beneficio.