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martes, 13 mayo, 2025
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¿Política con horizontes?

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Cómo iniciar a escribir con el corazón apachurrado y la mente repleta de noticias, sin llegar a una largamente esperada: El encuentro o presentación con vida de los normalistas desaparecidos, a quienes desde la semana anterior con pesimismo supuse ejecutados. Hoy, con aquellos 43 ausentes, 10 u 11 ciudadanos mexicanos más están presos, por la agresión de que la policía hizo objeto a la manifestación en el Zócalo a favor de exigir presentar con vida a los normalistas desaparecidos, presuntamente, por el grupo delincuencial “Guerreros Unidos”. A los normalistas desaparecidos, ahora se suman los 10 o más manifestantes apresados por la fuerza pública que se ufanó por ello ante los medios y presumió al hacerlo con apego al orden jurídico vigente o de facto en ese momento, aunque no impreciso, según la Constitución. Esa noche se agredió una movilización social, de múltiple concurrencia, a favor de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, era válida constitucionalmente. Después de esa nueva doble tragedia, por violar los derechos humanos y constitucionales de los manifestantes, quienes se manifestaban en forma pacífica, no así algunos provocadores que iniciaron a incendiar una puerta de acceso a Palacio Nacional, sede oficial del Presidente de la República, ignoro si lo anterior orilló a Peña Nieto o a sus colaboradores y asesores, a festinar la reforma que, como discurso, vio la luz pública el fin de semana anterior:

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“Señoras y señores: Procurar e impartir justicia no sólo, hay que decirlo, significa aplicar la ley, sino hacerlo de manera oportuna, correcta y eficaz. Pero la justicia es mucho más que la justicia penal, incluso trasciende el ámbito del derecho. En su concepción más profunda, la justicia implica condiciones de libertad, de dignidad e igualdad entre las personas”.

La reforma aludida, por cierto: “sin duda, se enmarca en un principio de elemental justicia”. ¿Qué significa lo anterior, para los manifestantes golpeados, heridos y apresados la noche del jueves en el Zócalo, por no ir más atrás en una larga historia? Aunque el discurso se dirige a todos los mexicanos, aquellos son los primeros interpelados y sus primeros destinatarios, su valor cívico y su empuje político por la justicia. Valores y hechos hasta hoy siempre extraños para el presidencialismo, esta vez impactaron de otra manera. ¿Cuántos antes que ellos a lo largo de la historia fueron golpeados, heridos o muertos por manifestarse? ¿A cuántos mexicanos la justicia arrancó de las circunstancias y el lugar donde fueron apresados, y los llevó, sin saberse, hasta donde hoy estén o no? Por esta vez, ¿fueron sólo 10 y por qué hasta Tamaulipas? ¿Esos conciudadanos, pro democráticos, son de tan alta peligrosidad como para arrancarlos con violencia de su manifestación pacífica en su lugar de residencia y de su hogar? La eventualidad: hoy fueron ellos y muchos antes que ellos, si no el motivo, si la oportunidad para la actual lección cívica – política ofrecida por Peña Nieto: de ellos como sujetos de la historia. Lo que sigue, ¿cómo aplicar la ley y “hacerlo de manera oportuna, correcta y eficaz”? ¿Esa justicia penal, ya anunciada, por qué no se aplicó desde antes, cuando se sentía violentado el Estado de Derecho por manifestarse, si sólo bastaba con respetar la Constitución vigente? Después de persecuciones, golpizas, fracturas y heridas, muertes, cambió el discurso: “En su concepción más profunda, la justicia implica condiciones de libertad, de dignidad e igualdad entre las personas”. Para culminar la obra, el presidente Enrique Peña Nieto debería exigir de inmediato a su ministro de Gobernación, la práctica del estar a favor de mostrar la consistencia y congruencia con su propuesta y hacer extensivas estas garantías a quienes fueron injusta y violentamente apresados en el Zócalo, en su ejercicio constitucional de manifestarse, el jueves anterior. Y someter a la justicia a los provocadores, a quienes se debe aplicar la ley a secas por infringir la ley anterior y cada una de las actuales reformas. El lenguaje y actos de la posición mercenaria, con origen autoritario, contrasta: ¡Vean lo que somos capaces de hacer, en Ayotzinapa o en el Zócalo! Asesinar, golpear, herir, aterrorizar. ¡Ya basta de atentar contra la democracia! Débil por los autoritarismos, ¿o no?

La Universidad Autónoma de Zacatecas se esfuerza por cumplir con su misión académica aunque se encuentre como siempre en estas fechas y más en ellas, en medio de una carencia de fondos por la insuficiencia de los disponibles para hacer frente a sus compromisos con su personal académico y administrativo, no sólo los de fin de año. Como parece, la elaboración del Plan de Desarrollo Institucional solicitado por la autoridad federal para liberarlos, ya no es obstáculo y hasta cierto punto se hace bien en ganar tiempo académico e invertirlo en facilitar el análisis para profundizar sobre lo actualmente existente y saber de bien a bien en qué condiciones se está de cumplir los compromisos académicos y administrativos, aquellos por contraer o los ya contraídos.

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