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miércoles, 23 abril, 2025
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De cómo la “pedagogía” impide las reformas educativas

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

La mayoría de la gente considera prudente ignorar la organización social en la que pasa sus días y centra sus esperanzas de futuro. Si esto acontece en algo cuyo involucramiento es ineludible, con mayor fuerza en cosas que aparentan ser lejanas. Y que quizá lo sean. Sean Carroll, autor de la trilogía “Las ideas fundamentales del universo”, escribe en el prólogo al tomo uno de la citada obra: “Mi sueño sería vivir en un mundo en el que la mayoría de las personas estuvieran bien informadas y albergaran opiniones apasionadas en torno a la física moderna”. Por supuesto, nuestro mundo no es ese mundo pese al esfuerzo de los profesionales del currículum de escuelas y universidades que persiguen el objetivo de lograr que los alumnos tengan opiniones informadas respecto de algo, de cualquiera de los muchos temas que llenan los manuales de las facultades. Durante esa “lucha” por construir situaciones de aprendizaje capaces de motivar al estudiante llegan a diagnósticos erróneos respecto a lo que provoca desdén en los pupilos. Que las matemáticas son “aburridas” o que lo son las materias de ciencia (física, química, biología, etcétera) son lugares comunes, y los medios para abatirlos resultan legión. Escribir ecuaciones en la pizarra se vuelve anatema pues los alumnos aducen que no se les enseñó tal cosa en la educación previa. Pero si se suprime la matemática de la física se retrocede no décadas, sino milenios en la forma del pensamiento, pues son las matemáticas las que permitieron la aparición de la física de Newton y todas las posteriores. Dice Carroll acerca de su libro: “Está pensado para personas que no tienen más experiencia en matemáticas que la del álgebra del instituto, pero que están dispuestas a detenerse en una ecuación y pensar acerca de lo que significa”. No está de más recordar que en la educación preparatoria los alumnos ya saben álgebra elemental, pues los programas de secundaria contemplan, aparte de los algoritmos básicos de la aritmética, la resolución de ecuaciones cuadráticas, algunos productos notables, solución de ecuaciones de primer grado y, si hemos de creer lo que escriben en los libros de texto gratuitos, hasta soluciones de sistemas de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas. Calculo diferencial e integral es lo que se enseña en la preparatoria, junto a la geometría analítica. Estos temas exigen no pocas ecuaciones. ¿Por qué entonces los profesionales de la pedagogía suelen concluir que esos asuntos no cuadran con la educación media superior? Porque la realidad es testaruda y los alumnos más aún. Ahora, los libros de Carroll recuerdan que la física no se “congeló” en el siglo XVIII, sino que muchas nuevas ideas aparecieron desde entonces, lo que cambia el enfoque de los sistemas físicos típicos, como las orbitas keplerianas, los osciladores armónicos, los proyectiles, los campos electrostáticos y todo lo demás. Menciona, a lo largo del libro, las simetrías de los sistemas físicos como medio fundamental de comprender la física o la geometría, cuando en los programas de “avanzada” la idea de simetría no existe. En el capítulo cinco, donde trata el tema del “tiempo”, introduce la simetría de “inversión temporal”. ¿Qué dicen los expertos en pedagogía? “eso no lo entiende un chavo”. Aquí la hipótesis es que los primeros que no comprenden las simetrías son los “pedagogos críticos”, pues su preocupación es la “burocracia educativa”, llenar formularios, presentar cuidadosos resúmenes ejecutivos y analíticos. El tratamiento de Carroll introduce otras dos simetrías: la paridad y la conjugación de la carga, así como la famosa simetría CPT, que es la composición de las mencionadas antes. Concluye su presentación con la relatividad general de Einstein, y en el camino introduce la idea de “funcional de acción”. Incluir cualquiera de estos temas en la enseñanza media superior es, según los sabios de la didáctica, una imposibilidad. Simple y sencillamente “los chavos” no lo entenderían. Al menos en la Universidad Autónoma de Zacatecas la física cuántica es inexistente en el nivel medio superior y tal es el tema del segundo volumen de Carroll, subtitulado: “Física cuántica: campos y cuantos”. La idea de “campo” sustituyó la de “fluido imponderable” de la física del XIX en la teoría electromagnética, y esto se introduce, sin la adecuada referencia histórico crítica, hasta el tercer año de la preparatoria. Es el único entronque con ese concepto, que no corresponde ya a la física clásica del XIX, sino a la nueva forma de pensar introducida por A. Einstein a principios del siglo XX. Carroll lo introduce para explicar la “función de onda” de la mecánica cuántica, que es un campo, no para enseñar teoría electromagnética. Clifford Truesdell criticó el libro de Herbert Goldstein “Classical Mechanics” porque eliminaba las funciones elípticas, en un esfuerzo “pedagógico”, y, más grave aún, subordinaba la mecánica clásica a la mecánica cuántica. Esto es moneda corriente en el nivel superior, como lo atestigua el tomo II de Carroll, pero la situación es la inversa en el nivel medio superior: la mecánica cuántica se elimina y se da preponderancia a una construcción ideológica que mezcla sin coherencia ideas del XVIII con ideas del XIX. ¿Qué impide las reformas? La ausencia de “libertad de catedra” y la supina ignorancia del profesorado

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