Zacatecas es, sin duda, uno de los estados más representativos en cuanto a expresión artística se refiere. Su capital ha logrado consolidarse como un centro cultural de referencia en México gracias a una combinación única de patrimonio, creatividad contemporánea y una sólida oferta de espacios dedicados al arte.
Sin embargo, esta riqueza contrasta con los desafíos que enfrentan artistas en municipios del interior, donde el acceso a infraestructura cultural y la valoración económica del arte aún son limitados.
Reconocido como un estado con una profunda vocación artística, Zacatecas se distingue a nivel nacional por su constante producción, difusión y preservación del arte en diversas expresiones.
La capital, en particular, ha alcanzado un importante desarrollo gracias a la calidad de sus festivales, la formación académica en disciplinas artísticas, la participación de sus creadores y la riqueza de sus acervos patrimoniales.
Además, la ciudad ofrece una infraestructura única que enriquece la experiencia cultural: antiguos templos, casonas coloniales, ex conventos y otros espacios históricos han sido transformados en recintos dedicados al arte, permitiendo una fusión entre tradición, modernidad y propuestas contemporáneas.
Esta base ha permitido que el arte florezca en diferentes vertientes y que la sociedad zacatecana se relacione activamente con las expresiones artísticas.
No obstante, en los municipios del interior, el panorama es diferente. La falta de espacios culturales, la escasa retribución económica y la poca apertura hacia ciertos estilos de arte dificultan que muchos creadores logren sostenerse profesionalmente.
Melina Rodríguez, artista multidisciplinaria originaria de Río Grande, compartió que la aceptación del arte depende en gran medida de la localidad y del tipo de expresión artística.
“En los municipios, el arte no siempre es bien recibido, y eso varía según la corriente en la que se desempeñe el artista. Si alguien presenta obras surrealistas o abstractas, es probable que no sean valoradas ni adquiridas”, explicó.
Rodríguez también señaló que la ausencia de museos o casas de cultura genera una desconexión entre la comunidad y el arte, lo cual repercute directamente en la disposición de las personas para pagar precios justos por una obra.
La mayoría de su trabajo lo realiza por encargo, con precios accesibles que van de los 600 a los 900 pesos, dependiendo del material. Afirmó que el 90 por ciento de su producción es impulsada por vocación, y solo un 10 por ciento representa ingresos económicos.
Asimismo, destacó la importancia de las habilidades sociales y digitales para ampliar el alcance del trabajo artístico.
“Si el artista sabe socializar y manejar redes sociales, puede encontrar clientes fuera de su entorno inmediato y obtener mejores precios por su trabajo”, añadió.
Por su parte, el artista visual Jehú Mancillas consideró que Zacatecas es un estado fértil para la exploración artística, a pesar de su imagen tradicionalista.
“El estado está abierto a nuevas formas de expresión. Las problemáticas existen, sí, pero no son exclusivas de aquí, sino que reflejan una visión más amplia del país sobre el arte y la cultura”, opinó.
Sin embargo, reconoció que uno de los principales desafíos que enfrentan los creadores es la escasa remuneración económica. Señaló que, en muchas ocasiones, las personas no están dispuestas a pagar por el arte, ya sea por desconocimiento del valor del trabajo artístico o por la percepción errónea de que no constituye una profesión formal.
«Hay veces en las que simplemente no quieren pagar. No se reconoce todo lo que hay detrás de una obra: el tiempo invertido, la técnica, los materiales, la experiencia», expresó.
Para él, esta falta de cultura del pago justo refleja un problema estructural que no se limita al estado, sino que forma parte de una visión nacional que aún no termina de comprender ni valorar el arte como una actividad productiva y esencial para el desarrollo social.
Añadió que esta situación afecta particularmente a quienes trabajan en corrientes no convencionales o en propuestas contemporáneas, ya que además de la falta de espacios adecuados para difundir su obra, se enfrentan a una audiencia que no siempre está dispuesta a invertir en arte.
“Es difícil sostener una carrera cuando no existe una economía cultural sólida que respalde el trabajo creativo”, puntualizó.
Zacatecas posee una herencia cultural y artística de gran valor, particularmente en su capital, donde el arte ha encontrado un terreno fértil para desarrollarse y consolidarse. No obstante, esta riqueza aún no se extiende con equidad hacia los municipios, donde persisten retos importantes como la falta de espacios, la baja remuneración y la limitada aceptación de expresiones contemporáneas.
Superar estas brechas requiere del impulso de políticas culturales integrales que fortalezcan la descentralización del arte y garanticen condiciones dignas para los creadores en todo el estado.
Solo así será posible construir un entorno verdaderamente incluyente, en el que el arte florezca como un bien común y una vía legítima de desarrollo profesional.