Después de muchas semanas de haberse emitido la alerta máxima por la aparición del bicho que ha transformado la existencia de esta generación. Se ha hablado todo sobre las posibles causas y los diversos azares que ha generado la susodicha plaga. Hay tanta información generada por la aparición y posterior asentamiento de esta calamidad que es difícil creer que alguien haya leído toda la información de tipo científico que se ha generado. A esta habrá que agregarle tanta verborrea de dudoso fundamento, la tendenciosidad manifiesta y la devastadora consecuencia de todo esto, la incomunicación. Pareciera que Babel se mueve a ras de tierra. Cuesta trabajo encontrar niveles de interlocución potable, constructiva y gratificante.
No se trata de rasgar vestiduras sobre este asunto, más bien debiera crecer la preocupación por mejorar las plataformas de diálogo y la calidad de argumentos que se manejen. Porque la verdad, con las vicisitudes experimentadas en este período pandémico, se echa de menos una buena charla de lo que sea, principalmente la de los amigos y seres cercanos; parece que el apagón afectivo se va dando de a poquito y lo peor es que pocos se dan cuenta de esto, y la gente se ha acostumbrado a vivir más con las pantallas, que con las personas.
Durante las cincuenta y dos semanas que se ha vivido bajo reglas de la nueva normalidad, en esta columna se ha tratado de buscarle la cuadratura al círculo en el ánimo de solucionar algunos de los problemas que asolan a las personas y a la sociedad en su búsqueda por lograr un mundo mejor en la convivencia con los seres de su especie y todos los demás; desde la familia hasta la concordia global. No se puede saber si alguien se tomó la tarea de intentar lo que aquí se ha venido tratando, si así fue, se espera y haya sido un buen consejo, o al menos haya sido entretenido. Con esta aportación se culmina el año de La Utopía en el Hogar, que pretendió aportar algunas prácticas simples para suavizar el día a día de esta bendición que es la existencia. En lo sucesivo, seguirá como se ha venido escribiendo desde hace casi cinco años. Gracias.
El 21 de marzo (fecha en que se escribe este trabajo) se conmemoran muchos días importantes, para efectos festivos existe un prejuicio marcado del autor para preferir la llegada de la primavera y celebrar el día dedicado a la poesía. Para tal efecto se presenta un soneto de una serie de cuatro dedicadas a las estaciones y que fue escrito para niños. Un regreso a la infancia.
Primavera
(Marzo de 2007)
Estación primavera, eres tan bella
que atraes luz y armonía por todas partes,
evocas el amor, sueños, las artes.
Le das más brillo al sol y a las estrellas.
El calor y el color se multiplican,
a la tierra le entregas alegría;
la vida resplandece día tras día,
los niños te engalanan con sus risas.
De las cuatro estaciones, primavera,
yo siento que tu inspiras más poesía.
El trovador te ensalza con su canto,
el hombre de la calle te venera,
los clásicos te ofrendan sinfonías;
al poeta lo arropas con tu manto.
