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miércoles, 24 abril, 2024
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Trump: un desafío generacional (segunda parte)

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Decíamos en la anterior entrega que no hay mucho qué argumentar respecto a la importancia que tiene la elección que se desarrollará el próximo 3 de noviembre en los Estados Unidos para el mundo y especialmente para México. Sin embargo, a pesar de que la influencia del vecino norte ha venido disminuyendo conforme avanza el siglo, sea por la complejidad del mundo, cuestiones geopolíticas o meramente por falta de voluntad de su clase política o presión popular, en el contexto de la pandemia ocasionada por el covid-19, no solo la influencia de los Estados Unidos, sino el ejemplo de su liderazgo (o el vacío de éste) y las fórmulas que a menudo han significado un referente a seguir en su esfera de influencia inmediata (Europa y América Latina, particularmente), se han potenciado en sus efectos e impactos. El hecho mismo que desde la Casa Blanca no surja un discurso basado en argumentos racionales, sino en ocurrencias, ha tenido severas consecuencias en su país, pero también en el resto del mundo. También ha sucedido así con la falta de un liderazgo claro, de una fórmula conjunta y de la voluntad necesaria para enfrentar un reto de toda la humanidad con una posición y disposición globales, y no locales, como hasta ahora lo hemos venido haciendo, justo porque, cuando Estados Unidos decidió abandonar la escena internacional, no hubo nadie con su fuerza, tamaño ni histórico liderazgo que lo supliera. Todo lo anterior no debe confundirse con una melancolía proyanqui, sino de mero pragmatismo: el mundo no funciona como nos podría gustar, sino como es; y sí no, pues, simplemente no funciona.

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Por eso, en este contexto y en el de una crisis cuyas dimensiones aún no alcanzamos a pronosticar, con impactos sociales, políticos y económicos, que pueden derivar a su vez en serios conflictos geopolíticos, es tan importante quién ocupe la Casa Blanca. Nunca en la historia del mundo el conflicto estaba tan alcance y los escenarios que podrían configurarse fueron de la magnitud del presente. Sí todos nuestros antecedentes se remontan a la década de los 30 del siglo pasado ¿acaso no recobra importancia el sustituto de Franklin Delano Roosevelt? Imaginemos un mundo donde lo más cercano al fascismo ya no se encuentre en Europa sino en Norteamérica.

Pero más allá de los riesgos potenciales, la semana que terminó se configuraron los riesgos inmediatos: con la muerte de la popular jueza de la Suprema Corte de Justicia, Ruth Bader Ginsburg, las conquistas en materia de derechos humanos en los Estados Unidos entraron en una fase en la que pueden perderse, dando al traste con décadas de lucha.

Así pues, siguiendo la línea argumentativa que hemos venido desarrollando con anterioridad, la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca representa el agravamiento de los problemas tanto a nivel desigualdad (con los efectos de la crisis en la que hemos ingresado por el covid-19) como en cuanto a derechos humanos, por su nominación al puesto de la jueza Bader Ginsburg, de una sustituta conservadora, contraria a conquistas como el derecho a decidir, el matrimonio homosexual, entre otras.

Finalmente, este domingo el prestigioso The New York Times, dio a conocer que el presidente Trump no ha cumplido con sus obligaciones fiscales, lo que da al traste con dos pilares para enfrentar los retos generacionales ya mencionados: el de la desigualdad, en un primer punto (pues es imposible vencerla si no empezamos por una lógica redistributiva, en la que para empezar los más ricos paguen, cuando menos sus obligaciones actuales) y segundo punto, el de la corrupción de quién encabeza el Estado que debiera combatirla como el cáncer que lo carcome.

Entre más se acerca el martes 3 de noviembre, más interesante se pone el tema. No dejaremos de atenderlo.

@CarlosETorres_

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