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viernes, 29 marzo, 2024
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Opinión pública versus opinión publicada

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Ante la polémica sobre si hay o no libertad de expresión, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó la semana pasada un análisis sobre los artículos y columnas publicados en los principales diarios nacionales. El resultado fue el siguiente:

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El Financiero publicó nueve artículos negativos, uno positivo, y tres neutrales con respecto a la 4T; El Universal no difundió, al menos en el día de análisis, ninguna opinión positiva, y sí dos neutrales y 10 negativas; en El Economista hubo una neutral, una positiva, y siete negativas; en Excélsior se publicaron cinco neutrales, dos opiniones positivas, y 11 negativas; El Heraldo de México, tuvo una positiva, siete negativas y cinco neutrales; Milenio tuvo una positiva, dos neutrales y 12 negativas.

Y el mayor contraste se dio entre Reforma que publicó siete artículos negativos, cero positivos y cero neutrales, mientras que en La Jornada hubo cinco textos positivos, tres neutrales y cero negativos.

De acuerdo al medio Mercados 2.0 (ver https://www.merca20.com/infografia-estos-son-los-periodicos-de-mayor-impacto-en-mexico/ ) de los diarios mencionados, el de mayor circulación es Reforma con 132 mil 262 ejemplares diarios, seguido de El Universal y Excélsior.

En cuanto a lo digital, según la compañía de investigación de marketing en Internet Comscore (https://heraldodemexico.com.mx/tendencias/comscore-heraldo-de-mexico-top-10-noticias/) el sitio web más exitoso de ellos es el de El Universal, seguido de Milenio. El Heraldo De México estaría en quinto sitio y Excélsior en sexto.

Según el análisis presentado por el presidente, el 66% de las opiniones publicadas en los diarios más importantes del país reflejarían opiniones negativas a su gobierno, lo cual es interesante si se le contrasta con las cifras de aprobación, pues según la empresa Parametría, si hoy fueran las elecciones en las que resultó triunfador el tabasqueño, éste ganaría no ya con el 53% de los votos como ocurrió en 2018, sino con el 59%, es decir seis más de los conseguidos hace dos años.

De igual forma, esta semana circuló información que da cuenta que el mandatario mexicano sería el tercero de mayor popularidad en el mundo, de acuerdo a la consultora estadounidense Morning Consult.

Cualquier explicación que se haga sobre este contraste resulta simplista si sólo atañe a un factor.

Por un lado, AMLO es un extraño fenómeno que sobrevivió políticamente los videoescándalos, al “peligro para México”, el “mesías tropical” y hasta a diagnósticos de locura.

Por otro lado los lectores de prensa escrita son un segmento minoritario y peculiar, incomparable al de otros medios de comunicación entre los que ya destaca el de medios llamados alternativos; esto en relación a la población general del país.

Sea cual sea la explicación, es clara y palpable la divergencia entre la opinión pública y la opinión publicada.

También lo es la sobrestimación frecuente de la primera, embudo que aspira millones de pesos de dinero público y atenciones y elogios de políticos que ansían construir una buena imagen que suponen se hace fácilmente con apariciones públicas y constantes en los medios de comunicación.

No es una ecuación así de simple. No es el santo más visto, necesariamente el más adorado. No es el más criticado, el más odiado.

Tampoco la percepción resuelve en automático la realidad. Las conferencias de prensa no hacen las veces de audiencias judiciales, ni las sentencias mediáticas suplen a las de jueces.

En el caso Ayotzinapa por ejemplo hoy sabemos que algunos los vídeos presentados a la opinión pública no fueron integrados a ninguna carpeta de investigación ni tuvieron ninguna repercusión judicial alguna. “Resolvieron” el caso en los medios, y lo supusieron resuelto en la realidad. Nada más equivocado.

Quizá el ámbito judicial sea el que menos se presta para ello. En el ejecutivo tiende más a creerse que los boletines sustituyen a los informes, y los espectaculares a la popularidad.

En el Legislativo pasa algo similar: se lucha por ganar la nota con puntos de acuerdo superfluos coyunturales con menos efectos que los llamados a misa, pero suficientes para salir en los medios.
Sin embargo la opinión pública no es esa masa acrítica que suponen traga todo lo que se le pone enfrente.

Nada más lejos de eso; el público corta, disecciona, hace un lado, mastica, se nutre de lo que le parece mejor, y vomita lo demás.

No siempre tendrá razón, claro está, pero para eso tendrá otro día mañana, para refinar el paladar.

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