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viernes, 29 marzo, 2024
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Un día de campo, la visita de AMLO a Trump

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

La diplomacia es el arte de conseguir que los
demás hagan con gusto lo que uno desea que hagan.
Dale Carnegie

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López Obrador, a Trump: “En vez de agravios hemos recibido de usted comprensión y respeto”.
Comienzo por resaltar el mensaje del mandatario mexicano, que, en la ceremonia solemne, en un día soleado que se leyó en un jardín de la Casa Blanca y que inició con el reconocimiento a la herramienta comercial conocida como T-MEC, como resultado de un largo y arduo trabajo que debe traducirse en oportunidades de negocio para los productores mexicanos y en mejores ofertas en cuanto a variedad y precios para los 3 países que lo conforman. Vale la pena decir, que cuando llegó AMLO a la presidencia, el trabajo ya estaba encaminado y casi finalizado por la administración federal pasada, que quisa en eso y solo en pocas cosas más, puso empeño y dejo huella al grado de crear un escenario y un documento que le gustara a Trump y al que después de ser perfeccionado por su equipo, quedó listo para la firma de los titulares del ejecutivo de cada país, con México estrenando presidente.

Habla en el discurso de una diferencia de 600 mil millones de dólares respecto de lo que deja la exportación en comparación con la importación, y esto provoca fuga de divisas, menores oportunidades para las empresas y perdida de fuentes de empleo… Alto ahí, vamos por partes, es cierto, existe un déficit que provoca lo que dice el presidente, pero veamos la economía del país en dos pistas, una internacional y la otra nacional y aunque al final se crucen, podemos decir que lo que es en una es en la otra; recuerdo al presidente en su larga campaña de cuando menos 12 años, apostar y proponer desarrollar el mercado interno para poder competir en el exterior, era una buena idea, yo me la creí y me gustó, pero ¿qué pasa en la pista en de la economía local? Pues precisamente lo que pasa en pasa en la pista internacional, pero ahora provocados esos problemas de déficit, fuga de capital y falta de oportunidades para las empresas por la propia administración federal, es decir, AMLO fue a relatar el diagnóstico fatal de las desigualdades económicas en el mercado global y particularmente en la región, pero es él en muchas decisiones el propio verdugo de la economía del mercado interno.

Quien se ha encargado de espantar a los inversionistas nacionales y extranjeros es él, ahí están como ejemplo las Termoeléctricas de Baja California y Veracruz, ha sido él quien ha cancelado fideicomisos, proyectos e inversiones que han desamparado a un gran sector de la producción mexicana y todo esto a su vez ha provocado desempleo como nunca. Incluso antes del COVID, el reporte nacional de empleos formales del IMSS ya venía en franca picada.

En resumen, la jornada diplomática cumplió con su objetivo oficial, y con el no oficial, faltaría ver que se dijeron los mandatarios entre pasillos, por supuesto, con la traductora de por medio, pero podríamos decir que a AMLO le fue mejor de lo que él mismo esperaba. Por lo menos por 48 horas se logró distraer de la brutal realidad que le espera al volver a México, porque no se puede ser candil de la calle y obscuridad de la casa, no puedes allá en Washington hablar en un lenguaje moderno de operaciones tecnológicas con productos desarrollados y al mismo tiempo quitarles las computadoras a los trabajadores de la Secretaría de Economía, no puedes hablar de brindar incentivos a las empresas para hacerlas regionalmente más competitivas, cuando a todas luces las inversiones no son de tu agrado. Tampoco puedes pretender, aunque la vecindad así lo sugiera comparar la seguridad social de los ciudadanos de ambas naciones, cuando en México vivimos zozobra laboral, desempleo, salud deficiente y una violencia solo comparable con los países que están en guerra. Está bien ir allá y al pie de la estatua de Lincoln mimetizarte por unos segundos con el gigante imperialista, pero debes recordar que a tu regreso el país que dejaste 48 horas atrás está peor aún.

No tengo la certeza, pero supongo que el redactor del discurso de AMLO fue Marcelo Ebrard. Si así fue, queda demostrado una vez más el nivel que tiene el ex jefe de gobierno y su capacidad de Estadista. ■

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