El apesadumbrado proceso histórico del pueblo zacatecano demuestra de manera fehaciente el espontáneo y natural enlace vivo entre la prensa y su población, siempre auscultando, organizando, difundiendo y elevando el pensamiento.
Tal pareciera ser que nuestro Jesús González Ortega al ser un editor y reportero y articulista desde temprano del periódico EL POBRE DIABLO y que fue capaz de difundir y incomodar con las ideas liberales a la maliciosa lentitud de la justicia ciega y la comodina y exasperante condición bajuna de los abogados e intelectuales que no rompían el dique entre complicidad y el deber, fue detonante nacional que coadyuvó en un periodismo que expresó las ansias populares frente a la tiranía política y la esclavitud religiosa.
Lo individual se torna colectivo, es decir, rara vez en la historia de Zacatecas nacieron maduras las ideas trasformadoras, es indicar que se vio precedida de oscuras palpitaciones egoístas y dominantes y escandalosas etapas caciquiles donde el fraude fue doctrina, guía para agandallarse de recursos y personas, la dominación déspota y ruidosa inspirando miedo y represión. También de poetas ilustres y valientes redactores, acusando brutalidad y encontrando desahogo. Formando cuadros no por la via incidental sino por los designios de un pueblo frente a sus jueces injustos.
El privilegio de constatar en las galeras del Archivo Histórico de Zacatecas y en las bibliotecaS Públicas del esfuerzo real y exitoso de numerosas publicaciones de 1845 a 1950, de estudiantes, obreros, mineros, asociaciones empresariales y cívicas, religiosas, sindicales o campesinas, periodismo chocarrero, angustiante, divertido, denunciador de inconformidades, criticón de extremos y desmanes, hilarante en chistes y burlas que se extasiaban en retratar el espíritu popular y en los más variados municipios zacatecanos el brote fue siempre colorido, masivo y memorable, aglutinador y siempre convencidos de comunicar antes que olvidar.
