En cualquier ámbito de discusión y definición de los
nuevos marcos normativos de la educación, los
pensadores críticos estamos obligados a romper la
lógica de la meritocracia y de la conformación de la
mentalidad neoliberal, a defender y reconstruir la
integridad del magisterio como sujeto político, histórico
pedagógico, cultural, colectivo, de proyectos solidarios
y de derecho; o bien, a defenderlo en la rebeldía y en la Insumisión.
Lev M. Velázquez Barriga (La Jornada, México. 17/julio/2019. p.20)
La transformación del sistema educativo mexicano, requiere de acciones pedagógicas no tanto de quienes son rectores de la educación, sino de quienes se encuentran en activo como profesionales de la misma, me refiero a los docentes, quienes han sabido enfrentar toda una serie de vicisitudes, mismas que, no les ha representado gran avance. La política bajo la cual se postuló la Reforma Educativa en el año 2013, para lo único que sirvió fue para imponerles a los maestros leyes que, a todas luces, fueron violatorias de sus derechos tanto constitucionales como laborales, en su implementación se propusieron a nivel nacional las siguientes metas:
Un México en Paz: sometiendo a los maestros a que se evaluaran para poder así garantizarles su permanencia como tales, utilizando incluso la fuerza pública para vigilar su acceso y salida a las sedes de aplicación de las evaluaciones.
Un México incluyente: reconociendo a los alumnos sí como seres humanos, sin embargo, las prácticas pedagógicas se tornaban discriminatorias toda vez que centraban más la atención en aquellos alumnos que, por su naturaleza cognitiva, sobresalían en los resultados académicos –solo tomaban como referente la calificación-; excluyendo a aquellos alumnos que por causas diversas, obtenían bajo aprovechamiento académico, me pregunto ¿la inclusión no debería ser en sentido contrario a como la practicaron?
Un México con Educción de Calidad: un tanto con la misma orientación que la práctica incluyente, privilegiando a los alumnos que, cuantitativamente obtenían calificaciones sobresalientes, con esto se demeritaba a los alumnos que practicaban la cultura del esfuerzo y que con todo y ello, las calificaciones eran bajas. Los tomadores de decisiones dentro del sistema educativo les daban diplomas, certificados, reconocimientos, aplausos y más, a aquellas escuelas que les llamaban de calidad dado que obtenían calificaciones sobresalientes……….. ¿Dónde está la calidad? No olvidemos que la calificación es cantidad, en consecuencia, una escuela de calidad no debería ser considerada así solo por las calificaciones que obtiene.
Un México próspero: ¿para quién o quiénes?, a seis años de la aplicación de la Reforma Educativa, no se ha hecho palpable ninguna prosperidad, entendida esta como un beneficio social, la reforma realmente no fue ni creada, ni construida por los maestros, quienes no se vieron beneficiados en los absoluto, fue la iniciativa privada quien la impuso y, consecuencia de ello, se vieron beneficiados en complicidad con el gobierno peñista, fue una reforma muy onerosa; utilizaron esta reforma así como otras, para saquear al país, fue una estafa maestra. Entonces, sí hubo prosperidad, pero solo para unos cuantos.
Las estrategias que inercialmente se han utilizado para mejorar el sistema educativo, no han dado los resultados deseados, esto hace suponer que existe una imperante necesidad de reivindicar al sistema educativo y que una de las mejores vías para lograrlo podría ser utilizando estrategias que transformen y no solo que provoquen cambios. Urge una nueva cultura de trabajo en el sistema educativo para que se pueda garantizar una verdadera calidad en este rubro, donde sean considerados tanto docentes como alumnos; para el caso de los docentes, la capacitación ya no es una buena alternativa dado que solo se adiestra a los maestros para que operen contenidos curriculares como si fueran obreros de la educación, en cambio, si se promovieran proyectos de formación y actualización para docentes, se le daría oportunidad a los mentores de reflexionar su propia práctica, analizarla e intervenirla desde perspectivas problematizadas y contextualizadas. Así como los docentes tienen un estilo propio de ejercer la docencia, los alumnos también cuentan con un estilo propio para adquirir aprendizajes dado que cada estructura cognitiva es única e irrepetible, es por ello que el docente ya no debe preparar su clase sino prepararse para ella, esto quiere decir que prácticas pedagógicas iguales a desiguales, propicia desigualdades…… En definitiva, el docente ya no debe enseñarles a los alumnos, dado que si así se sigue haciendo, les quitarán la posibilidad de que estos aprendan por sí solos, la enseñanza de los maestros casi siempre mata el aprendizaje de los alumnos.
Reivindicar al sistema educativo lleva consigo la dignificación de docentes y alumnos, es por ello que debe desterrarse del ámbito educativo el culto a la personalidad así como dejar de considerar a la meritocracia ya que ambas posturas discriminan y vulneran la condición de ser humano. Como consecuencia de la aplicación de la Reforma Educativa, se fragmentaron las relaciones de convivencia, con esta reforma, lejos de fortalecer a los docentes y alumnos, se les debilitó, se les demeritó, se les ninguneo y lo que fue peor, les hicieron saber que son ellos los culpables de los males que la sociedad padece.
Concluyo; por lo aquí expuesto, considero que, cuando los maestros realmente se convenzan de que deben estar en proceso permanente de profesionalización de su práctica docente, buscarán los medios para lograrlo y, tendrán la autoridad legítima, moral y legal para evaluar más que para ser evaluados. Solo así se podría reivindicar al sistema educativo. ■
