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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Apareció en el “El País”, el 25 de enero de 2018, un artículo firmado por Carlos Salinas de Gortari titulado “México: Algunas preguntas para los electores” en el que son agrupadas en 20 párrafos cuestiones que los candidatos a la presidencia de la república deberían poder responder porque, según su autor, inquietan a algunos, quizá muchos, de los votantes registrados. Una muy interesante es la siguiente: “¿Seguirá el debate electoral anclado como desde hace 30 años al falso dilema neoliberalismo-populismo? ¿En todo caso se le dará sentido a ese debate precisando que el neoliberalismo deja a la ciudadanía desarticulada en una sociedad disminuida y a merced de los abusos del mercado? ¿Y que el populismo arrasa las iniciativas ciudadanas con sus métodos clientelares de control social y a través de los abusos de gobiernos que se atribuyen la potestad de organizar las fuerzas sociales, en una especie de socialismo de Estado?”. Como es bien sabido (véase Expansión, 13 de junio de 2016) Salinas de Gortari propone como tercera vía el “liberalismo social”. Los actores políticos que tiene en mente el expresidente con los epítetos de “neoliberal” y “populista” son fáciles de ubicar porque son la materia del libro “La década perdida” (2008, Debate). Los neoliberales son Vicente Fox y Ernesto Zedillo, el populista es Andrés Manuel López Obrador. Para Ilan Semo (La Jornada, 1/27/18) el neoliberalismo empezó antes de Salinas, pero fue con él con quien se consolidó y desde entonces es la ortodoxia económica del Estado mexicano. Sin duda hay diferencias entre el panismo y el PRI, pero son irrelevantes si de modelo económico se trata, por lo que incluso el PRD ha caído ya en esa orbita al aceptar como candidato a la presidencia de la república a Ricardo Anaya. Todos son neoliberales, excepto López Obrador. Sus aliados son otra cosa. Semo observa que las exclusiones operadas en lo que denomina “salinismo” se han adherido al proyecto de MORENA, lo que parecería implicar un incremento en la probabilidad de triunfo, pero avizora otro elemento que podría ser decisivo. En el mundo crece el escepticismo con la globalización, empezando con Donald Trump, así que la coyuntura internacional favorece a la coalición “Juntos hagamos historia, para este 2018”. Pero predecir es el negocio de la ciencia, en la política es propaganda. Recordemos que en 2006 y 2012 se dijo también que las estrellas favorecían a López Obrador, y si fallaron las predicciones fue por culpa de las inesperadas trampas del PRI y del PAN. Lo anterior nos lleva a una pregunta: ¿Quiénes son los neoliberales?, ¿los mencionados por Salinas de Gortari o los identificados por Semo?,¿es populista López Obrador?,¿vale la pena ese debate? En un artículo que Leo Zuckerman escribió para Excelsior (“El populismo de López Obrador” 24/01/12) define muy bien lo que entiende por “populista”: es aquel que va contra las realidades del mercado. Bien podríamos decir que es aquel que va contra las leyes de la economía. Ernesto Laclau en su “Razón populista” (FCE (2006) Buenos Aires) vindica el populismo al entenderlo como el momento de articulación de las demandas que el Estado no ha satisfecho, o, en otros términos, el populismo consiste en la construcción de un “nosotros” antagónico que suple al Estado. El punto es que, desde la perspectiva de la democracia liberal esa construcción social a lo que apunta es a una falla institucional, quizá a una cuestión de representación, pero no a un error de organización. Para Laclau populista es aquel que logra organizar conjuntos variopintos de personas que padecen problemas comunes ofreciéndoles una solución que exige el encumbramiento del caudillo. Populismo y neoliberalismo se pueden definir de muchas maneras, pero si son términos de oprobio sin duda se querrá colocarlos como etiqueta de aquellos que consideramos son nefastos. Sin embargo, si se definen como elogios, a la manera vindicatoria de Laclau, entonces se trivializa el uso de los conceptos porque son propaganda. Lo que queremos enfatizar aquí es que ese procedimiento de redefinir el significado de los conceptos banaliza la discusión: no se puede debatir ahí donde no existe un consenso mínimo sobre el uso de las palabras. ¿Es populista López Obrador en el sentido que le da a ese término Salinas de Gortari? En el libro ya citado argumenta largamente sobre ello. ¿Es populista en el sentido de Laclau? Si logra emular a Perón quizá en efecto sea un populista como lo entiende el neoestructuralismo británico porque, si establece la cadena de equivalencias, es prácticamente segura la victoria. La dicotomía neoliberalismo/populismo es el eje de un debate falso porque los contendientes deciden no argumentar en serio, sino reintroducir a cada paso una definición conveniente que les permite evadir la cuestión. Tanto de un lado como de otro las acusaciones sobre corrupción, nepotismo, frivolidad, criminalidad, abundan y nunca son desmentidas con elementos contundentes, por lo que los electores carecen de una visión adecuada de la trayectoria de cada candidato. En los libros de Salinas de Gortari, no menos que en los de López Obrador, se construye la historia de nuestro presente desde criterios propagandísticos, quizá en el futuro logremos saber qué pasó, pero por ahora, ante la elección, nos queda la fe. ■

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