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jueves, 18 abril, 2024
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El lector

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 320 / Promoción de la lectura

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En diversas obras literarias el acto lector aparece como una parte importante de la trama. Como ejemplos de lo anterior, y siendo consciente que quedan fuera muchos otros, encontramos El lector de Berhard Schlink, Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda, La ladrona de libros de Markus Suzak, La historia interminable de Michael Ende. ¿Qué encuentran esos personajes (Hanna Schmidt, Antonio José Bolívar Proaño, Liesel y Bastian Bux) en los libros? Lo que todo lector autónomo: fantasía, imaginación, emociones, dudas, respuestas, vidas ideales, retos intelectuales, evocaciones y evasiones, conocimientos y aprendizajes. Todo, todo cabe en el libro.

Una palabra, una frase, un episodio pueden ser el detonante para que el lector quede preso de una historia, de un libro. Por eso Hanna Schmidt tiene urgencia de releer “La dama del perrito”. Ahí está su reflejo, sus anhelos. Por eso mismo Antonio José Bolívar Proaño prefiere las novelas de amor, donde las parejas sufren pero vencen la adversidad. Estos personajes reflejan lo que nos sucede a los lectores. Pero también están otros, aquéllos que no leen. Sin importar el motivo. Como aquel personaje de Azorín, en La Regenta, que no leía porque no tenía tiempo.

Formar lectores, hacer de la lectura una actividad regular, no es una tarea fácil. Hay que decirlo. Pero tampoco es una misión imposible. Es un proceso de ensayo y error. De acompañamiento del lector incipiente. Un acompañamiento temporal, dando la libertad de elección y decisión para futuros títulos. Una travesía donde llegará el momento en que se tenga que seguir solo. Sorprendiéndose, decepcionándose, siendo más cuidadoso en su selección. En ese transitar se encontrará libros que le den aliento, que le ofrezcan otra perspectiva, que le hagan sentir que perdió el tiempo. Libros para recomendar y otros para no volver a abrir.

Haciendo una analogía, pensemos en la lectura como en las canciones. Hay un gran sector poblacional en nuestro país que sólo habla el castellano y, no obstante, escucha y canta en inglés. Sin conocer el sentido, el significado, ni mucho menos la letra. Pero no importa, canta porque ha sido tocado por la emoción que transmite la música. Recuerdo a un conocido cómo se maravilló cuando conoció la traducción, e historia detrás de la composición, de la pieza “Tears in Heaven” de Eric Clapton. Dijo que si antes le gustaba esa canción, ahora que la entendía le gustaba más.

Si quien funge como mediador aporta al lector elementos para la mejor comprensión y significación del texto, sin ofender la inteligencia del lector, tendrá más oportunidades de que ese texto haga eco en la personalidad del lector y que éste encuentre algo en los libros, como le sucedió a Aureliano Segundo en Cien Años de Soledad:

 

Aureliano Segundo estaba abstraído en la lectura de un libro. Aunque carecía de pastas y el título no aparecía por ninguna parte, el niño gozaba con la historia de una mujer que se sentaba a la mesa y sólo comía granos de arroz que prendía con alfileres, y con la historia del pescador que le pidió prestado a su vecino un plomo para su red y el pescado con que lo recompensó más tarde tenía un diamante en el estómago, y con la lámpara que satisfacía los deseos y las alfombras que volaban. Asombrado, le preguntó a Úrsula si todo aquello era verdad, y ella le contestó que sí, que muchos años antes los gitanos llevaban a Macondo las lámparas maravillosas y las esteras voladoras. -Lo que pasa -suspiró- es que el mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-320

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