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viernes, 19 abril, 2024
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Las bolas del engrudo

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Allá en los lejanos tiempos del siglo XX y aún antes, se utilizaba este ingenioso mecanismo para solucionar, principalmente, algunas tareas como de pegado, enjarrado, rellenos, base para trabajos de pincel y otros pequeños menesteres de la vida cotidiana doméstica. En términos generales era fácil solucionar un montón de problemas con solo mezclar un poco de agua con almidón o harina a través de un simple hervor y ya estaba; listo para cualquier cosa. Era tan fácil su uso y su preparación que, cuando alguna persona intentaba cualquier tarea de fácil realización y llegaba a alguna situación en que su mismo procedimiento era el causante de trabas y finales inesperados se decía: “se le hizo bolas el engrudo”.

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Lo anterior viene a colación precisamente, porque todo parece indicar que a nuestra sacrificada administración pública, o lo que sea que se pueda entender bajo este concepto, se le ha hecho bolas el engrudo con su afán desmedido de ejecutar cualquier tipo de “obra pública” en las sufridas, sufridoras, aunque eso sí, muy aguantadoras calles, escuelas, campiñas del estado, en perjuicio y detrimento de las por lo tanto muy sufridas, sufridoras y también, eso sí, muy aguantadoras personas que tienen la suerte de habitar esta región y para no discriminar ni ser selectivo, ocurre en todo el resto del país.

Habrá que iniciar por el inicio. El meollo del asunto está en el ejercicio presupuestal de, es de suponerse, partidas que implican decisiones de los tres niveles de gobierno; la mayor parte de ellas relacionadas casualmente con la obra pública, es decir con el negocio de la construcción. No es propósito de este desbarre analizar si dichas obras son prioritarias o si obedecen a algún plan de desarrollo; o si las licitaciones fueron hechas adecuadamente. Lo importante no es que casualmente todas las empresas realizadas recientemente han tenido que ver principalmente con la infraestructura citadina en la capital y las provincias, como en Jerez, desde el cambio de adoquines y el maquillaje salvaje que se le aplicó algunas áreas muy populares como la Alameda y la Plaza de Armas y a algunas banquetas del centro histérico de la muy histórica ciudad, sino la anarquía y falta de tacto con que tales proyectos fueron llevados a cabo. Las etapas de obra comenzada deben ser concluidas antes de emprender cualquier fase próxima de los proyectos en ejecución. Básicamente, los embarcados en este proyecto deben poner atención con la calidad de obra que ejecutan, no sólo en lo referente a la calidad de los materiales empleados, cuestionable, sino a la calidad humana con que éstos son realizados. A menos que en estos casos no apliquen los fundamentos de la Organización Internacional de Estándares (ISO, por sus siglas en inglés), los tratados internacionales, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los derechos ciudadanos y la Norma Oficial Mexicana, para citar algunos, se pueden entender esta serie de omisiones.

Para empezar, en los tiempos en que todo mundo alardea con sus manejos súper especializados del conocimiento y de la comunicación, paradójicamente, nadie sabe comunicar que está pasando en esta localidad y en este estado y en este país, nadie parece saber, explicar al menos, que es lo que ocurre con las susodichas obras y en que parte de los diferentes programas encajan, o al menos, qué es lo que pasa por sus confundidas cabecitas, porque todos se echan la bolita y en esto del río revuelto siempre hay muchos picudos. Las diferentes direcciones de comunicación social de los diferentes niveles de gobierno deben desquitar lo que cuesta mantenerlas. Además de informar sobre el desorden, para darle orden, pueden invitar a la ciudadanía a desarrollar hábitos sanos como estudiar, hacer ejercicio, consumir productos sanos y con poca huella ecológica, que camine, o use su bicicleta, entre otros, de preferencia. Además, hay muchas obras que tienen sentido y que deben hacerse, como diseñar rutas para ciclistas y abrir espacios únicamente para peatones con asistencia a gentes mayores y de capacidades diferentes 8se imaginan un dispositivo de este tipo en el Festival Cultural?). El objetivo inicial más importante, aunque más olvidado es el de  expandir los espacios de conversación entre los que viven como ciudadanos y los que cobran por ejercer el gobierno, fomentando, al mismo tiempo, la convivencia civilizada entre los pobladores. Urgentemente se deben instalar recipientes y plantas de tratamiento de aguas residuales para salvar la vida de la poco agua que queda en el estado; además de constituir una excelente inversión para el futuro inmediato y mediato de la capital y otras partes importantes así como sus colindancias, aportarían belleza y buen gusto en el centro histórico de la ciudad. Por último, a pesar de lo que se diga, mucho de ese presupuesto puede, con buena voluntad política -si es que alguien entiende el significado de este concepto-, invertirse en proyectos de protección ambiental, educación, cultura, salud pública, cultura indígena y turismo, entre otras muchas posibles inversiones más sostenibles. Las soluciones son muchas; innecesarias todas si hubiera sentido en los últimos años, el ejercicio de la responsabilidad entre los encargados de la administración de la riqueza nacional.

Por ahora, podremos reinventar el engrudo. A prueba de bolas. ■

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