■ La crisis reciente en Estados Unidos provocó una “migración cero”: Rodolfo García Zamora
■ El esfuerzo de la Unión Americana por militarizar la frontera ha fracasado, menciona
En los últimos 30 años, la migración internacional se constituyó como una válvula de escape a las diversas crisis económicas que azotaron a México, y en lugar de que los gobiernos en turno asumieran las necesidades económicas y sociales de la población, estos vivían en “un mundo feliz” porque además de la migración, la gente enviaba remesas familiares y colectivas.
Sin embargo, Rodolfo García Zamora, director de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), manifestó que la crisis reciente en Estados Unidos provocó una “migración cero”, es decir, un proceso en el que la salida de migrantes mexicanos es equivalente al de entrada.
En su trabajo titulado TLCAN y migración internacional en México 1994-2014: de la migración masiva al retorno creciente; señaló al respecto que la “migración cero” es una etapa transitoria que va a depender de la reestructuración de la economía del vecino país del norte.
Para previsualizar la situación actual, dijo, “no se requería ser mago, sino un economista que tenga una cultura histórica y que se diera cuenta de los ciclos económicos. Surge entonces la necesidad de articular la migración con otro tipo de políticas públicas”.
Incluso, especialistas con formación no tan crítica, como Francisco Alba y Rodolfo Tuirán, plantean la necesidad de otro tipo de política pública en el que el Estado sea el promotor del desarrollo económico.
Señaló entonces que las promesas del modelo neoliberal y del Libre Comercio de América del Norte como clave para el desarrollo, no se cumplieron, y por el contrario, el gobierno de Enrique Peña Nieto está complementando el mismo modelo, pero ahora para acabar con el pacto nacional, desmantelar la Constitución. Es decir, “un porfiriato del siglo 21”.
García Zamora explicó que los problemas en que se encuentra el campo de Zacatecas y de México obedecen a una larga crisis que tiene su origen en la década de los 60 del siglo pasado, pero especialmente de la crisis de 1982 generada ante una deuda de 84 mil millones de dólares, ante la cual el gobierno mexicano negoció con organismos internacionales la instauración de un nuevo modelo cuyas características centrales son la apertura comercial, privatización, desregulación y abandono del desarrollo como eje de las políticas públicas.
A partir de ese momento, el impacto se reflejó en tasas de crecimiento económico muy bajo, caída del empleo y aumento en las migraciones internas y externas, al grado que en la década de los 80 las migraciones internacionales tenían una tasa anual de salida de 230 mil mexicanos, en los 90 aumentó a 300 mil, y entre 2000 y 2006 fue de 550 mil cada año.
Posteriormente, luego de haberse firmado el Tratado de Libre Comercio, aseguró que no se cumplieron las expectativas para que se redujera la migración, y por el contrario, hubo 500 mil desempleados, un millón de subempleados y la necesidad de un millón de nuevos empleos al año.
Además, en ese momento 90 por ciento de la gente que se fue a Estados Unidos, no se debió a la falta de un trabajo, sino porque éste era precario y no les proveían de los ingresos suficientes para una vida digna.
“De alguna manera, entonces, subestimaron el impacto negativo de una larga crisis del campo y el impacto negativo por la ausencia de políticas de empleo. Por eso esto se convirtió en una crónica de un fracaso macroeconómico anunciado”, señaló.
Asimismo, comentó en alusión a Francisco Alba, del Colegio de México, fracasó el optimismo binacional, puesto que no se dio la competencia económica que se había prometido con la Unión Europea, no hubo una transformación estructural que generara dinamismo ni se redujo la migración internacional.
García Zamora también expuso que el control fronterizo no redujo la migración, y a pesar que Estados Unidos ha gastado más de 40 mil millones de dólares en militarizar la frontera norte, la contención de ese fenómeno ha fracasado.
En ese sentido, el Tratado de Libre Comercio fracasó como freno de las migraciones, puesto que su reducción solamente sería posible con un crecimiento económico de 6 por ciento, pero lograrlo implicaba la implementación de una política económica distinta.
Expuso que entre 1994 y 2010, el PIB no creció más de 2.4 por ciento, lo que explica que en ese periodo hayan migrado 9 millones de mexicanos hacia Estados Unidos, además que en el país los salarios perdieron 33 por ciento en su poder adquisitivo, mientras que hubo una creciente dependencia de las remesas enviadas por los migrantes de 5 mil 700 a 25 mil 300 millones de dólares entre 1993 y 2008.
Otro elemento que se experimentó en Zacatecas fue el cambio en el patrón migratorio, como resultado de las crisis y de la regularización de 2.3 millones de mexicanos, además de la migración definitiva de toda la familia, lo que impactó en el despoblamiento, envejecimiento y feminización de las comunidades.
En consecuencia, por lo menos 49 por ciento de los migrantes en los últimos años son mujeres, hay un mayor nivel educativo y pérdida de talento, puesto que 19 por ciento de los mexicanos de maestría está en Estados Unidos, mientras que en el caso de mujeres con maestría es 29 por ciento.
De acuerdo a la postura de varios especialistas, agregó García Zamora, el futuro del sistema migratorio México-Estados Unidos, va a depender del funcionamiento de la economía mexicana, más de lo que ocurra en la sociedad y economía norteamericana.
Sin embargo, el funcionamiento del PIB, la generación de empleo y el crecimiento de la economía, depende si hay o no reactivación de la economía del vecino país del norte. Aunque se prevé que la migración se reduzca entre el 2020 y 2030 debido al envejecimiento de la sociedad, en ese momento México va a requerir más fuerza de trabajo e hipotéticamente vendría de Centroamérica.
Dijo que el Programa Especial de Migración, incluido en el Diario Oficial de la Federación, retoma algunas cosas que han sugerido especialistas en el tema, pero de su parte se mantiene escéptico que se cumplan.
Entre los planteamientos que contiene, está el fomento de una cultura de la legalidad y valoración de la migración, promover que las migraciones formen parte de las estrategias de desarrollo regional y local; impulsar una gestión migratoria eficaz fundamentada en la facilitación y corresponsabilidad internacional, seguridad fronteriza y derechos humanos; favorecer los procesos de integración y reintegración de los migrantes y sus familias en su origen y destino; e impulsar el acceso a la justicia y seguridad de las personas migrantes de quienes los asisten.
El problema reside, entonces, en encontrar la organización social y popular que tenga la capacidad que esa iniciativa se convierta en una política pública eficaz en cada estado y sea integrada en el presupuesto.
