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miércoles, 24 abril, 2024
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La transición de la democracia hacia la corporatocracia en México

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La consecuencia de la separación o divorcio de los partidos políticos de la sociedad, es que actúan en contra de los intereses nacionales. La democratización del sistema de representación es esencial para garantizar que el Estado esté en sintonía con los intereses de los pobladores de este país.

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Como ahora mismo se observa, lo que ocurre es que la clase política separada de la sociedad, cae presa de los grandes intereses fácticos: es decir, el propio Estado ha quedado capturado y es un instrumento directo de los poderes económicos que lo han convertido en un instrumento de operación y gestión de su enriquecimiento. Los políticos sólo les sirven de operadores. Lo que ahora mismo estamos presenciando es un gigantesco desmontaje de lo que quedaba del Estado de la Revolución Mexicana, para dar paso a un Estado-Gerente al servicio de las corporaciones.

Es sintomático que la apropiación de la mayor riqueza del país por esos intereses privados, sea acompañada de dos acciones políticas altamente significativas: la negativa de los dirigentes del PRI de que la reforma energética vaya a consulta a la población, con la argucia de que los asuntos de ingresos fiscales no pueden ser consultados; y el otro acontecimiento es la regulación de la manifestación pública en la Ciudad de México.

Es decir, los representantes se oponen a consultar a sus representados, lo cual evidencia que ya han hecho los cálculos y han concluido que la voluntad del pueblo de México está en contra de sus acciones políticas. Por tanto, asumen la suplantación de la voluntad popular. Y en seguida, prevén que las manifestaciones serán importantes, y para ello, las prohíben. Con ello anuncian la futura represión. No sin antes desplegar una campaña publicitaria, que revela que para los ‘gerentes’ del Estado, el pueblo es un ‘público que hay que convencer con propaganda’.

Estamos viviendo momentos históricos. La reforma política que inició en 1977 está muerta, la élite política actúa bajo el mando de los grandes poderes económicos y sin contacto con sus representados, y tenemos un Estado sin proyecto nacional, sólo con la misión de extraer la mayor riqueza posible para sus nuevos dueños.

Es un mal presagio: se adueñan de la riqueza y bloquean las vías políticas de solución de los conflictos; eso significa que amplios sectores sociales se verán impotentes para hacerse escuchar y con ello, aparecerán las actitudes políticas radicalizadas. Ahora mismo la sociedad está paralizada y con miedo, pero en cuanto se sientan los efectos de las presentes reformas esa inactividad cambiará, y se hará oír como lo hace la impotencia acumulada: violentamente. La gigantesca operación que ahora presenciamos, está cargada de monumental irresponsabilidad; la ambición no mide consecuencias ni atiende a la sabiduría política.

En la narrativa aparece que cuando un pequeño grupo de vampiros succiona la sangre de un poblado, este último termina organizando un tumulto con antorchas en búsqueda de los vampiros para atravesarles una estaca en el pecho. Ojalá Bram Stoker no se convierta en historiador nacional.

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