El sector ferroviario en México es algo que se ha mantenido relativamente fuera de la conversación pública durante mucho tiempo. Se critican varios aspectos de las decisiones tanto del actual Presidente, como de la futura presidenta de revivir este sector, con énfasis en un modelo mixto que reviva el transporte de pasajeros y habilite nuevas rutas para carga. Un modelo que promueva el desarrollo sustentable y facilite alcanzar la prosperidad compartida.

Es extremadamente relevante estudiar este sector, ya que se privatizó bajo los mismos argumentos que se continúan utilizando, para querer privatizar la industria energética. Decían, en aquel entonces, que aumentaría la competencia, bajarían los costos, la red crecería de manera importante porque “el gobierno no puede solo, las inversiones para expandir la red son cuantiosas y el sector privado puede hacerlas”, aumentarían el uso de la infraestructura existente e incrementaría la competitividad del sector. La realidad es que sucedió todo lo contrario.
De acuerdo con el “Estudio de competencia en el servicio público de transporte ferroviario de carga”, de la Cofece, la red pasó a convertirse en monopolios regionales privados, donde los concesionarios cobran tarifas excesivas para entrar y salir de sus regiones, que efectivamente vuelven imposible operar como una sola red. De hecho, 80 por ciento de todo el servicio de carga se da dentro de estos monopolios regionales por los operadores únicos. La red al momento de concesionarse en 1996 tenía una longitud de 26 mil 662 kilómetros, para 2019, la longitud era de 26 mil 914 kilómetros, es decir, en 24 años, la red creció 252 kilómetros, 0.04 por ciento anual, al mismo tiempo, la utilización de las vías existentes cayó de 89 a 87 por ciento.
Derivado de los altos cobros y extracción de renta, bajó la participación del ferrocarril en el transporte de carga y se desplomó especialmente en los puertos. Todo esto pasó al tiempo que las ganancias aumentaron más de 100 por ciento, ya que es más rentable para los operadores por tonelada-kilómetro que el sistema clase 1 de Estados Unidos.
Una de las víctimas de esta privatización fue el servicio de trenes de pasajeros. Desde la privatización de la red ferroviaria, casi desapareció ese servicio, y hoy representa sólo 2 por ciento del total del “tonelaje” que se mueve por el sistema ferroviario del país, y es básicamente sector turismo. El 10 de julio, la futura presidenta, Claudia Sheinbaum, anunció la construcción de varias líneas de servicio de pasajeros.
Dichas líneas se sumarán a la línea del Tren Maya y a la del Corredor Interoceánico. Las críticas no se hicieron esperar; sin embargo, son totalmente erróneas e infundadas. Son diversas, pero se centran en los altos montos de inversión requeridos, los grandes horizontes de recuperación y la “nula rentabilidad” de dichos proyectos.