Cada tercer lunes de enero, el concepto del Blue Monday o “lunes azul”, acapara la atención de millones de personas alrededor del mundo. Esta fecha, considerada por muchos como el día más triste del año, fue propuesta en 2005 por el psicólogo británico Cliff Arnall, quien presentó una fórmula matemática para determinar cuál sería el día más deprimente del calendario. Sin embargo, más allá de la controversia que genera el Blue Monday, lo que realmente merece nuestra atención es la crisis de salud mental que atraviesan millones de personas, especialmente los adolescentes.
Arnall, en su fórmula, identificó varios factores que, según él, inciden directamente en el estado emocional de las personas. Entre estos factores se incluyen el clima frío y gris que caracteriza los días de enero en el hemisferio norte, el estrés derivado de las deudas acumuladas tras las fiestas navideñas, la frustración por no haber cumplido los propósitos de Año Nuevo y el tiempo transcurrido desde las últimas festividades importantes. La fórmula que el psicólogo propuso fue la siguiente: 1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA.
En esta fórmula, C representa el clima, D se refiere a las deudas adquiridas durante las festividades, “d” es el dinero que se recibe a finales de enero, T indica el tiempo transcurrido desde la Navidad, e I refleja el tiempo que ha pasado desde el último intento de abandonar un mal hábito. Finalmente, M hace referencia a las motivaciones que aún nos quedan, y NA simboliza la necesidad de tomar acción para cambiar todo lo negativo en nuestras vidas.
Aunque esta fórmula tiene un aire lógico, su falta de evidencia científica y su origen comercial han generado polémica. El concepto de Blue Monday fue originalmente creado como parte de una estrategia de marketing de la agencia de viajes Sky Travel, que buscaba incentivar a las personas a reservar vacaciones de invierno. Sin embargo, el fenómeno se viralizó rápidamente, convirtiéndose en un tema recurrente en los medios de comunicación y en la cultura popular.
Lo que realmente importa, más allá de las controversias sobre la fecha, es reflexionar sobre la creciente crisis de salud mental, un tema que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a los adolescentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que uno de cada siete adolescentes de entre 10 y 19 años, lo que equivale al 14% de este grupo etario, padece algún trastorno mental. Sin embargo, muchos de estos jóvenes no reciben la atención necesaria, lo que aumenta significativamente los riesgos de sufrir consecuencias graves a lo largo de su vida.
La adolescencia es una etapa fundamental en el desarrollo emocional y social de las personas. Factores como la pobreza, la violencia y el maltrato incrementan la vulnerabilidad de los jóvenes a desarrollar trastornos mentales. La OMS también destaca que los adolescentes que enfrentan discriminación, exclusión social o violencia, así como aquellos que atraviesan conflictos relacionados con su identidad, tienen más probabilidades de padecer problemas emocionales graves.
Entre los trastornos emocionales más comunes entre los adolescentes se encuentran la ansiedad y la depresión. Se estima que alrededor del 4.4% de los adolescentes de entre 10 y 14 años y el 5.5% de los de entre 15 y 19 años sufren trastornos de ansiedad, mientras que entre el 1.4% y el 3.2% experimentan depresión. Estos trastornos afectan gravemente no solo el bienestar emocional de los jóvenes, sino también su rendimiento académico, sus relaciones sociales y, en casos extremos, pueden derivar en suicidio. De hecho, el suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
Además, los trastornos del comportamiento, como el TDAH y los trastornos de conducta, son comunes durante la adolescencia. El 3.1% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 2.4% de los de 15 a 19 años sufren TDAH, mientras que el 3.6% de los más jóvenes y el 2.4% de los adolescentes mayores padecen trastornos de conducta. Estos trastornos, que dificultan la adaptación escolar y aumentan el riesgo de conductas delictivas, también pueden tener consecuencias duraderas en la vida de los jóvenes.
Otro aspecto preocupante son los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, que afectan a un número significativo de adolescentes, especialmente entre las jóvenes. La anorexia, en particular, está asociada con una de las tasas de mortalidad más altas entre los trastornos mentales, debido a las complicaciones físicas y al riesgo de suicidio. Estos trastornos suelen ir acompañados de otros problemas emocionales como la depresión y la ansiedad.
Particularmente en Zacatecas, México, el suicidio ha adquirido proporciones alarmantes entre los jóvenes. Según datos del INEGI, en 2023, 110 personas se quitaron la vida en la entidad, de las cuales 87 lo hicieron por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación, y 10 por disparos de arma de fuego, 6 por envenenamiento y 7 por otras causas. Esta situación subraya la urgencia de atender la salud mental de los adolescentes y jóvenes.
Cabe la pena recordar que el pasado 2024 se registraron casos trágicos que impactaron a la sociedad zacatecana. Cuatro menores de 14 años, tres niñas y un niño, se suicidaron entre abril y mayo en la zona conurbada de Zacatecas y Fresnillo, un fenómeno que las autoridades vinculaban a un “reto” en redes sociales.
El Blue Monday, aunque originado como una estrategia de marketing, puede ser una oportunidad para reflexionar sobre la salud mental de los jóvenes. La crisis que afecta tanto a adolescentes como a adultos debe ser abordada con urgencia, garantizando que todos tengan acceso a recursos adecuados para enfrentar los desafíos emocionales que se presentan en la vida cotidiana.