Desde su campaña política la Dra. Claudia Sheinbaum se pronunció por la soberanía alimentaria, el apoyo al campo, la tecnificación del riego y el uso progresivo de las energías renovables “garantizar la soberanía alimentaria para todos los rincones del país es la meta principal en la que se debe trabajar, nuestra apuesta tiene que seguir siendo la soberanía alimentaria”. Muy atinada aseveración de la hoy presidenta electa de nuestro país, impulsora de “todos los derechos”, entre ellos, el derecho a la alimentación con alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan las necesidades alimenticias adecuadas para llevar a cabo una vida activa y sana.
Bajo esta premisa, se plantea la reactivación del campo mexicano, con esquemas de financiamiento más justos, precios de garantía y fertilizantes gratuitos para pequeños productores, tecnificación del campo y uso eficiente del agua para incrementar la producción de alimentos, la rentabilidad y el bienestar de las familias campesinas, bajo un modelo de desarrollo rural sustentable y con seguridad social de los jornaleros y de sus familias. Como científica destacada en el combate al cambio climático, propone la transición energética, aumentando de manera paulatina el uso de las energías renovables no contaminantes para contribuir al combate del cambio climático.
En el actual sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador se avanzó en la soberanía energética, pronto México será autosuficiente en gasolinas y diésel y el Estado recuperó la rectoría del sector eléctrico que estaba en manos de las trasnacionales. En el próximo sexenio la meta es abatir la dependencia agroalimentaria del exterior que asciende al 45%, principalmente en maíz, frijol, trigo, arroz, soya, carne y leche. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) recomienda que países en desarrollo como México deben producir al menos el 75% de sus alimentos básicos.
Si bien es cierto, que las ciencias biológicas y agropecuarias han registrado importantes avances a través de la bioquímica, la biotecnología y nanotecnología, lo cual ha incrementado los rendimientos unitarios en la producción de alimentos, estos incrementos no son proporcionales al crecimiento demográfico en el país. De acuerdo a los Censos de Población y Vivienda (INEGI), en 1960 había 35 millones de personas distribuidas casi por igual en las áreas rurales (49%) y urbanas (51%), para 2020, la población creció a 120 millones (tres veces y medio más en tan solo 60 años), pero su distribución en las áreas rurales bajó a un 21%, mientras en las urbanas ascendió a un 79%. La tendencia de crecimiento poblacional sigue en aumento, para 2022 se estimaron 130 millones de habitantes.
La pregunta es ¿Cómo producir alimentos nutritivos, inocuos, suficientes y accesibles para todos, sin deteriorar nuestros recursos naturales que soporten el crecimiento poblacional?, cuando el campo se está quedando solo por la migración creciente de la población económicamente activa a las grandes ciudades y a los Estados Unidos por falta de oportunidades y por la baja o nula rentabilidad de sus unidades de producción debido al alto precio de los insumos y los bajos precios de sus cosechas; asimismo, la superficie cultivable cada vez es menor por el crecimiento de las zonas urbanas y de la industria, aunado a los efectos del cambio climático que provoca siniestros en la producción de alimentos por sequías, heladas e inundaciones.
De allí, la importancia como lo expone Claudia Sheinbaum de dirigir y vincular la educación superior, la ciencia, la tecnología, la innovación y los esfuerzos de los gobiernos a la solución de los grandes problemas nacionales, en este caso, la producción de alimentos, mediante el establecimiento de una política agropecuaria de Estado transexenal con una planeación a largo plazo con metas a mediano y corto plazo, dirigida a la autosuficiencia alimentaria; articular las políticas descentralizadas dispersas con las de fomento agroindustrial y de comercialización, bajo un mismo plan y lineamientos generales entre órdenes de gobierno, atendiendo las potencialidades y prioridades regionales; impulsar la organización, capacitación y la asistencia técnica; incrementar la inversión al campo, el crédito y el seguro agropecuario; incentivar la comercialización nacional, el comercio justo y castigar prácticas desleales y el contrabando en las importaciones agropecuarias.
Preservar y mejorar nuestros recursos naturales, abordando de manera integral los problemas de la degradación de tierras, sobreexplotación de mantos acuíferos, contaminación de ríos, deforestación de bosques y selvas, el sobrepastoreo, la caza ilegal y las sequías recurrentes; impulsar obras hidráulicas para la captación y uso eficiente del agua, el tratamiento de aguas residuales y su reutilización en la agricultura e industria.
Incrementar los rendimientos unitarios en la agricultura y ganadería mediante la ciencia, la innovación y nuevas tecnologías; el uso de buenas prácticas agrícolas, pecuarias y agroindustriales que no dañen al medio ambiente, a la biodiversidad y a la salud pública (no a los transgénicos en la alimentación humana), el uso progresivo de energías renovables que contribuyan al combate del cambio climático.
Estamos ciertos, que la presidenta electa Claudia Sheinbaum como científica buscará la vinculación de la educación, la ciencia, tecnologías e innovación y los esfuerzos de los gobiernos y sectores a la solución de los grandes problemas que enfrenta la producción de alimentos. Asimismo, establecerá una política agropecuaria de Estado transexenal dirigida a la autosuficiencia alimentaria; impulsará la organización, la capacitación y la asistencia técnica en todas las ramas productivas; la preservación de nuestros recursos naturales y la biodiversidad; abordará de manera integral los problemas de degradación de tierras, sobreexplotación de mantos acuíferos, contaminación de ríos, deforestación, sobrepastoreo, caza ilegal y la contribución al combate del cambio climático con el uso de energías limpias en las actividades agropecuarias.