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sábado, 10 mayo, 2025
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Historia y poder

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Gaspar Pérez de Villagra, a quien el mismísimo Juan de Oñate lo elogió como soldado y como hombre, le hizo un poema a nuestra ciudad de Zacatecas en el año de 1604 a lo que Meléndez y Pelayo, consideró como “34 mortales cantos” de indudable valor testimonial, más cuando se refiere a la fundación de nuestra entonces rica ciudad de mineros y extranjeros de muchos lugares del mundo.

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La historia de Gaspar, el capitán valeroso que recorrió más de 7 mil kilómetros a pie por el territorio mexicano y Guatemala, murió a los 65 años de edad en uno de sus tantos recorridos, se le atribuye haber participado en el descubrimiento del Río Bravo, haber peleado contra apaches, casar a su hija con un bisnieto de Moctezuma, vivir en Sombrerete a sus anchas pero con un resentimiento porque su corona española no reconocía sus sacrificios como soldado en un territorio hostil y peligroso.

Así hay cientos de historias en que nuestro territorio atrajo a hombres y mujeres de notables acontecimientos en sus vidas y en la vida de nuestro país y el mundo y ello nos debe sentir orgullosos porque nuestra ciudad y estado ha sido imán para otras culturas y miles de aconteceres que son del milagro, el acontecimiento histórico real y humanístico y a veces hasta sobrenatural.

Se desconoce en la actualidad los versos del citado Gaspar pero seguro es que llevaban una carga de elogios y menciones a nuestra patria chica que seguido despertaba la admiración o la codicia, el rumor y la alabanza, la gratitud ante todo.

Sabedores que los gobiernos virreinales le prestaban especial atención a nuestra ciudad y estado por lo cuantioso de la producción minera, las noticias iban y venían por todos los caminos y tanto Zacatecas como el Luminoso Perú en Sudamérica tenían una conexión de asombro, pues, China o Alemania, Filipinas o la Habana, daban los suministros del azogue y el mercurio y otras herramientas aptas para el continuo saqueo y explotación de nuestras minas anegadas o dispuestas.

Como no encuentro el poema del señor Gaspar, ahí les va uno mío:

Fervor por Zacatecas

Supuse gritar al viento la patria que me dieron en pedazos

En los senderos abiertos

 

Si nace la flor en Moyahua

y el viento ulula quedito en los rincones de Tayahua

en Tenayuca ella irá con sus cabellos rizados a pedirle al dios de las montañas

que en Tepetongo el agua  ayude a los manantiales eternos

a irrigar lo que atisba en Tlaltenango,

los jardines flotantes del águila caracara

en Atolinga donde el gavilán pollero pone  ejemplo

en Tepechitlán el asombro cotidiano de darle vida a las razones

que una a Ahualulco con Bimbaletes en la pájara huilota, la víbora pichicuata,

el ronroneo del águila cola lisa ante la culebra chirronera

A un suspiro le dan mil años

¿Acaso en Mazapil o en Mómax

hay un mundo apenas desconocido

en la que las serranías

protegen el nacimiento del mundo?

Ya dicen que  Fresnillo es feliz

al escándalo de una rosa salpicada

de la sangre joven de una doncella

que se creía mariposa

y mandaba a los incendios

los brebajes en que diluía su historia milenaria

y que en Jerez el júbilo se enternecía

con la compra tempranera de unos zapatos nuevos

a la alegría de un niño que saltaba en la madrugada

su querencia

su amor a dios

al viento divino

de sus montañas sagradas

coxcox y el alcalde dijo el renacuajo no camina por las calles

(no hurga el polen en las flores del invierno)

Porque a la fanega de maíz el impuesto fregaba los pisos en el hospicio de la nada

tochos o caxcanes doña manuela tiene frio y es que el frio en Zacatecas es más duro

que todos los inviernos del mundo juntitos en un vaso de papel que se va incendiar en

los patios fecundos de un bosque cerca de Tepechalá,

la ira bendita de tzacatzotla

el susto en yahualica

tecuexe el ánima fugitiva de una mina abrasadora

huachichil inculto llora en Villanueva la alborada de las alianzas

la furia de Saín Alto que hurgó en los siglos el significado del mar invisible

no es juego de jilguerillos lo que a la palabra brinca la demasía

sino la exaltación que irradia los colores de la tierra

los bosques desolados

ashcanquema  tehual  nehual, hasta tu muerte o la mía

en la sierra el cimarrón fugitivo hace hogueras hurgando la venganza

y una vieja loca en neumonía maldice el destino que le dieron

era todo el devenir de las fábricas que nunca existieron

las naves espaciales que dibujaban el silencio en los santuarios del pez zacatecano

el nopal zacatecal en el remolino del viento…

conferirle da el cura mil campanadas para arrimar a la epidemia miles de almas

un pan repartido intentando sus moronas volasen al viento

entonces

lejos hacia el horizonte

los bosques inmortales

esperaban ansiosos el paso de los niños

en un fervor que el juanino cura

el jesuita huye

el dominico come

hija, la paz sea siempre el sarape, la panza llena

y que en Villa García bese la abuela su amor por Zacatecas

en la ira de las tastuanes

en la hacienda del maíz rebozado

en el frijol que Teul  cuicón bendice y conjura y

que vuelen las aves por los escribas

que amanecen la madrugada del mundo… ■

 

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