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viernes, 9 mayo, 2025
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El humor, recurso necesario para la sobrevivencia: Martín del Campo

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Por: ALMA RÍOS •

■ Es la forma más feliz de la inteligencia; el pesimismo reduce la vida, comenta

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■ El escritor visitó la entidad para participar en el recién concluido Festival Cultural

“Yo siempre he pensado que el humor es necesario en la vida, a veces como un recurso de sobrevivencia, sin que implique que te desprendas de cierto tipo de compromisos y convicciones político-ideológicas”, dijo en entrevista para La Jornada Zacatecas, el escritor David Martín del Campo, en su reciente visita a la capital al estado para participar en el Festival Cultural Zacatecas 2015.

La aseveración le hizo remitirse a su amistad con José Revueltas, que recordó, en las últimas tres tardes que visitó la casa del también ensayista y novelista. “Cómo nos revolcábamos de las carcajadas, chistes y albures que contaba. No sé si las aprendió en la cárcel de Lecumberri. Era muy jocoso y muy travieso”.

Lo dice pare traer otra de las máximas martincampeanas: “Yo siempre he dicho que el humor es la forma más feliz de la inteligencia”.

Aquí refiere, siempre les dice a sus hijas que “si están pesimistas, ven todo negro y deprimido: se van a morir. Pero si ven todo con alegría y con entusiasmo…se van a morir”.

Esta reflexión práctica la trae una y otra vez a la conversación el autor de El último gladiador (Penguin Random House Mondarori, 2015), será quizás para demostrar que el buen humor no se pelea con la inteligencia y ésta debe aceptar lo inexorable, la ineludible muerte, así que no vale la pena vivir “al 50 por ciento”.

La medición vital atiende a una práctica reiterada del escritor: “siempre, cuando conozco a una persona lanzó un par de bromas, chistoretes…y cuando veo que la gente no tiene sentido del humor ya ni le muevo. Yo desconfió de la gente que no tiene sentido del humor…yo creo que es gente que tiene la vida al 50 por ciento”.

No obstante su personalidad, que observa, “a veces dicen que soy un poco sarcástico, y sarcástico tiene que ver con la sangre, sarcos, entonces es el que está siempre buscando la llaga, como el mosquito la sangre”, o irónica, porque dice le agrada hacer preguntas con respuesta obvia, David Martín del Campo concluye: “y conste que no soy un humorista”. Le gusta mucho, agrega, “coquetear con la vida porque yo creo que la vida es una celebración (…) yo veo la vida así, sin que obsten aspectos muy serios de mi vida”.

En este momento recuerda su militancia en el Partido Comunista de cuyas reuniones clandestinas tenía que salir huyendo, “porque la policía andaba merodeando en los sitios secretos que nos reuníamos”.

De aquel pasado furtivo, sin embargo, rescata otra vez lo grato, su admiración por Juan de la Cabada, de quien dice “no había reunión donde no terminara uno a las carcajadas, era gente muy buena… Arnoldo Martínez Verdugo, Rincón Gallardo, el mismo Valentín Campa”.

¿Hasta dónde se permite este autor imprimir su tendencia al humor al escribir? Responde entre cifras y situaciones, que en sus novelas siempre hay dos, tres, cuatro o cinco muertos y que se preocupa por escribir narraciones de cierta intensidad donde se expongan sucesos profundos: el amor, la muerte, las pasiones por el conocimiento, el arte, la política…las originadas en la envidia y en general la sevicia.

Sus novelas llenas de pasiones de todo tipo, no mediante el narrador, pero sí a través de los personajes manejan las situaciones “con humor porque el humor es una solución”.

“Yo no me considero un autor humorista. Pero sí algunas de mis novelas están más cargadas de humor. Tengo una novela picaresca que se llama Corre Vito”.

Muchos de los lectores de Corre Vito que oscilan entre los 19 y los 25 años, dijo, “se revuelcan y la leen tres veces…algunos me han dicho que les ha cambiado la vida”.

La obra pertenece al género de la picaresca donde el narrador cuenta la vida “desde la ilusión, la irresponsabilidad, la alegría, la inmediatez de la espontaneidad y de la sobrevivencia”. Este es también su homenaje al Pito Pérez de José Rubén Romero.

Agrega, a veces no le es posible impedir que los aspectos humorísticos salgan en sus personajes, pero en la corrección los evita. Sus novelas que tiene aspectos “trágicos, letales, unos crímenes espantosos” se equilibran con la experiencia del gozo de la vida.

“Alguien pensaría que la literatura necesariamente debería de ser nigromántica, depresiva, negra demoniaca, infernal, negativa e hipercrítica…y no. La literatura habla de la vida, y la vida tiene todos los matices de la paleta cromática”.

“Yo creo que los clásicos, clásicos, tienen el aspecto del humor muy desarrollado sin que signifique que sean autores humoristas”.

Aquí cita a Cervantes Saavedra y Shakespeare pero también a John Updike, John Irving, Murakami, a Jorge Ibargüengoitia, este último, a quien no le gustaba que lo clasificaran como humorista, “pero lo que pasa…y bueno así es”.

Otra vez refiere en cita a un caso real que se le ha propuesto sobre una madre que al enterarse de la muerte de hija no rompió en llanto sino bromeó sobre el suceso, que “si suelta la carcajada, la niña no va a resucitar, y si no suelta…tampoco. Yo creo que es muy sano darle su lugar al humor para la sobrevivencia del ser…”.

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