- Nómada*
Se sabe que fue San Francisco de Asís, el primero en representar el nacimiento de Jesucristo; en el año de 1223, esta representación icnográfica se llevó a cabo en Grecio, Italia, con pastores de carne y hueso, pero tuvieron que pasar doscientos años para que se popularizara en Europa.
Dice Graciela Romandía de Cantú que en México, durante la época virreinal, la natividad de Cristo fue representada en manifestaciones de gran belleza, desde los autos sacramentales, hasta las esculturas estofadas con hoja de oro.
Los nacimientos en este periodo de la historia eran conocidos como belenes y presepios y desde entonces no pueden faltar en ellos el buey y el asno que simboliza la fuerza y la mansedumbre, los pastores que representan la humildad, los reyes magos que simbolizan el poder y la diversidad étnica y por su puesto el diablo o chamuco que personifica el mal.
Dice la Maestra Romandía que los hogares novohispanos, peninsulares, criollos e indígenas se llenaban de representaciones de la sagrada familia en un portalito, rodeado de pastores, rebaños de borregos, un buey y un asno además en la representación había música y poesía. De finales del siglo XVI y principios del XVII se han encontrado figuras de barro cocido modelado y con pastillaje.
Existen testimonios de belenes del siglo XVII, fabricados en barro, plata, madera policromada, estofados, tallados en marfil o hechos en cera.
En el siglo XVI los franciscanos utilizan la flor de noche buena o cuetlaxochitl para adornar el pesebre, hay que recordar que esta flor fue un regalo de México a la simbología navideña mundial.
En el mismo siglo XVI, Fray Diego de Soria, agustino del convento de Acolman, había obtenido permiso para celebrar las misas de aguinaldo, las procesiones de fieles recorrían el convento y depositaban en sus capillas posas a los santos peregrinos; Los dominicos promovieron el rezo del rosario y de la letanía.
Rafael Vargas dice que en México, la costumbre de hacer figuras para el nacimiento data de 1594, cuando las religiosas del monasterio de la Encarnación comenzaron a modelar figuras en cera. En nuestros días, la variedad de representaciones del nacimiento de Jesús es enorme, existen nacimientos de barro, madera, hojalata, cera, chicle, palma, cartón, vidrio, plata y hasta de rábano como los de Oaxaca.
Desde la época colonial, en Zacatecas, seguramente se adoptó la costumbre de poner nacimientos, pero llama la atención la celebración de los años sesentas del siglo veinte. En entrevista hecha al artista plástico Salvador Pintor, este nos comenta que esta década, en cada barrio, en cada callejón, en cada casa se colocaban diversos nacimientos.
Los nacimientos estaban relacionados con las posadas porque el padrino del nacimiento es el que obsequiaba los bolos en la celebración. Los bolos o la colación consistían en una ración de cacahuates, galletas de moño, mandarinas, dulces y caña. Los nacimientos se colocaban la primera semana de diciembre y muchos de ellos se levantaban un día después de la fiesta de la Candelaria, o sea el dos de febrero.
Los nacimientos propiciaban las posadas y las posadas eran motivo de juegos tradicionales como la botella y las cruces.
El 24 de diciembre, se cantaban los versos tradicionales para pedir posada, y no podían faltar los tamales de puerco, rojos y verdes, el ponche y los buñuelos, los cuales se acompañaban con atole dulce.
Es digno de recordar , según el maestro Pintor, el nacimiento colocado en la tienda de telas conocida como “Tres Piedras”, ubicada en la plazuela Goytia, en este se podía observar una multitud de pastores, diablos, el misterio, el ermitaño y un personaje que no podía altar en todo nacimiento zacatecano: “el cagon”.
En una casa particular de la avenida Guerrero, conocida antes como la calle de arriba, se ubicaba un hermoso nacimiento, que tenía una feria, en la cual sobresalió la rueda de la fortuna, que giraba y tenía embelesada a una multitud de niños.
Las fiestas navideñas en Zacatecas de los años 60 y 70 fueron una convivencia comunitaria sin igual, cabe recordar por último que por iniciativa de una familia de panaderos apellidados Gómez, inicia la tradición de adornar las calles con luces y faroles, siendo el barrio de Ledezma el iniciador, posteriormente Jorge Pintor invita a los comerciantes de la calle del Laberinto para que sigan la tradición de iluminar y adornara con faroles y piñatas.■
*Nómada: Espacio patrocinado por la Secretaría de Turismo del Estado de Zacatecas/ Espacio de Difusión de las fiestas y tradiciones zacatecanas del Museo Etzcuincle