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lunes, 21 abril, 2025
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El SPAUAZ en su laberinto. La filosofía política de los asesores del Comité

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Escrito hacia 1954 el texto de Leo Strauss titulado “¿Qué es la filosofía política?” continua como fuente de desasosiegos. Uno de particular interés se centra alrededor de la cuestión de la educación en una sociedad democrática. Se suele confundir la formación del carácter, que es lo propiamente “educable”, con la instrucción, la capacitación o el “perfil de egreso”. Sin embargo, cuando se tiene alguna noción acerca de la formación del carácter, esta se limita al ideal de una “buena persona” como aquella que coopera con los demás y enaltece las virtudes sociales. Con ello se culmina, en el peor de los casos, en “conformistas progresivos”, y en el mejor, en cínicos amistosos que de manera gregaria rumian sus incapacidades. Se deja de lado, quizá porque se enfatiza demasiado la estabilidad social y la temperancia ante los conflictos, la educación de los inconformistas, de aquellos que deciden pensar por sí mismos, pelear solos y resistir la presión social. Strauss, promotor como lo fue de lo que denominó “filosofía política clásica”, concluye que una manera de salvar a la democracia es educar a una élite, conformada por aquellos que están hechos para los rigores y exigencias de una educación de alto nivel, mientras que se deja para el resto la “educación de masas” o instrucción para el pueblo. Los constructores de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) apostaron por un proyecto de educación de masas de alto nivel. No sabían cómo, quedó como esbozo o “visión”. Pero, en la medida de sus posibilidades, discernían lo “bueno”, lo “admirable” de lo “malo” o “deleznable” y con estas distinciones guiaban su acción política. Así, trataban de construir una mejor universidad, una que pudiese educar, no sólo instruir o capacitar, sino templar el carácter de las generaciones de zacatecanos. Un primer paso fue intentar educarse a sí mismos. En última instancia, esa educación debería contribuir a la construcción de una mejor sociedad. Todo queda a nivel de la opinión, sin embargo, y es aquí donde aparece la “crítica”. Que empieza en uno mismo, en las ideas que guían la acción individual y concluye en el cuestionamiento de la acción colectiva. ¿De verdad eso que se concibe como “bueno” lo es? ¿por qué decimos y aceptamos que es lo correcto? Hacerse estas cuestiones es el nivel, como ya se dijo, de la crítica. Buscar los medios de encontrar la respuesta es lo que Strauss interpreta como “filosofía política”. Es opuesta al historicismo tanto como al positivismo, pues ahí donde unos ven relativismo y humo, la filosofía política descubre patrones universales de acción que guían hacia la “buena sociedad”. Y donde otros creen descubrir la ilusión del libre arbitrio, pues todo está sujeto a las inmutables leyes de la historia (dialécticas o positivas), la filosofía política distingue la acción voluntaria de los seres humanos. Por ende, ni pesimista ni optimista: meliorista. Mediante el esfuerzo colectivo, con el acicate de los inconformistas, es posible mejorar las cosas, que no van por necesidad hacia peor, como predican los “pesimistas de oficio” (E. Cioran, A. Caraco, N. Gómez Dávila) y sus muchos epígonos. Cualquier reforma de la educación es una manera de reorientar las creencias respecto de lo que es la “buena sociedad”, de corregir vicios adquiridos, de contribuir a una mejora general de la situación social. También, sin embargo, esos esfuerzos se enfrentan a las “fuerzas del conservadurismo”, de aquellos que, beneficiarios de una situación, la quieren preservar para mantener sus privilegios, canonjías y prebendas. ¿Acaso no resulta notorio el deterioro de la distinción entre lo “admirable” y lo “deleznable” cuando se premia a quienes trataron de despojar de sus derechos a los docentes de la UAZ? Y no sólo se les premia, sino que se les considera benefactores y preocupados “sindicalistas”. El día 14 de mayo de 2024 el SPAUAZ de la Dra. Jenny González Arenas decidió premiar al I. Q. Crescenciano Sánchez Pérez. Cualquier pretexto aducido es mera pirotecnia verbal. Tratan de limpiar el nombre, de hacer admirable, a la persona que despojó de derechos a viudas y ancianos. Que incrementó las causales de rescisión contractual y burló la voluntad de los órganos de gobierno del sindicato. Clausuró, además, la negociación colectiva, canceló el estatuto, se subordinó al patrón para desaparecer el contrato y permitir la desaparición de plazas. Eso es un ejemplo de la carencia de brújula moral, de regresión autoritaria, de anti democracia y conformismo. No contentos con esto, los asesores de González Arenas, como el Lic. Enrique Viramontes Cabrera, buscan alianzas con el PRI en la legislatura del Estado para generar conflictos e ignorar los problemas del SPAUAZ. De nuevo, la perdida de cualquier noción de “buena sociedad” se difumina y se sustituye por la cruda lucha por el poder a cualquier costo. Y esto significa que la educación como formación del carácter es desechada. Como argumentó Strauss en el artículo citado, la gran contribución de Maquiavelo, aparte de un amplio repertorio de blasfemias, fue la propuesta de olvidar cualquier ideal de “buena sociedad”. No hay tal, y los seres humanos se educan por intermedio del deseo de gloria, como eslabón entre lo bueno y lo malo, Aquel que logra la victoria es el “bueno”.

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