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lunes, 23 junio, 2025
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Por el derecho a la protesta, aunque me afecte

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

La Universidad Autónoma de Zacatecas, como casi todo el sistema educativo, sufre una severa crisis financiera, y como en muchas otras ocasiones, ha retrasado el pago de prestaciones a su personal académico, entre ellas el aguinaldo, que de acuerdo a su contrato colectivo debía cubrirse el 10 de diciembre, por lo que en protesta, al día siguiente bloquearon el bulevar Adolfo López Mateos en el sentido de Guadalupe a Zacatecas, a la altura de la Plaza Bicentenario.

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Como era de esperarse, la manifestación causó caos vehicular por varias horas, y consecuentemente el rechazo de buena parte de la ciudadanía que había sido afectada por esta circunstancia.

En redes sociales, algunos expresaron su apoyo a la causa, pero lamentaron la forma de defensa de la misma; otros sugerían respetuosamente medidas alternas, entre las que destacaba que se tomara las oficinas de rectoría, o el domicilio particular de su titular.

Entre todas las sugerencias, destacó una por su virulencia: la de que los afiliados al Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (Spauaz) se enfilara al cerro de la Virgen, para gritar “hasta quedarse sin voz y sin estrés”, como si la manifestación de los universitarios hubiera sido una sesión terapéutica catártica, que buscara el desahogo que otros encuentran en el yoga o en el deporte.

La publicación aclaraba que si querían llamar la atención podían lanzar miles de cohetes, o, bien, a la Juan Escutia, lanzarse enredados en una bandera de la UAZ. Caray, es comprensible el enojo, pero los exhortos suicidas francamente resultan excesivos.

En contraparte, también fue palpable la presencia de quienes defendían el derecho inalienable a la libertad de expresión y de la manifestación, y recordaban que el libre tránsito es violado en otras ocasiones con mucha más tolerancia, como en las peregrinaciones, las múltiples carreras atléticas, los paseos ciclistas, los operativos de seguridad cuando hay visitas “distinguidas” como los reyes de España, o un secretario de estado, y hasta las caminatas caninas que recientemente se organizan.

Independientemente de la posición que se asuma al respecto, es innegable que el mecanismo de protesta se convirtió en el tema, y la causa de la misma, es decir, el fondo del problema recibió una atención marginal, como es común en estas circunstancias.

Y es que son tantos los problemas de diferentes sectores, y tan pocas y torpes las soluciones, que las manifestaciones, marchas y bloqueos son cotidianos en la ciudad, a pesar de tratarse de un lugar pequeño, en el que por ejemplo, pocas veces llegan protestas de otras regiones como le sucede al Distrito Federal.

Haga cuentas, ¿cuántas veces al mes se toman los accesos a ciudad administrativa?, ¿y al Campus Siglo 21 de la UAZ?,

Sólo por hacer un recuento rápido de las manifestaciones recientes viene a la mente la toma de las oficinas de Derechos Humanos por parte de trabajadores de Ojocaliente que siguen sin recibir su salario, los estudiantes normalistas de San Marcos, que primero tomaron su plantel, y ante la indiferencia de la opinión pública tomaron las instalaciones del grupo radiofónico zer; aunado a ellos, un día está tomada la Unidad de Cultura de la UAZ, al otro día la de Biología, y así continuamente.

Son tantas y tan reiteradas las protestas, tan mínima la atención pública que se pone en ellas, y tan poca la solidaridad de la ciudadanía, que es fácil para las autoridades ignorar muchas de ellas, y frecuentemente incumplir lo que se prometa en las negociaciones que apagan el fuego cuando recién ocurren; por lo que se está en un círculo vicioso, las manifestaciones cada vez toman medidas más extremas para llamar la atención, y hacer la presión social necesaria para la atención a sus demandas, por consecuencia menos apoyo social reciben, y volvemos al punto original.

En lo personal, habiendo hecho uso de mi legítimo derecho a caminar a pie por las calles en defensa de lo que me parece justo, sería hipócrita reprobar cuando otro grupo, ajeno a mí, hace lo mismo en busca de su propio objetivo, aunque eso haya significado un retraso de dos horas para llegar mi destino.

No obstante, confieso que me preocupa que los métodos tradicionales de protesta pierdan efectividad porque lejos de ganar la simpatía de la ciudadanía, se ganan su condena. Por el bien de todos, hemos de encontrar formas más creativas y efectivas para lograr los objetivos de lucha, aun cuando sabemos que esa antipatía a la lucha laboral, social, política, por la justicia, etcétera, está alimentada por la manipulación mediática, el egoísmo imprescindible del capitalismo y la desinformación.

No podemos perder de vista que con todo ello, aquí, y ahora, nos tocó vivir. ■

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