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lunes, 12 mayo, 2025
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Sebastián Ramírez, 35 años recorriendo las calles ofreciendo duros y tostadas

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ Personaje de Zacatecas que demuestra que el trabajo dignifica a la gente; inició en 1975

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Don Sebastián Rivera Ramírez, originario del rancho Colonia Modelo, de Fresnillo, recorre desde hace 35 años las calles para vender duros y tostadas con salsa casera, por lo que se ha convertido en un personaje cotidiano de la ciudad. Dice que después de trabajar en diferentes oficios, decidió no tener un patrón y con esta actividad ha sacado adelante a su familia.

Es uno de los dureros más antiguos de la capital, aprendiendo el oficio desde joven, cuando contaba con la edad de 16 años, en el año de 1975. Su primera encomienda fue vender salsas con una familia que se dedicaba a ese negocio.

Ahí permaneció un par de años; recuerda que la familia elaboraba cerca de 10 salsas de diferente tipo, por lo que comenzó a fijarse qué ingredientes llevaba cada salsa, para luego poner en práctica lo aprendido.

De ahí muchos trabajadores comenzaron a independizarse, por lo que decidió hacer lo mismo, pero en esa época en el rastro municipal no se vendía el cuero y sólo lo preparaban para chicharrón de lonja.

La materia prima se conseguía en Colotlán, Jalisco, adonde llegaba fresco; aquí se limpiaba, salaba y se adecuaba para luego venderse al porcentaje. Recuerda que sólo le daban 20 por ciento por venta, y el que llegaba a vender 500 pesos, se quedaba con 200.

Por su cuenta comenzó a vender chicharrón en la estación del ferrocarril, en el denominado “tren pollero” que pasaba de México a Ciudad Juárez al mediodía, y por la tarde regresaba de Juárez a la Ciudad de México.

Sin embargo, hubo problemas para ubicarse debido a que inició la construcción del Hotel Quinta Real y se le dijo a Sebastián que daba una mala imagen a los turistas, por lo que debía encontrar otro espacio para vender.

Asimismo, se le pidió que construyera un pequeño móvil para poner su mercancía, carritos de los que solamente había dos de ese tipo en esa época; el suyo fue construido por un herrero que le acondicionó espacios para que pusiera salsas y chicharrones.

Incluso, llegó a rentarlo a una persona, pero no se lo regresaba y decidió recogerlo para trabajarlo él mismo; también le llegaron bastantes ofertas para comprarlo, pero para él, su carro es tradicional y único en el estado.

Fue así que se colocó en la esquina de la avenida González Ortega, justo a un costado del parque Sierra de Álica, a inicio de los 80, y desde entonces continúa atendiendo a sus clientes en el mismo lugar.

A las 8 horas inicia a preparar la salsa, proceso que le lleva cerca de dos horas, pues debe moler chile, cortar jitomate, cebolla, aguacate y limón. Para ello su esposa deja la cocina.

Para hacer la salsa, “el truco está en la mano”, señala el avezado vendedor de duros. “Muchos han intentado elaborarla, pero no les queda igual”  ■ FOTOS: MIGUEL ÁNGEL NÚÑEZ

Luego deja la tortilla secar; posteriormente la dora, pone a calentar el cazo, hace tiras de duro y pone a freír la tostada. Acto seguido, lava su vitrina y acomoda la mercancía, su mujer le da de comer y sale cerca de las 4 de la tarde.

“Hay veces que la tarde pasa sola, pero llega la noche y no sé de dónde sale tanto cliente, asegura. Se debe a que uno está constante en el trabajo, y aunque llueva, uno está ahí, de manera que la gente va a la segura porque sabe que uno nunca falla”, dice don Sebas.

Entre las anécdotas que recuerda, dice que hubo una vez que llegó un joven a comprar cosas a un mini súper que está cerca de donde se instala y recordó al papá del comerciante, pues éste había sido su padrino de primera comunión.

De igual manera, han llegado personas adultas que lo recuerdan: “Don Sebas, ¿todavía está aquí, que no se acuerda de nosotros? Pues claro que sigo aquí, a dónde me voy, sino es que de aquí al panteón (ríe) y a muchos que los llevaban sus familiares de niños, ahora ellos traen a sus hijos a que conozcan el sabor de la tostada”, menciona el vendedor.

Lamentó que nadie más en su familia se haya dedicado a este oficio, y aunque unos sobrinos han intentado hacer la salsa, no les queda igual. Muchos han intentado copiar la receta, pero dice don Sebas que “el truco está en la mano”.

Para el hombre, el trabajo es lo que lo mantiene vivo, pues incluso hace poco se le detectó una alergia y el doctor que lo atendió le recomendó no dejar de laborar. “Me dijo que no dejara mi carrito, que eso es lo que lo que me sigue manteniendo, porque si dejo de trabajar y de salir con mi carrito me puedo tullir”, concluye Sebastián.

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