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domingo, 20 abril, 2025
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Sobre Momentum, de Rafael Salinas

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Por: La Gualdra •

La Gualdra 659 / Libros / Poesía

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Por Eric Reyes Ramírez

No es tarea fácil hablar de un poemario que pertenece a un amigo, pues me es inevitable no remitir a la vida que hemos compartido cuando mi memoria hace contacto con su palabra escrita. Así pues, se me deberá disculpar si mi interpretación de Momentum se apoya, en gran medida, sobre la versificación entre líneas de mi hermandad con Rafael Salinas (1996). Sin embargo, mi culpa se aminora cuando descubro que mi amigo tomó algunas historias de sus amistades para darle forma a su corpus poético, clara advertencia para todos aquéllos que se rodean de poetas, pues sus confidencias pueden terminar en una obra justamente premiada. Desde este punto es cuando develo uno de los primeros conceptos que, me parece, el lector podrá identificar en el poemario: el diálogo. La voz de Salinas es heterogénea, es decir, a través de sus palabras se hacen presentes otras, como la de aquél que por necesidad cruzó ilegalmente al otro lado: “Dios sabe cómo batallé cuando la migra / en los sesenta […] / “Me prestaron el apellido / porque el mío, tan desollado, / llamaba la atención de los buitres” (21). 

Alma sensible que absorbe todo lo que le rodea, Rafael no sólo se apoya en sus claras influencias: Williams Carlos Williams (1883), la generación del Beat (50s), o Eliza Díaz Castelo (1986), por dar algunos ejemplos, también su pluma bebe de las agridulces experiencias. A diferencia de otros creadores que prefieren hacer a un lado el contexto que los envuelve, Rafael acepta la condición trágica de la posmodernidad mexicana. Al estilo de Williams, nuestro poeta zacatecano encuentra en la cotidianidad sanguinolenta, la base donde germina su poesía. Sin embargo, esclarezco que Momentum no es un simple retrato de la realidad, es algo más, es la resignificación de los hechos que la componen, pues le da expresión, por decir un caso, a la bala perdida que ha destrozado la vida de una persona: “Si la bala presumiera / frente a otras, diría / << ya vieron, ya vieron / yo solita >>” (33).

El lector podrá apreciar a través de cada página que convergen dos ríos: el de la resignificación de lo real, y la literalidad de lo real, donde podrán mirar a través de los ojos del autor, su visión del mundo, para nada desapegada de la nuestra. Sólo las mentes con genio y profunda sensibilidad tienen la capacidad de convertir una experiencia aburrida en un gran poema: “Para entrar en la oficina tengo que tenderme al piso y convertirme en hongo, esperar algunos días y pegarme a la suela de algún administrativo” (61). El lenguaje poético de Rafael se apoya en la ironía para sobreponerse a un espacio que no se cansa de deshumanizar. Fiel a sus ideales, Rafael utiliza la retórica para devolverle la humanidad a quienes se convirtieron en simples estadísticas o en meros papeleos burocráticos.

Otro concepto relacionado a Momentum es el del poeta como caminata. Quienes conocemos a Rafael, sabemos de su gran pasión por caminar, aunque durante el trayecto pueda ser acosado por los municipales: “me suelta un porrazo tal vez dos en el charco” (34). Digo pasión para ocultar el hecho de que, en variadas ocasiones, nuestro escritor prefería invertir en una cajetilla de cigarros que en la falsa seguridad del transporte público. Los trayectos largos o cortos se convirtieron para él en el medio para captar imágenes e historias, tanto propias como de otros, y así construir su geografía poética como confiesa en uno de sus poemas titulado: “Pues sólo al caminar se entiende” (27). Los pasos del poeta sobre la tierra son los de unos pies que no perturban la tierra. Al estilo de los vanguardistas, bien podríamos hermanar el andar con el vuelo, es decir, este poemario es una clase de Aleph donde se yuxtaponen ciudades como la caótica Ciudad de México, el inefable dolor de las de Tamaulipas o Zacatecas y claro, una tierra baldía donde T. S. Eliot ve jugar a un par de niños a la pelota. ¿Quisieran que les cuente cómo fue que Rafael acabó en Tamaulipas una ocasión?, pues bueno, esta vez seré prudente y sólo les diré que la historia está en uno los textos de este libro, ya ustedes sacarán sus propias conclusiones.

Respecto al estilo de Rafael Salinas, ustedes podrán apreciar que juega con una cantidad significativa de recursos retóricos, símbolo no sólo de un discurso libre sino también reflejo de un alma creativa. Aunque su poesía está cargada de experimentos para dar potencia al mensaje, fácilmente se nos puede pasar por desapercibido el significativo uso del hipérbaton en sus textos: “Imagine por favor / si no es mucha molestia / desafían la gravedad / las madres buscadoras / no pueden ser amadas / porque nunca se sientan” (66). Pseudo Longino en su tratado Sobre lo sublime (II), dice que los grandes poetas logran con su discurso sacudir el interior de las personas, tanto que se les olvida que lo que escuchan o leen es un artificio. Me arriesgo a decir que Rafael pertenece a este grupo de poetas. Sus poemas pueden darnos mucho de qué hablar, pero también, en ocasiones, nos arrebatan las palabras ¿Qué se puede decir sobre la desesperación y dolor de una madre que no sabe si su hijo o hija están con vida o echados en una fosa común?


Salinas, Rafael. Momentum, Poemas inspirados en Newton. Espina Dorsal. Guadalajara, Jalisco. 2024.

 

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