Motivado tal vez, por los anuncios de retención del presupuesto ordinario que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha hecho a mi querida Universidad en virtud del adeudo de 350 millones que se adeudan, he tenido una pesadilla terrible: de pronto nuestro estado se quedaba sin la Universidad Autónoma de Zacatecas, en mi sueño, el gobierno había aprovechado la crisis económica, la división y el éncono prevaleciente entre algunos universitarios y, con tales justificaciones, se había procedido a la privatización de la institución, argumentando las recurrentes crisis, adeudos, paros, pelonizas, marchas y huelgas; según decían, la UAZ había dejado de ser la principal educadora de los zacatecanos ante el avance de otras escuelas que se habían convertido de patitos a verdaderos cisnes, con calidad educativa, con metas y trabajo por competencias, además de que ofrecían carreras de vanguardia que egresaban profesionistas con perfiles afines a los intereses estatales. La UAZ, había entrado en un abismo tan oscuro que ni el fuego robado por Prometeo, lograba iluminar el sendero para guiar a la comunidad universitaria a una salida que posibilitara encausar su rumbo. Por fin, la sangre vieja de los grillos y politiquillos de siempre, se había coagulado al interior de las arterias de la Universidad, evitando que fluyeran nuevas ideas, sangre jóven y líderes que desde hacía tiempo, eran demandados para enfrentar los retos actuales. Así, los jóvenes tuvieron que elegir entre andar en las calles o sucumbir ante espejismos y cortinas de humo que resolvían temporalmente su situación de crisis; la mayoría de ellos, no tenían la posibilidad económica de emigrar en busca de la educación que les había sido negada en su tierra, por ejemplo: Aguscalientes ofertaba carreras novedosas cuyas colegiaturas rebazaban en un 300% lo que en su tiempo ofrecía la UAZ. La población lamentaba el hecho, sin embargo, nunca nadie fue tan inteligente como para advertirle al pueblo, lo grande que era su Universidad, lo valioso que era educar a los muchachos y darles una alternativa de vida por el camino del bién; los mismos zacatecanos llegaron a pensar que en la UAZ, había puros huevones sin saber que desde siempre, hubo empeño, prestigio y calidad en muchas actividades académicas, destacando premios y reconocimientos internacionales a muchos universitarios que enaltecían con su trabajo, el buen nombre de la Universidad y de nuestro querido Zacatecas. Las aulas se habían quedado solas, polvorientas y oscuras; ya no se escuchaban en los pasillos las risas ni los murmullos de los muchachos; ya no habían concienzudos análisis de los docentes bajo el amparo de la libertad de cátedra ya que después de la privatización de la universidad pública, tendríamos que acatar y decir, lo que al estado convenía, rompiendo por un largo trecho la posibilidad de idear sociedades más justas y equilibradas, aletargando la imperiosa necesidad de la patria por contar con más líderes pensantes, reflexivos y libres que hicieran de México, el orgullo de Latinoamérica y del mundo. Los trabajadores administrativos tuvieron que encontrar nuevas alternativas de empleo, algunos de ellos, los más, ensancharon los índices de desempleo y contribuyeron a que Zacatecas conservara su indigno primer lugar en migración ante la falta de oportunidades que históricamente han prevalecido. El autotransporte cayó en crisis y algunos choferes fueron despedidos y muchas papelerías cerraron junto con los puestos de gorditas, tacos, birria, empanadas, los kikis, los pavilos y demás gusgueras, habían quebrado también. Sin duda, todos empezamos a valorar a la Universidad Autónoma de Zacatecas cuando la perdimos; de tal suerte y desde mi pesadilla, creo que todos le debemos algo a la UAZ, ya sea por haber educado a nuestros hijos o por la formación misma que nos ha brindado, por lo que ahora, corresponde al Rector y a su equipo de trabajo, demostrar que sus puestos sirven más allá de una simple posición política y que tienen las tablas suficientes para enfrentar a un estado infáme que se atreve a reterner un presupuesto que afecta el pago de salarios y la economía misma de Zacatecas. Todos somos la UAZ y la UAZ debe contar con todos, habrá que esperar el resultados de las gestiones y por mi parte, al igual que muchos, estamos dispuestos a contribuir a la solución de los agravios que se hagan contra nuestra amada Alma Mater. Renunciemos a la posibilidad de que pongan de rodillas a nuestra Universidad para condicionar recursos a cambio de sacrificar prestaciones, autonomía y carácter público. ¡Ni un paso atrás¡. ■
*Integrante del Consejo Mundial para la
Defensa de los Derechos Humanos